━Capítulo 12

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—¡¿Que hiciste qué?!

Natasha cerró los ojos y se agarró el puente de la nariz. La otra mano la tenía ocupada con su celular, que lo mantenía pegado a su oreja. Lo único que había hecho esa mañana fue tomar una taza de café y acostarse en el sofá como si fuera el diván de un consultorio psicológico. Además de ser su hermana y su consejera, en parte a Yelena también la consideraba su analista.

La había llamado porque, bueno, se había metido en una situación que parecía no tener salida y porque estaba abrumada. Le estaba sobrepasando la situación y lo que necesitaba era a su hermana, a su oído siempre dispuesto, sus opiniones razonables y sus consejos considerados. La había puesto al día de todo lo que había pasado desde la última vez que la llamó hasta esa misma mañana, cuando Barney se fue apurado.

No esperaba esa reacción tan exasperada.

—Es que... Cómo... Pero... —balbuceó Yelena desde el otro lado de la línea y Natasha dejó a un lado su sofoco por un instante para sonreír divertida por el desconcierto chistoso de su hermana— ¡¿Cómo pasaste de un "Barney no me gusta" —lo dijo imitando su voz— a acostarte con él?!

Abrió los ojos y clavó la mirada en el techo. Soltó el aire hasta sentir que se desinflaba.

—Yo... —comenzó, pero no supo qué decir—. No sé.

—Okey, a ver. Se abrió contigo sobre su pasado, lo conociste un poco mejor, salieron, lo besaste, le dijiste que vayan más lento y, ¿qué? ¿Te acostaste con él al otro día? ¿Entendí bien?

Se llevó una mano a la frente, como queriéndose golpear por cometer una torpeza. Dicho así suena como una locura.

—No, pasaron un par de días pero... Básicamente fue así.

Yelena hizo un largo silencio. No porque no sabía que decir, sino que fue un silencio medido que utilizó para neutralizarse, bajar el efecto de la sorpresa e intentar consolar a la pelirroja.

—Entonces... ¿te gusta?

Se mordió el labio mientras pensaba la respuesta. ¿Le gustaba? Definitivamente algo (por más mínimo que era) la habían llevado a entregarse a él. No había sido solo despecho, ¿o sí? Le parecía lindo, tenía su atractivo, era un buen hombre.

—Sí —contestó, vacilante.

—¿Por qué estás así entonces?

—Es que creo que fue un error. No estaba pensando en lo que hacía.

—¿Acaso no querías hacerlo?

—No, no es eso.

—Nat, lo viste, te gustó y te quisiste acostar, no está mal, no es un pecado. Es tu vida sexual y con ella haces lo que quieras, nadie te va a juzgar. Y si alguien lo hace le rompo la  nariz.

—Siento culpa. Mucha —le confesó—. Todo ese momento estuve pensando en...

De detuvo. Que patético sonaba eso. Volvió a cerrar los ojos y su mente evocó la parte en la que mientras besaba a Barney estaba pensando en Clint.

—Creí que iba a volver a acercarme a Clint pero luego lo vi con Bobbi y me dolió tanto...  Luego creí que como Clint siguió sin mí yo podría hacer lo mismo con Bernard.

—Crees que solo lo usaste —señaló Yelena, en cierta forma a modo de pregunta, para corroborar que le seguía el hilo.

—No lo creo, lo usé —afirmó—. Como si fuera un reemplazo, creí que en él iba a encontrar lo que busco en Clint pero al final me di cuenta que...

—No es amor —completó, y Natasha asintió como si la pudiera ver.

—Detesto haber llegado tan lejos para darme cuenta recién ahora, detesto haberle hecho eso a Barney pero detesto más haberle hecho eso a Clint. De todos los hombres que hay en el mundo recurrí al que Clint más detesta. Dios, me va a odiar, ¡cuando se lo diga me va a odiar! Avancé tanto con él para nada —se lamentó.

EL FIN DEL SILENCIO - clintashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora