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Ya había transcurrido el tiempo. Una nueva estación había llegado. Las noches eran más largas, los días más cortos, el frío buscaba colarse a través de mi cuerpo hasta llegar a los huesos. Pero él no lo permitía.

Su forma para buscarme pocas veces era sutil. A veces me hablaba después de la universidad, otras veces caía a mi departamento. Pocas veces tocaba la puerta, la mayoría como una sombra se asomaba a mi ventana, como un gato que escapa y vuelve por comida, calor y cariño.

Una y otra y otra vez deje que el usara mi cuerpo. Su deseo y pasión crecía cada vez más. Con el tiempo se volvía más brusco y agresivo. Su instinto animal quería salir a la luz, su lado más oscuro, la bestia, el demonio que habitaba en él.

Siempre tapaba mis ojos, yo lo único que podía era ver oscuridad.

Comencé a tomar las pastillas que el medico había recomendado, y no sé si fue eso o la suma de experimentar con mis sentidos pero comencé a percibir algunos aromas en el aire.

A veces se sentían como si múltiples colores se mezclaran. No sabría como explicarlo, algunas personas eran rojo, otras azules, otras marrones, verdes, etc. Dependiendo de su aroma. Sus feromonas para mí eran colores.

Becky tenía un tono color crema, olía siempre a vainilla. Ewen era vende intenso, oscuro, olía a menta fuerte, tanto que me era difícil estar cerca de él. Emile olía a cítrico, era un alegre color naranja.

A diferencia de los demás aún no podía percibir estados de ánimo, ni peligro. No sé leer el ambiente a mí alrededor.

Como a Damian, él es tan difícil de leer. Siempre con una expresión sería y el ceño fruncido, parece enojado con el mundo. ¿Qué es lo que él odia tanto?

Últimamente de todos modos a estado de mejor humor, sonríe con sus amigos, bromea incluso, pero a mí el jamás me ha regalado una sonrisa. Una genuina.

Estábamos almorzando juntos el día de hoy, los cinco habíamos formado un grupo que típicamente se reunía a la hora de merendar, me encantaba pasar tiempo con Becky. Ella era dulce, agradable, suave de tratar. Sensible con un carácter fuerte. Podríamos hablar por horas de cualquier cosa y reír como si el mundo a nuestro alrededor desapareciera.

— Amor —Ewen se acercó a Becky con un pedazo de pastel en un tenedor. — Prueba esto, es realmente delicioso.

Becky abrió la boca y dio un bocado al pastel de chocolate.

Abrió los ojos y estos brillaron al probar el dulce chocolate. La pareja rió y hablaron sobre la pastelería que lo vendía. Emile se unió a su conversación, su sueño era trabajar en el mundo gastronómico.

Por mi parte miré mi tarta de limón y por un instante pensé en hacer lo mismo, es decir, darle un bocado a Damian.

¿El querría probar un poco? ¿Estaba bien si le ofrecía un bocado o quedaría como una tonta?

Lo pensó y le dio demasiadas vueltas al asunto, finalmente sólo cortó con su tenedor un pedazo y se decidió a llevarlo a su boca.

— ¿Quieres? —escuchó decir a esa voz gruesa que tan bien conocía.

Miró hacia su costado sorprendida para encontrarse con un Damian de expresión sería que le ofrecía con su mano una frutilla congelada que había quitado de su cheescake.

— Está muy ácida, no me gusta lo cítrico. —explicó.

En ese momento Anya se alegró de no haberle ofrecido una rebana de su pastel de limón.

A Damian no le gustaba los cítricos, era muy sensible a su aroma fuerte y su sabor no era su preferido tampoco.

— ¿Quieres o no? —soltó con poca paciencia.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora