꧁༒CAPÍTULO 39༒꧂ ☔𝒮𝓉𝒾𝓁𝓁 𝒲𝒾𝓉𝒽 𝒴ℴ𝓊 𝒯𝒶ℯ𝒽𝓎𝓊𝓃ℊ☔ 🐰 𝐤𝐎𝐎ᛕѶ 🐯

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☔𝒮𝓉𝒾𝓁𝓁 𝒲𝒾𝓉𝒽 𝒴ℴ𝓊 𝒯𝒶ℯ𝒽𝓎𝓊𝓃ℊ☔
🐰 𝐤𝐎𝐎ᛕѶ 🐯

Jungkook  Esta noche te tengo a mi lado, pero estoy empezando a sentirme solo; el dolor y el miedo se aferran a mí

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Jungkook 
 
Esta noche te tengo a mi lado, pero estoy empezando a sentirme solo; el dolor y el miedo se aferran a mí.
 
No me dejes con el alma fría y destrozada, no me dejes envuelto en soledad, en tristeza.
 
Quisiera ser un superhéroe, un Dios, tener superpoderes para desaparecer tus males.
 
Quisiera encontrarme al genio de la lámpara; pedirle un deseo, ese que anhela mi corazón desde el primer día que puse un pie en esta fría habitación.
 
Quiero encontrarme al hada de los cuentos.
 
Quiero que las fantasías se hagan realidad, quiero devolver el reloj, o quizás detenerlo, ir a un punto en nuestro pasado, a uno de esos días buenos para vivirlo una y otra vez.
 
Deseo que esta noche sea eterna.
 
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Esta podía ser nuestra última noche; lo tenía entre mis brazos; no podíamos dormir.
 
Deseaba hacer algo más, ya que nuestra boda fue rápida; no tuvimos tiempo de hacer nada; únicamente tomamos un par de fotografías como recuerdo.
 
—Quiero hacer algo más.
 
—¿Algo más? 
 
—De las muchas cosas que quiero, pero sé que es imposible.
 
No tienes idea de cómo muero por hacerte el amor.
 
—Entonces házmelo, no pierdo nada, quizás sea la última vez, es lo más probable.
También muero por sentirte, además, no estoy moribundo.
Lo único que está mal es mi cabeza.
 
Jungkook le toma la mano. —Es atrevido de nuestra parte hacerlo, más que atrevido es arriesgado.
 
—Qué más arriesgada puede ser mi vida, cuando estoy a diez horas de entrar a un quirófano con un 75% de probabilidad de salir sin vida de él. 
 
No sabes cómo deseo sentirte.
 
En esos días, cuando estabas desaparecido, soñaba con que entraras por esa puerta, que me sacabas de estas cuatro paredes e íbamos a aquel lugar donde estuvimos por primera vez.
 
En las fantasías de mis deseos quise hacer muchas cosas a tu lado. Un riesgo más, un riesgo menos, es igual—Llora—No estoy moribundo o agonizante, así que hazme el amor.
 
Más que deseo sexual, es el deseo del alma, del corazón, de tener con la persona que amas un íntimo encuentro que puede convertirse en el último.
 
Kook lo abraza: —Esperame, haré un par de cosas y regresaré por ti.
 
Eran las ocho de la noche.
 
Fui a aquella habitación donde Ho-seok me enseñó a bailar; quería verificar si aún estaba sola, así fue.
 
Hable con una de las enfermeras; le conté que quería hacer algo especial para Taehyung, tener un momento a solas con él.
 
Me ayudó a limpiar; puso algunas rosas y ambientador.
 
No sé si entendió lo que quise decir con el momento íntimo, pero fue muy amable; es más, me prestó un pequeño estéreo, puse música suave.
 
Fui a la habitación por Tae.
Me pidió que pusiera su traje de novio; aún tenía parte del mío. Lo ayudé a cambiarse.
 
Teníamos justo dos horas, en tres era la preparación para la operación; como aplicarle medicamentos, he de hidratar su cuerpo.
 
Llegamos a la habitación; al escuchar la canción de fondo soltó una leve sonrisa.
 
Empecé a describir el espacio; le dije que había rosas; la luz era tenue; el olor del ambientador es su favorito, ese que usamos en nuestra habitación cuando hacemos el amor.
 
Cerré la puerta con seguro.
La habitación tiene un pequeño balcón con una hermosa vista.
Lo abracé por la espalda y llevé a él.
 
Le describí como se veía la noche; el cielo estaba iluminado.
 
Puse una canción suave, lo abracé por la cintura, rodeó sus brazos en mi cuello, recostó la cabeza en mi hombro. 
 
Empezamos a bailar lento, balanceando nuestro cuerpo de un lado a otro, disfrutando el suave sonido de la música.
 
Con el pasar de los segundos empecé a soltar un baile. 
No decíamos nada; nos mantuvimos en silencio, aferrados a nuestros cuerpos, deseando que está noche no sea nuestra última, que este baile tampoco lo sea.
 
No sé cuanto tiempo había pasado, pero bailamos cinco canciones.
 
Lo llevé a la cama; empecé a quitar su ropa pieza por pieza; quedó en el interior, hice lo mismo.
 
Se acostó con los ojos cerrados.
 
—No quiero que sientas temor, no me siento mal, tampoco voy a morir si tenemos íntimidad.
 
—Lo sé, no será como siempre, pero prometo dar lo mejor de mí.
 
Físicamente se veía bien, como si aquel tumor estuviera ausente en su cabeza. Su ánimo y aspecto físico eran alentadores.
 
Era doloroso que fuese nuestro último encuentro.
 
Tomé una rosa, recorrí su cuero con ella de los pies al rostro, luego lo hice con mi boca; esparcí pequeños besos en él.
 
Olvidamos por un momento su enfermedad, que estábamos en una habitación de hospital y que en pocas horas irá a un quirófano…
 
Quitamos lo poco que teníamos puesto; tome una manta para cubrir nuestros cuerpos desnudos.
 
Lo puse sobre mí; me aferré en sus labios; aquel beso estimuló nuestros deseos, nuestras ganas.
 
Rozaba suavemente la pelvis en mi miembro; ambos estaban duros. Tome el suyo entre mis manos para frotarlo.
 
La excitación había invadido nuestros cuerpos; humedecí un par de dedos, los llevé a su entrada, los movía lento, hasta que logré estimular su punto.
 
Se abrazó a mi cuerpo; susurraba a mi oído suaves gemidos. 
 
Acto seguido lo embestí. 
 
Movía las caderas lentamente, con el pasar de los minutos la excitación aumentó, daba pequeños saltos sobre mi regazo, seguía manipulando su miembro.
 
Inclino el cuerpo hacia atrás; llego al clímax.
Se dejó caer sobre mí, lo abracé sin dejar de embestirlo, rozaba la lengua en mis pezones, al pasar de tiempo me corrí.
 
Lo aferré a mí; le susurraba al oído el amor que siento por él. Nos llenamos de tantos sentimientos que terminamos rompiendo en llanto.
 
No quiero perderte, no quiero que esta sea nuestra última noche, nuestro último baile, nuestro último encuentro íntimo.
 
Quiero repetir este momento una y otra vez.
 
Quiero llevarte a tu lugar favorito, hacerte el amor como en aquella ocasión.
Quiero que vivas, quiero que sanes.
 
Mientras le decía estas palabras, mi cuerpo empezó a temblar; mi llanto se llenó de tantos sentimientos; lloré como nunca lo había hecho en mi vida…
 
No quería, tampoco podía dejar de abrazarlo, pero era momento de volver.
 
Acomodamos nuestras ropas, puse en orden la habitación.
 
Lo llevaba entre mis brazos; mi paso era lento; me llevaba aferrado del cuello; antes de entrar a la habitación me susurró al oído.
 
—Aunque me vaya de este plano, prometo estar a tu lado.
 
—Sé que no te irás, tú y yo tenemos mucho que dar.
 
Lo llevé a la cama; una hora después entró la enfermera a poner el catéter.
 
Lo dejé dormir solo; me fui al sofá. 
 
En la madrugada me pidió que me acostara a su lado.
Restaban cuatro horas para su operación.
 
Lo abrazé; no podíamos dormir; estuvimos en vela hasta que el sol salió.
 
Nuestros amigos y familiares llegaron a las seis de la mañana; sus hermanos y padres estaban emotivos, ni hablar de mi hermana y Seok-Jin, han sido sus mejores amigos y apoyo.
 
Todos lo abrazaron, expresando cuánto lo aman; le brindaron sus mejores deseos.
 
Jimin y Yoon-Gi entonaron su canción favorita.

Estaba a media hora de entrar al quirófano.
 
Tae pidió un momento a solas conmigo.
 
Me senté a su lado, entrelazamos nuestras manos, llevé la suya a mis labios, le di repetidos besos.
 
Quitó su sortija de casado y me la entregó; me pidió ponerla en su dedo después que salga del quirófano; ya sea con vida o sin ella, quería llevarla con él.
 
Me llené de un profundo sentimiento, nos abrazamos entre lagrimas, no dijimos nada, estuvimos así hasta que entraron a llevárselo.
 
Terminaron de prepararlo y lo sacaron de la habitación en una silla de ruedas.
 
Lo tomé de la mano; caminé a su lado hasta que llegó a la puerta de la sala de operación. Me incliné a su altura, le tomé el rostro, le di un pequeño beso en los labios.
 
—Te espero, mi amor, estaré en el laberinto esperando la llamada —lo besa nuevamente—. No me falles, mi amor, sabes que estoy esperando por ti.
 
Entro; me quedé parado con los ojos llenos de lágrimas.
 
Salí corriendo, pasé al lado de nuestros familiares. Empecé a sentir una profunda tristeza.
 
Corrí y corrí por las calles; cuando quise darme cuenta, estaba en el jardín de mi casa, en el laberinto.
 
Caminaba de extremo a extremo, del punto donde lo esperaba hasta donde lo encontraba.
 
Le gritaba como loco desesperado si tenía algo bueno que contarme; moría por escuchar su respuesta al otro extremo, que diga que todo estaba bien, que se quedará a mi lado.
 
La operación duraría de cuatro a seis horas; habían pasado dos. No dejaba de caminar en el laberinto.
 
De un momento a otro me dejé caer entre las enredaderas.
 
Saqué el celular, entre lágrimas empecé a ver nuestras fotografías. Cuando llegue a la de nuestra boda, aferre el celular contra el pecho.
 
—Quiero que te quedes a mi lado, no me dejes, mi vida sin ti no tiene sentido, eres lo mejor que me ha pasado, eres todos mis deseos y mis ganas.
 
Entre una lágrima y otra me quedé dormido.
 
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Sentí pasos; estos aplastaban las hojas secas; cada vez se sentían más cerca.
 
Se detuvo, de momento no los sentí más.
 
Abrí los ojos; estaba enfrente mío, con una hermosa sonrisa. Se veía radiante, vestido de blanco.
 
Extendió la mano diciendo: 
 
—¡Te encontré, Jeon Jungkook! 
 
Me levanté de un sobresalto; me aferré en su cálido cuerpo.
Susurro a mi oído: —Aquí estoy, nunca me iré de tu lado.

Estaba sereno y sonriente, en cambio, lloraba como un niño mientras acariciaba mi cabello; consolaba mi llanto, diciendo que todo iba a estar bien, que no me preocupara.
 
 
Nos abrazamos por un prolongado tiempo, hasta que se desvaneció entre mis brazos.
 
 
 
 

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