Capitulo 9

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Pasaron dos días, dos días llenos del adolorido cuerpo de Elizabeth y los deberes de Ivy para asegurar el poco consuelo que pudiera encontrar.

Al principio se preguntó si había ofendido a Papa, si bien su comportamiento era normal, anhelaba hacerle las preguntas candentes que le habían dado vueltas en la cabeza desde que se había despertado, Elizabeth se había ocupado de quitarse las vendas de las manos cuando apareció Ivy.

-¡Oh, señorita! Me disculpo por olvidarlo, Prendere el fuego ahora. Dijo rápidamente, lanzándose hacia la chimenea donde el fuego no era más que brasas.

Elizabeth apenas se había dado cuenta de la falta de calor, debido al hermoso día de otoño justo afuera de las ventanas, Elizabeth inspeccionó sus manos y notó que se veían completamente normales.
Había esperado algún tipo de tejido cicatricial, ya sea por el fuego o por los cortes que había sufrido, y sin embargo, sus manos estaban tan idénticas como el día en el que nació.

Observó cómo Ivy luchaba por encender el fuego, lentamente Elizabeth se puso de pie, moviéndose con cautela a través de la habitación hacia su lado, Ivy saltó ante su proximidad.

-Aquí, déjame ayudarte. -Elizabeth dijo en voz baja, apoyándose en la mesa.

-Por favor, señorita, no tiene que..Fue cortada por la llama que brotó de la mano de Elizabeth, y su mano chocó contra los troncos frescos y en un momento el fuego rugió a la vida.

Los ojos de Ivy se abrieron con una sorpresa que lentamente se convirtió en horror, y un pequeño sonido escapó de su garganta, una mezcla entre tos y llanto, y rápidamente se puso de pie y salió de la habitación, luchando contra todas las ganas de correr, en si intento de salir casi choca con Papa que acababa de entrar por la puerta entreabierta.

-Bueno, es bueno ver que te sientes mejor. -Dijo Papa con una sonrisa.
Elizabeth se volvió hacia él, se apoyó en la mesa y suspiró, sus ojos estaban tristes cuando los pasos de Ivy se apresuraron por el pasillo, por un momento ella sólo se fijó en Papa, el también la estaba observando, notando sus mejillas sonrojadas, de repente Elizabeth se dio cuenta de que no estaba vestida para recibir compañía.
Su corsét no estaba a la vista y podía sentir el frío que aún plagaba la habitación luchando por llegar a su pecho, Papa se aclaró la garganta.

-Preferiría que no usaras tu... -Señaló sus manos a sus manos.

-Todavía el descanso de los inmortales ha estado en pie por mucho tiempo, y una buena parte de él es bastante inflamable. -Terminó, señalando las pesadas cortinas que habían sido corridas para revelar la tarde, Elizabeth recordó la biblioteca que mencionó Lucí e inmediatamente escondió sus manos detrás de su espalda.

-Aparentemente también asuste a su personal. -Elizabeth dijo con amargura mientras regresaba lentamente a la cama.

-No te preocupes por Ivy, ella es como muchos otros aquí en el valle, simplemente no está acostumbrada a ver a alguien con tus dones particulares. -Elizabeth miró hacia él mientras ella se sentaba suavemente en la cama, levantó con cautela el tobillo lesionado y lo apoyó sobre la ornamentada almohada a los pies de la cama.

-Pero hay otros, ¿no? ¿Gente con dones? su última palabra no era familiar en sus labios, Elizabeth no vio esta misteriosa habilidad como un regalo y además, era un inconveniente que la había llevado directamente a su situación actual.

-Algunas ahora son todas hermanas y comulgan juntas. -Papa explicó, moviéndose para tomar asiento en su silla habitual.

-¿Cómo son? Me refiero a sus habilidades. -Añadió Elizabeth cuando Papa la inspeccionó, miró hacia las ventanas, como si pudiera verlas y se las estuviera describiendo.

Ardiendo en el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora