▪︎ Capítulo VIII ▪︎

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— Hola Marinette ¿cómo estás? —saludo un joven de tes morena

— Hola joven, todo muy bien gracias

— Marinette ya te he dicho que puedes hablame de tú, podemos ser amigos

— Esta bien, ¿vienes a ver a Adrien?

— Si

— Bien, un momento —la azabache tomo el teléfono y marcó un par de números —Adrien, tu amigo Nino esta aquí —dijo atraves del teléfono— Enseguida —dijo y cortó la llamada— Puedes pasar

— Gracias

— ¿Gustas algo de beber?

— Un vaso con agua, por favor

— Claro que si, en un momento te lo llevo

— Gracias Marinette

Marinette camino hasta la cocina de la empresa por el vaso con agua, allí se encontraba cierta chica de cabello castaño

— Fucionaron tus sucios trucos —dijo la chica de ojos color aceituna mientras bebía de una taza

— No se a que se refiere —respondió la de mirada cielo

— No te hagas, estoy segura que te le metiste por los ojos hasta que te hizo caso, pero que lástima me das, ¿sabes?

— No quiero escucharla, no quiero problemas con nadie —dijo tomando el vaso de agua

— Sabes que es verdad. Escucha niña, no se que tramas, pero lo voy a descubrir

— Mire señorita, yo no tramo absolutamente nada, así que le pido de la manera más atenta que me deje en paz

— Bien, supongamos que te creo y eres libre de sospechas, entonces el que trama algo es Adrien, no te confíes, yo lo conozco y él nunca da pasos en falso

— Usted dice todo eso porque esta molesta, no acepta nuestra relación

— No, no la acepto porque es algo absurdo, en serio crees que Adrien te ama, que ingenua eres

— Eso es lo que más le molesta ¿no es así? que Adrien se enamoró de mi y no de usted —la joven castaña comenzó a reír a carcajadas— ¿Puedo saber que es tan gracioso?

— ¿En serio le crees a Adrien?

— ¿Por qué no debería creerle?

— Podría apostar lo que sea a que lo que Adrien siente por ti no es amor

— ¡Aceptelo y déjenos ser felices! —dijo la chica de cabello azabache y se marchó

— Vaya la chica saco las garras, voy a llegar al fondo de todo esto —dijo la castaña y tomo un sorbo de su taza

Marinette estaba en su escritorio revisando algunos papeles cuando frente a ella colocan una rosa, desconcertada por el detalle alzó la mirada

— ¡Nath, qué gusto verte! —dijo con emoción la joven

— También me da gusto verte

𝑻𝒖 𝒎𝒆 𝒄𝒂𝒎𝒃𝒊𝒂𝒔𝒕𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora