EL FIN DEL SILENCIO - clintasha

━Capítulo 31

El miércoles Kate fue a su casa para cenar.

Se apareció en su puerta pasadas las nueve de la noche, con una caja de pizza, dos latas de cerveza y una expresión de disculpas en el rostro.

—¿Me lo hubieras contado? —preguntó Clint una vez que terminaron de comer.

Kate estaba recostada en todo el largo del sofa. Clint se había sentado en el suelo, justo en el espacio entre la mesita ratona y el sillón, recargando la espalda en el costado de éste. Lucky dormitaba a su lado, usando su pierna como almohada. Le hubiera encantado que ese instante fuera como cualquier otra noche en la que su vida seguía un rumbo fijo y tranquilo y solo se juntaba con su amiga para pasar el rato.

Kate tardó en responder.

—Bueno... le había prometido a Yelena que no pero —hizo énfasis en la última palabra, prácticamente gritando, pues sabía que Clint estaba por reprocharle— hubiera hablado con Natasha para convencerla de que te lo contara. La iba a convencer, eh, sabes que cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta lograrlo.

Clint lo sabía, de todas formas no se sintió menos desganado. Le acarició la cabeza a su perro y lo tomó como un consuelo. La presencia de Kate también lo era, aunque en realidad ella se había presentado a pedirle perdón pues no se habían visto desde el sábado. El rubio no tenía nada que perdonarle, no estaba enojado con ella, en realidad no hizo nada malo. Apreciaba su compañía y su sinceridad que muy bien le venía esa noche. Clint había estado teniendo unas muy difíciles. Ya no bebía tanto y no ignoraba al mundo que lo rodeaba (principalmente por su trabajo), el pozo donde se había metido ya no era tan profundo pero había estado soñando, teniendo pesadillas, y se ha encontrado a sí mismo escribiendo el nombre de Natasha en su cuaderno negro a la mañana siguiente. No era la forma más efectiva para desahogarse, pero por lo menos no peligraba caer en un hospital por un coma etílico.

—Clint —comenzó Kate y en su voz oyó algo de inseguridad. Le siguió una pequeña pausa—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

Clint alzó una ceja, intrigado.

—Dime.

—¿Te molestó que Natasha no te lo haya contado o te molestó que haya sido con tu hermano? —la voz de Kate demostró lo cohibida que estaba al preguntarlo, como si no se animara del todo a hacerlo.

Clint soltó un suspiro largo, hondo, cargado de pesar. Cerró los ojos y echó la cabeza hacía atrás hasta apoyarla en el borde del sofá. Continuó acariciando a Lucky, en su pelaje suave y sedoso encontraba el comfort para afrontar cual fuera que sea la dirección que tomaría esa conversación.

—Si nos detenemos a pensar bien... técnicamente no te engañó —comentó Kate, más que nada para llenar el vacío del silencio del arquero.

—No, no me engañó. Sé que no fue un engaño.

Abrió los ojos, su mirada deambuló por todo el techo. Se tomó un instante de reflexión para poner en órden sus palabras y pensamientos. Tuvo durante tantos días un desastre constante en su cabeza que ahora encontrar algo de razonamiento (sin estar influenciado por la vorágine de las emociones) le costaba. Era como la calma posterior a la tormenta, había quietud pero ya todo estaba destrozado.

—Me molestó que me haya mentido. Me mintió, Katie. Yo se lo pregunté hace mucho y ella me lo negó —le explicó, entristecido—. Viniendo de ella se sintió como una traición. Eso me hizo doler mil veces más que viniendo de cualquier otra persona.

Ya tenía un nudo en la garganta. No pudo seguir explicando que si le dolía así era porque jamás hubiera esperado una traición de Natasha, mujer a la que antes le hubiera entregado la vida para que se la cuidara porque en ella confiaba ciegamenta. Meses atrás eso era algo imposible, impensado, sin embargo, ahora quería creer que fue consecuencia del peor efecto dominó que pudo llegar a padecer pues, sí, le urgía creer eso y no que esa mierda había sido indirectamente parte del plan de Adrien para destrozarlo y separarlo de lo que más quería en su vida. Si en verdad había sido así, él había logrado su cometido incluso muerto y además de ser un verdadero genio era un hijo de puta.