Vio el rostro de la doctora y supo que lo que se avecinaba eran pésimas noticias.La observó captando hasta el mínimo detalle, porque observar era lo único que podía hacer ahora. Sus ojos habían ascendido al podio de la vitalidad al lado de sus pulmones y su corazón, ese par de orbes le eran necesarios para vivir. Y no, no estaba exagerando.
Contempló como la doctora Shepard (o Shefard o Sherald o como fuera, en realidad no prestó atención) se sacaba los anteojos con lentitud, luego de leer en la pantalla de su computadora. Le había tomado un par de minutos leer lo que creía Clint que era un informe médico y otros tantos segundos en analizar o pensar. ¿Analizar o pensar qué? Se preguntó Clint. Enseguida supuso que era cómo iba a comunicarle lo que tenía escrito en el aparato. La vio apretar sus labios en un gesto fugaz de indecisión y su rostro proyectó durante una milésima de segundo tensión. Clint hundió sus dedos en la camilla donde estaba sentado.
La doctora giró apenas su silla en dirección del arquero.
-(Señor Barton) -dijo, y se detuvo-. (Clinton) -articuló, con la intención de llamarlo por su nombre para que ese momento fuera más personal y ameno-, (ya tenemos los estudios del (otorrino¿narin??) y del (¿neurólogo?), me temo que... Oh, lo siento.)
-(No se preocupe, puede leerle los labios) -le avisó Barney, que se había sentado del otro lado del escritorio de la doctora. El mayor de los hermanos tenía el cuerpo rígido, parecía que ese sexto sentido cuyo radar detectaba infortunios formaba parte de la genética de los Barton.
Para Clint, esa imagen de su hermano sentado en ese lugar, dentro de un consultorio médico y él viendo todo desde el lugar de la camilla tenía una similitud escalofriante a una de su infancia, cuyo recuerdo no quería destapar. Quería que se mantuviera ahí, en ese rincón oscuro de su mente como venía manteniendo todas esas memorias de su infancia. Recuerdos abandonados, así estaban bien. Tenía que prestarle atención a la doctora.
-(Okey, bien. Como te decía... Los estudios no salieron tan bien como lo (¿esperabamos?). La razón por la cuál aún no oyes nada es porque tienes gravemente dañado el oído interno, me temo que estamos hablando de... )
Pero Clint desvió la mirada. Ya lo percibía, lo sentía en su pecho y en ese pedacito de alma que le quedaba sano. Le corría el mal presagio en la piel como un escalofríos.
Notó por el rabillo del ojo que Barney y la doctora intercambiaron rápido un par de palabras. La mujer se puso a escribir en su computadora. Cuando terminó le hizo una seña con la mano para que mirara. El monitor estaba apuntando hacia él, con palabras escritas en Word, con letra grande para que pudiera leerlo. El rubio lo leyó rápido, muy rápido, sin importarle llegar a leer el párrafo entero para que esas letras tuvieran sentido, como si la velocidad hiciera que el dolor también se fuera enseguida. Distinguió las palabras necesarias para saber que estaba jodido. Con eso le alcanzaba, ya había interpretado todo.
"𝙾í𝚍𝚘 𝚒𝚗𝚝𝚎𝚛𝚗𝚘 𝚐𝚛𝚊𝚟𝚎𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚍𝚊ñ𝚊𝚍𝚘... 𝙰𝚏𝚎𝚌𝚝ó 𝚝𝚎𝚛𝚖𝚒𝚗𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚗𝚎𝚛𝚟𝚒𝚘𝚜𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚌ó𝚌𝚕𝚎𝚊... 𝙷𝚒𝚙𝚘𝚊𝚌𝚞𝚜𝚒𝚊 𝚗𝚎𝚞𝚛𝚘𝚜𝚎𝚗𝚜𝚘𝚛𝚒𝚊𝚕 𝚋𝚒𝚕𝚊𝚝𝚎𝚛𝚊𝚕... 𝙴𝚜𝚝𝚊𝚖𝚘𝚜 𝚑𝚊𝚋𝚕𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚞𝚗𝚊 𝚑𝚒𝚙𝚘𝚊𝚌𝚞𝚜𝚒𝚊 𝚙𝚛𝚘𝚏𝚞𝚗𝚍𝚊... 𝙿𝚎𝚛𝚘 𝚎𝚜𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚖𝚊𝚗𝚎𝚗𝚝𝚎."
Permanente, volvió a leer Clint, y quitó definitivamente la mirada de la pantalla. También de la doctora y de su hermano. Se clavó en un punto fijo del suelo y no supo por qué la visión se le estaba tornando borrosa, como si estuviera zambullido debajo del agua.
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EL FIN DEL SILENCIO - clintasha
Fanfiction[fanfic clintasha] Luego de un accidente confuso, la vida del arquero comienza a desmoronarse. [itsa ene 22 - jun 24]