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— ¡Damian mira! ¡La nieve es hermosa!

Ella sonreía tan brillante como la nieve que resplandecía con los rayos del gol que golpeaban sobre ella.

El viaje desde Frankfurt hasta Pulkovo fue rápido, en dos horas estábamos en San Petersburgo.

El aeropuerto era enorme, podíamos ver el clima invernal desde dentro. Ella admiraba la nieve desde la ventana.

— Debemos comprar ropa, si sales así te congelaras.

— Además no hemos traído nada. —ella agregó.

Era cierto, apenas teníamos nuestras pertenencias.

— En invierno llega a hacer cuatro grados bajo cero, Damian, debemos comprar ropa.

— ¿Tienes hambre? —indagó el preocupado.

— Sí, pero debemos priorizar buscar abrigo y luego comer. ¿Dónde nos quedaremos?

— Nuestro destino es un pequeño pueblo muy alejado.

— ¿Muy alejado? ¿Qué tanto?

— Pues...14 horas en auto.

Anya me observó con sus enormes ojos verdes. Quiso decir una palabra pero ahogo su propio grito de sorpresa. Agradecí su discreción porque conociéndola le cuesta controlar sus emociones en público.

Creo que ha madurado mucho desde que la conocí, su esencia es una chica alegre y de apariencia inofensiva, nadie podría sospechar todo lo que oculta esa sonrisa.

El auto llegó en embarcación, tomé la precaución de cambiar la patente por una rusa. Todo este trabajo se lo debía a Arthur quien se manejó de todas estas formalidades.

Otra parte de la información se la debía a Emile.

— ¿Cuál es el plan entonces? —dijo una vez cómoda en el auto.

— Trabajaremos como voluntarios en un programa de intercambio en un pequeño pueblo rural, que de conveniencia esta cerca del pueblo donde naciste.

— Muy conveniente, ¿cómo lo lograste?

— Debo darle el crédito a Emile, todo esto del trabajo es gracias a él. Pasaremos a comprar ropa y víveres, te congelaras si andas así.

Damian podía aguantar las bajas temperaturas más de lo que un humano podría, no es como si no sintiera el frío colarse entre sus huesos haciéndolo temblar, pero podía soportarlo mejor que Anya así que después de unas horas en auto pararon en un gran Shopping.

El lugar era tan grande que dos extranjeros pasarían desapercibidos. Allí podrían conseguir todo lo básico hasta llegar a su destino.

Lo primero que hicieron fue meterse en una tienda de ropa donde cambiaron completamente su ropa.

Anya llevaba un enorme sweater marrón trenzado que la hacía ver adorable y un tapado largo a cuadros del mismo color. Ella siempre usaba colores pasteles que la hacían lucir casual y tierna.

Damian pasó a llevar un sweater blanco que lo hacía ver elegante y un tapado negro, él siempre en la misma gama monocromática se veía serio y atractivo.

Anya no pudo evitar ver como sus jeans negros se ajustaban a sus muslos marcados. Damian tenía un cuerpo realmente hermoso, como si hubiese sido tallado a mano por dioses.

Ante los ojos de Damian Anya se veía adorable con tantas capas de ropa, quería estar a solas para poder abrazarla.

Ambos estaban sonrojados al mirarse mutuamente.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora