━Capítulo 13

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SHIELD parecía un universo paralelo, y Clint se sentía parado en un plano diferente y lejano.

Casi trece años había trabajado en aquel lugar y nunca se sintió tan perdido en ese espacio como en ese momento. Ni siquiera en su primer día se había sentido tan descolocado. De ese establecimiento en particular se sabía de memoria sus pasillos, sus cuartos secretos, conocía todos los tipos de habitaciones porque había dormido en todas, desde las más pequeñas y sencillas para los ingresantes hasta las más completas en comodidades para los agentes de alto rango, había entrenado en sus gimnasios monumentales, se sabía sus ritmos, sus horarios más concurridos, sus madrugadas apacibles y su sinfín de protocolos. Era su segundo hogar.

Ahora lo desconocía. Tan solo un par de meses y una sordera profunda había sido suficiente para alejarlo de aquel lugar de todas las maneras posibles.

No supo cuánto tiempo estuvo parado frente al ventanal que dejaba ver el panorama entero del patio de entrenamiento, una hebra mínima de su persona volvió a orientarse cuando vio el reflejo de Phil Coulson en el vidrio.

Lucía sorprendido. Se giró para verlo.

-(Viniste.)

-Tú me llamaste.

-(Sí, pero no (¿creí?) que ????)

Respiró hondo, desvío la mirada por un segundo al patio y se obligó a concentrarse. Tenía poca tolerancia a la frustración y el sentirse ajeno a un espacio que tantos años creyó que le perteneció a su vida y no poder entenderle solo elevaba los niveles de intolerancia. Estaba un poco mareado, como si del suelo de ese estableciendo se hubiera elevado un laberinto. Nunca antes había captado la complejidad de SHIELD hasta ese momento. La sordera le quitaba la audición pero le abría más los ojos.

Volvió a mirarlo. Phil seguía siendo el mismo tipo de siempre, con sus trajes negros, corbatas rayadas y esa expresión dibujada a medias que parecía decir "yo sé algo que tú no".

-(Lo siento, yo no...) -y Phil hizo varios movimientos con las manos-(Sé algunas palabras pero...)

-Está bien -se apresuró en decir, no estaba molesto-. Pero no te pongas nervioso, te voy a mirar mucho los labios -y un ligero tono de burla le floreció en algunas palabras.

Phil sonrió apenas. Le hizo una seña con la cabeza para que lo siga. Lo guió hasta su pequeño despacho donde cada uno se sentó a cada lado del escritorio. Ahí Clint se dio cuenta que Coulson lo estaba observando minuciosamente, en su usual rictus estático, el arquero atrapó un destello de preocupación.

-No -le advirtió-, no me digas nada. Ya sé lo que estás pensando y no me lo digas.

"Estoy haciendo lo mejor que puedo."

Estaba cansado de escuchar (o, bueno, leer, interpretar, advertir, etc.) siempre lo mismo: de que se veía mal, de que estaba diferente, más consumido, desalineado, que se veía cansado o que su estado era alarmante. Lo que menos necesitaba ese día era que Phil le dijera eso.

-(Te iba a decir que te ves (¿mejor?) de lo que creí.)

Clint puso los ojos en blanco porque captó el sarcasmo en sus maneras.

-(¿No es eso lo que querías escuchar?) -le preguntó y se dio cuenta tarde-. (Lo siento.)

-¿Para qué querías verme? -inquirió. Sonó apurado, y es que realmente no quería estar ahí.

Solo había decidido salir de su casa y arreglarse como una persona medianamente decente porque Coulson se lo había pedido. Un nivel de fuerza y voluntad monumental le había tomado llegar hasta ahí, no fuerza física, sino también mental. Se estaba agotando.

EL FIN DEL SILENCIO - clintashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora