━Capítulo 26

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En algún punto de la sesión se llegó a Adrien.

Antes le había dado una devolución de todo lo que había leído en el cuaderno y le hizo un par de preguntas y comentarios pero por alguna otra razón (además del hecho de que Clint lo nombró muchas veces en las últimas páginas) Débora había decidido detenerse en eso.

Y Clint se lo esperaba, claro. Era inevitable. Para eso estaba ahí, ¿o no? Entonces fue así que, recolectando un cantidad abismal de fuerza, le habló de él, explayó lo que ya estaba escrito y, específicamente, le explicó como funcionaban esos trucos mentales suyos. Lo hizo con algo de temor y vacilación porque entendía que eso era algo difícil de creer y se lo advirtió, pero la seriedad en el rostro de Débora le dijo que todo lo que iba a salir de la boca del rubio lo iba a creer.

Cuando consideró que ya no había mucho más que contarle, se instaló un silencio de algunos segundos en los que Débora usó para, supuso Clint, digerir todo lo que le había dicho y para ordenar su respuesta.

—[Clint] —comenzó—, [viviste muchos eventos traumáticos a lo largo de tu infancia y adolescencia], —señaló con el dedo el cuaderno que estaba sobre el escritorio, justo en medio de ambos— [aquí los describiste, es claro que fue así. Por lo que me cuentas entiendo que conviviste reviviendo esos recuerdos dolorosos por mucho tiempo hasta que en algún punto en tu adolescencia esto se convirtió en un impedimento para tu progreso y bienestar. Imagínalo como una muralla en el medio de un camino. Tú estuviste transitando ese camino todo ese tiempo hasta que te topaste con ese muro y te incapacitó poder seguir. Ahora bien, lo que usualmente suele hacer nuestro inconciente para protegernos de esas situaciones traumáticas que vivimos es bloquear esos recuerdos. Los reprime, pero nos los elimina, para evitar que revivamos el dolor de tales momentos. Es un mecanismo inconsciente de protección. En tu caso no fue así, tú recordabas todo y querías dejar de hacerlo, es por eso que tal vez indirectamente se lo pediste a Adrien porque sabías que él podía lograr eso.]

Clint suspiró.

—Sí, no tendría que haber hecho eso —se lamentó él, con la voz baja, bajando un poco la cabeza.

Débora le hizo la señal de alto con la mano.

—[No importa ahora si lo que hiciste estuvo bien o mal. Estamos viendo tu pasado para revisar tu presente. Como te decía, Adrien lo hizo, y no importa si él lo hizo con buenas o malas intenciones. Adrien quitó esa muralla y tú pudiste seguir con tu vida. Lograste convertirte en el mejor arquero, luego tomaste la desición de irte de ahí, encontraste un mejor trabajo, un hogar, te hiciste amigos nuevos, seguiste con tu vida... pero luego pasa ésto y Adrien deshace de alguna forma lo que hizo y te vuelves a topar con este muro, que como no trataste en su momento no tienes herramientas para traspasarlo, así que esas atascado otra vez. Esto pasa cuando se lo niega, se lo suprime, se lo evita. Evitaste hablar y abrirte durante muchísimos años y ahora te está volviendo a hacer mal. Clint, con ésto que te digo no busco hacer que te arrepientas o te haga sentir mal, te quiero señalar que ésto es lo que no hay que hacer, porque de hacerlo te vas a cruzar con murallas toda la vida y no vas a procesar el trauma. Lo importante, te quiero resaltar ésto, es que el hecho de que ya estés aquí es un avance muy grande para adquirir las herramientas necesarias para superarlo. Empezar a hablar es una de ellas, identificar y expresar las emociones...]

—Hablar de ésto es doloroso, Debby —le interrumpió él. Sentía subidones de repulsión de tan solo pensar en que tenía que hablar de eso, y le inquietó el solo hecho de creer que nunca iba a poder estar listo para hacerlo.

—[Sí, es doloroso. Y tiene todo el sentido que quieras evitar el recuerdo porque te angustia demasiado, no estás haciendo nada fuera de lo común. Sin embargo, Clint, existen dolores que jamás desaparecen, pero se alivia y se pueden aliviar mucho.] —ella hizo una pausa, tenía una expresión pensativa—. [Es como ver una película de terror. La primera vez que la ves te da mucho miedo. Pero la vez una, dos, tres veces más y ya no te produce lo mismo. Lo mismo es con este caso. Se le pierde sensibilidad al recuerdo pero para esto es muy importante que te abras, hables, que busques un lugar para expresarlo. Para ésto tienes éste espacio] —por un momento apoyó sus dedos sobre el cuaderno—. [Y esto es un excelente recurso también.]

EL FIN DEL SILENCIO - clintashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora