29

1.5K 146 89
                                    

Los días eran tan normales que incluso me asustaba. La monotonía después de unos meses del trabajo a casa me gustaba pero sentía que algo estaba mal en mi interior.

— Damian, estoy aburrida. —dije con los pies encima del sofá, mi cabeza colgaba hacia el piso, estaba al revés. Pensé que quizá de esta forma vería algo nuevo o se me caería alguna idea. Pero nada.

— Ayúdame entonces. —dijo colocando los tornillos con dificultad por culpa de los guantes que llevaba.

— No, eso es aburrido.

Damian me dedicó una mueca molesta y siguió su trabajo.

Tenía un estricto protocolo de seguridad, pocas veces me dejaba sola, colocó trabas extras en todas las puertas y ventanas. Realmente me parecía inútil, estamos hablando de que un vampiro de sangre pura ataque ¿qué sentido tenían un par de trabas en las puertas ventanas?

— ¿Qué sentido tiene esto, Damian? — me di vuelta rodando por el sofá y camine con los pies descalzos hacia él, me incline a su altura ya que él estaba con una rodilla en el suelo trabajando con las cerraduras y trabas de la puerta. —Estamos hablando de vampiros, de uno grande y fuerte tu sabes... una traba no impedirá que rompa la puerta y entre así nomás.

Él frunció el ceño enojado chasqueó la lengua y contestó.

— Las cerraduras y trabas son de plata y oro, crean una pequeña barrera. No es mucho, pero puede ayudar por si algo llegara a pasar.

— De oro, vaya. —solté sorprendida. —Bueno la gente con dinero hace lo que quiere.

Recorrí la casa con los pies descalzos, llegué a la cocina a buscar una manzana. Volví con Damian, me arrojé en el sillón y di un mordisco a la fruta roja.

No estaba de cabeza pero una idea cayó ante mí. Una revelación.

— ¡Claro! —Damian dio un brinco asustado. — Por eso usas guantes, te quemas.

Volvió a revolear los ojos como si yo fuera una tonta.

— Eres lenta para algunas cosas.

Iba a contestarle pero él tenía un punto.

— Es sabadooo, estoy aburrida Damian.

Me quejé mientras aún comía mi manzana.

Damian suspiró. — Bien, ¿Qué quieres hacer? Ya terminé.

Mis ojos brillaron.

— ¡Vamos a la capital! ¡Veamos una película en el cine o podemos ir a un shopping a jugar juegos, quiero un helado y también una pizza!

Damian elevó una ceja con incredulidad. —Quieres muchas cosas.

Él se quejaba pero cumplía todos mis más caprichosos deseos.

No le gustaba mucho ir a la capital porque le parecía peligroso pero incluso él extrañaba a veces la vida de la ciudad y los café de los Starbucks.

Deje la manzana a medio comer encima de la mesada de la cocina, y en un segundo ya estaba enlistándome para salir. Arreglé un poco mi cabello y cambié mi ropa. Damian se puso detrás de mí en el espejo y beso mi cuello.

— Hueles bien. —susurró tras un pequeño beso. — Debes abrigarte, nevará esta noche.

— Está bien. —sonreí a través del espejo y él se fue a buscar mi abrigo para esperarme en el auto.

Coloqué un suéter enorme por encima de mí vestido, era uno ajustado que Damian había elegido para mí. Creo que su idea de usarlo no era fuera de casa.

Anhedonia | DamiAnyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora