Capitulo 19

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Habían pasado casi quince días y Elizabeth aún no podía quitarse de encima los acontecimientos de ese día, una y otra vez, los gritos y la cara de Helena pasaron por su mente sin cesar, en los días siguientes apenas podía dormir, desarrollando círculos oscuros alrededor de sus ojos.

Aunque ahora hablaba más con el Cardenal, el era muy amable y la reconfortaba el echo de que ahora podía hablar con aquellos que antes la despreciaban y eso estaba bien, desempeñaría mejor en un futuro cercano su puesto de Sacerdotisa del valle, aunque Papa nihil y Sister aún para ellos Elizabeth no era santo de su devoción, ella estaba feliz con que las  hermanas y El Cardenal le tratarán bien.

Elizabeth también se encontró deambulando por el sótano de la iglesia, su explicación a Papa fue que deseaba supervisar los preparativos de la boda, y eso era parcialmente cierto, Elizabeth disfrutó viendo cómo se pulía la plata y la madera de cóm...

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Elizabeth también se encontró deambulando por el sótano de la iglesia, su explicación a Papa fue que deseaba supervisar los preparativos de la boda, y eso era parcialmente cierto, Elizabeth disfrutó viendo cómo se pulía la plata y la madera de cómo las Ghoulette recogían follaje, pero esa no era la única razón, caminaba a lo largo del sótano todos los días, imaginando cómo debió haber sido para Helena pasar sus últimos momentos allí fría y sola.

Elizabeth había estado tan aturdida que solo se imaginó que la boda se llevaría a cabo al día siguiente con  Cardenal Copia acercándose a ella y eso era bastante extraño, si era con Papa con quién se casaría.
Estaba sentada en uno de los muchos bancos, estudiando atentamente otra ventana, con sus pensamientos.

Caminaba despacio, corría por su mente, la pregunta de por qué no podía librarse de todas las pruebas que le daba la vida, ella quería ser feliz y no pensar en otra cosa, mañana estaría unida eternamente a Papa, pero no podía lograr el estado de ánimo que había deseado.

Se apreto las manos mientras avanzaba por un pasillo en el lado opuesto de la habitación, nunca había sido así por lo general, daba vueltas por la habitación, pasando las manos por los barrotes e imaginando la horrible sensación que se había vivido allí abajo.

Las paredes aún estaban iluminadas por antorchas cuando llegó al final del pasillo, había otra habitación, y delante de ella había unas escaleras que conducían a una trampa.

Observando la habitación, Elizabeth notó dos grandes losas de piedra, se dirigió hacia la que estaba a su derecha, notando las intrincadas tallas en el costado, puso su mano suavemente sobre la superficie áspera y asimiló las palabras.

Papa Emeritus leyo en apenas las primeras letras que  no se entendían  muy bien, Elizabeth pasó los dedos por los surcos de la piedra, tratando de recordar lo que Papa le había dicho sobre sus hermanos, curiosa, caminó hacia el otro sarcófago, este tenía dibujos menos enrevesados pero sus letras decían que era mucho más joven que el otro.

-Papa Emeritus II.  -Elizabeth leyó en voz alta, mirando alrededor de la habitación, luego luchó por recordar el primer día que había estado en el Valle.
Recordó haber visto las estatuas en el cementerio y con poca orientación, determinó que debía estar parada debajo de ellas.

Suspirando, examinó la habitación, preguntándose dónde estaría su Tobias, y ella no quería pensar en perderlo, aunque pensaba en lo que el Cardenal le había echo pensar, Elizabeth estaba más segura de casarse con Papa, además de que no tenía ningún motivo amoroso con El cardenal, y se recordó a sí misma que la muerte llega en cualquier momento y no debía pensar o perder el tiempo en tonterías como esas, estaba tan metida en sus propios pensamientos que no escuchó el suave golpeteo y los pasos que acompañaban al ser que se movía por el pasillo.

-Pensé que te encontraría aquí. -Elizabeth se dio la vuelta, agarrándose el pecho mientras observaba a Evelyn la chica de pelo grisáceo rió entre dientes, acercándose a ella.

-Me disculpo por asustarte, creí que me escuchaste.  -Evelyn dijo, con una pequeña pintando sus labios, el ritmo cardíaco de Elizabeth volvió a un nivel normal cuando Evelyn la miró.

-Tu color es débil, ¿qué pasa? -Preguntó suavemente, Elizabeth negó con la cabeza.

-Solo nervios, supongo. -Ella confió, mirando hacia la tumba, Evelyn jadeó y Elizabeth inmediatamente la miró.

-Deberias estar muy emocionada. -Gritó, agarrando la mano de Elizabeth.

Elizabeth se rió.

-Lo estoy, la boda traerá una gran alegría. -Dijo, con una sonrisa dibujando sus labios, cuando Evelyn estaba cerca, parecía como si por un momento, pudiera olvidar los recuerdos, las cejas de Evelyn se fruncieron con confusión.

-Estoy segura de que lo hará, pero no era a eso a lo que me refería. -Aunque Evelyn no podía ver, sus ojos tenían un brillo que solo un secreto podía crear, Elizabeth se burló mirándola.

-¿Qué quieres decir? -Preguntó mientras Evelyn sonreía.

-Estás embarazada. -Dijo Evelyn intencionadamente, apretando su mano, la confusión se apoderó de Elizabeth como una ola cuando la expresión de Evelyn cambió.

-¿Niño? -Dijo Evelyn.¿Por qué? ¿No lo sabías? -Elizabeth preguntó rápidamente, Evelyn colocaba una mano en su estómago.

-No puede ser. -Dijo Elizabeth, con su mano volando hacia su estómago que estaba debajo de su corsét.

-Los colores no mienten, y puedo verlo, ahora mismo. -Evelyn explicó.

Elizabeth se quedó en silencio por un momento, las palabras jugando una y otra vez en su cabeza. ¿Cómo podría estar embarazada?

Elizabeth y Papa habían tenido sexo muchas veces pero ellos se habían cuidado con el té especial que le preparaba el curandero, ciertamente no había manera de que pudiera haber resultado en un hijo, Elizabeth pensó mientras Evelyn sonreía.

-Ven, tu prueba sera pronto. -Dijo, tirando de Elizabeth con ella por el pasillo.

La noticia la había dejado estupefacta pero extrañamente esperanzada, había sido suficiente para alejar de su cabeza todos los pensamientos oscuros que la habían acosado durante las últimas dos semanas y ahora su cabeza se arremolinaba con entusiasmo esperanzado.

Sin embargo, ahora solo necesitaba descubrir una cosa, cómo decírselo.

(Joseph)

(Joseph)

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Ardiendo en el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora