XIV | Ángel.

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El contacto de sus labios con los míos fue algo tan inesperado, pero lo agradecí en mis adentros.

Sus labios con los míos se sentían en completa sincronización, sus labios se sentían cálidos.

Este beso aunque se que fue apresurado se sentía tan bien, sus labios con los míos se sentían como pequeños toques de caricias, caricias que necesitaba, toques especiales, especiales porque sé que ambos queríamos que esto pasará.

El sentir sus labios con los míos, era algo que no esperaba y no puedo negar lo obvio, me encantó.

Pero lo debía de parar. Estaba enojada con él, no?

—Santiago. —dije en un hilo de voz, mi corazón aún seguía acelerado después de ese beso y vaya beso— ¿Por qué lo hiciste? —tomé su rostro en mis manos y lo alejé del mío— ¿Por qué ahora, cuando supuestamente estaba enojada contigo?

—Ósea lo estabas. —besó mi nariz rápidamente— Joder, deseaba esto... —se limpió la voz— Sí, lo hacía. Pero no quería hacerlo así. Solo me salió por instinto natural.

—Ah. —solté en una risa y me alejé— Ahora te salió por instinto natural y lo de Sol que fue? —dejé salir aire, no podía creer lo que estaba escuchando— Creo que sí, me gustaría saberlo. Ahora. —ordené— Me gustaría saber que me vas a decir, qué fue lo que pasó con Sol y como simplemente se lo permitiste.

—Está bien. —suspiró— ¿Entramos? —señaló hacia la puerta de su casa. Asentí y lo seguí.

Su casa por fuera, se veía simple. Pero se sentía hogareña, tenía un tono de pintura amarilla con un color marrón o al menos así se veía de noche. No sé si eran por los diseños de la misma entrada, pero se veía súper bien.

Él abrió la puerta y me permitió entrar de primera.
Al hacerlo pude ver por primera vez como vivía.

Una vez escuché que la decoración de tu casa hasta cierto punto puede representarte, así es la casa de Santiago.

Representa mucho de lo que es o al menos de lo que me ha mostrado.

El diseño o decoración de la casa es un estilo monocromático, la casa estaba pintada por dentro de tonos azules. Habían cuadros de algunos bandas y otros simplemente eran fotografías en color retro o blanco y negro.

La casa por dentro era pequeña así que podía ver todo parada desde un solo lugar.
Había una pequeña estantería la cual estaba llena de libros como tal, podía ver todo de él aquí. Simplemente es impresionante.
El diseño de su casa lo representaba, representaba lo organizado o estable que es o al menos eso creía.

—Puedes sentarte, Ashely. —me ofreció sentarme en su sofá el cual estaba detrás mío y no lo había notado.

—Ahora sí. —me senté— Te escucharé.

—Bien. —se limpió la voz— Necesito que me escuches de principio a fin, ok? —me señaló y asentí— Te esperaba en el estacionamiento y sí, de nuevo ella apareció. El verla está vez me hizo sentir diferente y a la vez confundido, confundido porque sabía que no la quería a ella. Sino a ti. De verás te quiero solo a ti, Ashely. —en ese momento noté como algo en él cambiaba, se sentía avergonzado— Aunque tal vez no me creas quería probarme a mí mismo que si la besaba no iba a sentir nada, no iba a sentir las cosas que tú provocas en mí.

—¿Por qué quisiste hacerlo? —me miró confundido— ¿Porqué quisiste probarte a ti mismo que no sentías nada por ella?

—Para estar seguro de mis sentimientos por ti. No quería hacerte creer que sentía algo si por dentro una pequeña parte de mi sentía dudas.

—Y para aclarar las dudas la besaste. —me pasé la mano por el rostro intentando analizar todo esto.

—Ashely. —vi como se arrodilló frente a mí. ¿en serio lo estaba haciendo?— Sé que fue algo fuera de lugar y estúpido hacerlo.

— Sí, fue estúpido.

—Lo sé. —quitó las manos de mi rostro— Pero, te pido que está vez me creas cuando te digo que con ella no siento las mismas cosas que tú me haces sentir.

—¿Qué cosas, Santiago? A ver. ¿Qué te hago sentir? —una parte de mí anhelaba escuchar, anhelaba escucharlo decir las cosas que tal vez en un momento imaginé, necesito confirmar esto, necesito escucharlo de él. Necesito poder creerle.

—¿Quieres saber qué me haces sentir?  asentí. Él tomó una de mis manos y la puso en su pecho— Esto sonará más cursi de lo usual, pero esos latidos que sientes son por ti, Ashely. ¿Sientes cómo se elevan cuando menciono tu nombre? Eso es lo que me haces sentir, ganas de ser mi mejor versión, ganas de luchar, ganas de levantarme de la cama, ganas de vivir, ganas de sonreír. ¿Quieres saber lo que provocas en mí? Simple. Me das vida.

Me quedé mirándolo y a la vez no quité mi mano de su pecho, buscaba en sus ojos esa paz y seguridad que en definitiva todo él produce en mí, y sí. Pude ver un bosquejo del chico de la sonrisa encantadora.

Ese chico que llegó y cambió todo en mí.

Quité su mano de mi pecho y él se levantó para sentarse a mi lado.

—Santiago.

—Sí?

—También me das vida.

En ese preciso momento se abalanzó sobre mí y me comenzó a besar como si no hubiera nada más importante en esta tierra.

Porque no había nada más importante para nosotros ahora mismo que esto, que tener este momento, para nosotros, solo para nosotros.

—Ashely. —dijo en un momento acariciando mi rostro aún abalanzado sobre mí.

—Sí? —miré sus ojos y él sonrió.

—Besas como un jodido ángel.


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