Capítulo 28

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Para cuando el amanecer coronaba el cielo estaba nublado y estaba nevando, Elizabeth y el Aleksi estaban lejos del camino, a Elizabeth le dolían los brazos por agarrar la melena de Aleksi, y sus piernas gritaban de agotamiento por tener que mantenerse sobre su espalda, Elizabeth se reflejó en el hielo de los árboles y lo que vio era una persona diferente ahora sus ojos eran verdes y su cabello rojo, se maravilló al verse diferente, aunque no sabía por que había ocurrido eso.

Horas antes, Elizabeth había perdido la sensibilidad en sus extremidades y sus ojos estaban caídos por el agotamiento.

-Mi sacerdotisa, debemos descansar. -Dijo Aleksi, resoplando contra el frío. Elizabeth suspiró, su pecho dolía por el frío, se pasó una mano por el cabello enredado y miró detrás de ellos, Aleksi redujo la velocidad a un ligero trote, su aliento se nubló frente a su rostro.

-Está bien. ¿A dónde debemos ir? -Preguntó Elizabeth, inclinándose hacia un lado para poder ver sus ojos, los ojos marrones oscuros con motas doradas se encontraron con los verdes cuando Aleksi se detuvo.

-Aquí. -Yo se desmontó rápidamente, sus pies dolían cuando tocaron el suelo del bosque, el Aleksi hizo un gesto hacia una cueva que se abría a unos metros a su derecha.

Elizabeth asintió y entró, mientras seguía su paso, en el interior el agua goteaba, haciendo eco en los alrededores de piedra, Aleksi pasó a un lado de Elizabeth, casi rozaba el techo de la cueva.

El Aleksi se detuvo y se arrodilló, apoyándose contra la pared de la cueva, hizo un gesto a su lado y Elizabeth se recostó contra él, la calidez del Aleksi la envolvió mientras se acurrucaba profundamente contra él.

-Gracias. Dijo ella, la piel suave contra su mejilla magullada, Aleksi no respondió mientras recostaba su cabeza para una siesta muy necesaria.

Para cuando el sol se estaba poniendo, había comenzado una profunda nevada, Elizabeth todavía dormía profundamente contra el Aleksi, la miró con anhelo, porque se había despertado hacía horas, Aleksi estaba a punto de despertarla cuando un suave zumbido llegó a sus oídos, las orejas del Aleksi se movieron mientras escuchaba, y una luz atravesó la entrada de la cueva y, a su luz, apareció una sombra.

La gran sombra estaba unida a una mujer humana robusta y casi tan alta como aleksi, ella estaba silbando y su boca revelaba que no tenia muchos de sus dientes se disparaban en todas direcciones, cuando sus ojos oscuros y brillantes se encontraron con los de Aleksi se detuvo, aterrizaron en Elizabeth y la bruja le dio al Aleksi una mirada de complicidad.

-Ah, ¿Es otra?  -Preguntó ella, con voz ronca y baja, El Aleksi asintió y la mujer entrechocó los talones, chasqueó los dedos y una suave luz dorada los alumbró se acercó alrededor de Elizabeth y la levantó con cuidado en el aire.

Bailo con la mujer pequeña y salió de la cueva, la tarde había comenzado a convertirse en noche cuando la mujer desapareció en la oscuridad congelada, con Elizabeth en sus manos.

Elizabeth se despertó con calor. Eso

Un consuelo en relación con la cueva que ahora inundaba su mente, sus ojos se abrieron y la cálida luz del fuego entró en su visión, algo que acababa de salir de sus confines traqueteó y crujió, se frotó los ojos y se obligó a levantarse nuevamente después de la sacudida que le dió esa gigante a su cuerpo aún débil.

-¿Hola? -Preguntó en voz baja, con la garganta dolorida por el frío, una figura en el rabillo del ojo apareció a la vista, una mujer robusta con un rostro amable pero desgastado la miró, llevaba un vestido largo negro y un sombrero puntiagudo sobre su cabeza, el cabello sobresalía en puntas debajo de él.

-Ah, estás despierta. -Ella notó, sus manos en sus caderas, Elizabeth gimió de dolor mientras tiraba las piernas por el costado del catre en el que estaba durmiendo.

Ardiendo en el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora