-No podemos estar aquí -habló Clint en un susurro alarmado. Por más de que miraba la puerta a cada rato no dejaba de seguir a su hermano.
-Tranquilo, no va a venir hasta la noche -le aseguró él, mientras corría con su pie a un costado las herramientas que yacían en el suelo.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Lo sé y ya.
-¿Y sí viene y nos encuentra? -le preguntó, preocupado.
-¡Clint! Tranquilo, no va a pasar.
Eran cerca de las cinco de la tarde y apenas una pequeña ventana de vidrios sucios iluminaba la cochera. Se creaban sombras densas, un ambiente oscuro y congelado en el tiempo, con los bordes desdibujados como si fueran los últimos restos de un recuerdo. El aire de allí era pesado y concentraba un olor a aceite de motor y gasolina que era difícil de tolerar. Barney empujó una llanta hasta dejarla a un costado de un auto desarmado en partes.
-¿Qué hacemos aquí? -cuestionó Clint, que se quedó congelado en un lugar mientras su hermano hacía espacio. Al principio creyó que iban a jugar a las escondidas pero el rictus firme y decidido del mayor le decía lo contrario.
-Te voy a enseñar a defenderte. Y a atacar. -se paró en frente de él, en el lugar que les quedó libre. Le hizo una seña con la mano para que se acercara-. A ver, golpéame.
Clint abrió grande sus ojos, entre confundido y asustado.
-Está bien, lo puedo aguantar. Dame tu mejor golpe. Vamos -le animó.
-No, no te quiero lastimar.
-¡Vamos, golpéame! -insistió.
Con una mueca de disgusto, sintiéndose presionado y principalmente desconfiado, cerró el puño y le propinó un puñetazo en la nariz de su hermano. Barney soltó un fuerte quejido de dolor que hizo preocupar más aun al rubio.
-Estoy bien, estoy bien -avisó, mientras se enderezaba y se llevaba la mano al sector donde recibió el impacto-. Buen golpe, me diste justo en la nariz.
Se revisó que no sangrara, entonces volvió a su posición inicial hasta quedar cerca a Clint, quien permanecía con los pies clavados en un solo lugar, temeroso de tocar algo y dejar evidencia de su presencia allí. Su padre le había gritado tantas veces que no se acercara...
-Okay, tenemos que ajustar algunas cosas. No es que no seas valiente, sé que lo eres, pero eres muy pequeño.
A pesar de que Clint tenía la estatura de cualquier niño promedio de siete años, sus bracitos eran básicamente dos ramitas. Su contextura física era escuálida dado que a veces no tenía apetito, sumándole al echo de que siempre estaba como encogido, con los hombros hundidos, haciéndose chiquito, queriéndose esconder de su realidad en un caparazón que siempre fantaseo tener como su único protector de las adversidades.
-Tienes que ponerte fuerte si algún día te vas a enfrentar a alguien, eres tan frágil como un pollito.
-Yo no me quiero pelear con nadie, Bar.
-Clint, algún día lo vas a necesitar, en algún momento vas a tener que enfrentarlo.
Oír aquello no le gustó al menor pues bajó la mirada con su imaginación aniñada recreando escenarios donde se enfrentaba a Harold. En ninguna de esas visiones ganaba.
-Ven -Barney lo tomó del brazo y con su otra mano libre lo ayudó a formar el puño-. Siempre con el dedo pulgar fuera, si lo metes debajo de los dedos te puedes lesionar. Golpea siempre con los dos primeros nudillos, ¿okay? Esos son los huesos más duros.
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EL FIN DEL SILENCIO - clintasha
Fanfiction[fanfic clintasha] Luego de un accidente confuso, la vida del arquero comienza a desmoronarse. [itsa ene 22 - jun 24]