Capitulo 25

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Elizabeth abrió los ojos a la luz blanca y fría de la mañana, su aliento desapareció en bocanadas ante ella mientras el enojado cielo gris la miraba.

A través de las copas de los árboles, una niebla parecida a una manta había comenzado a caer, desde entonces, el padre Sanson se había mudado para ocupar el lugar de Joseph y estaba estudiando atentamente a Elizabeth desde su caballo, se incorporó y se arrastró hacia las barras separadas por sólo centímetros de distancia.

Envolviendo sus dedos que ya estaban azules alrededor de ellos, lo miró a los ojos.

-¿A dónde me llevas? -Preguntó ella, su voz ronca por el sueño, Sanson siguió mirándola durante un largo rato, sin responder, Elizabeth estaba a punto de repetirse antes de que él hablara.

-De vuelta a la ciudad. -Respondió en un tono práctico. Las cejas de Elizabeth se fruncieron en confusión.

-No entiendo. -Ella confesó cuando la carreta traqueteó sobre un gran agujero que la hizo caer de costado, el padre sanson se rió entre dientes.

-Tú misma lo dijiste, la primera bruja en confesar y pedir perdón. -Comenzó, con un brillo en los ojos.

-Si crees que no reclamaría eso, estás equivocado. -Continuó, su caballo trotaba hacia un lado de la jaula.

-Te llevaremos a un recorrido por el campo, cada pueblo, ciudad y provincia por la que pasemos te comerá con los ojos y te avergonzará. -Escupió, mirándola fijamente.

-¿Y por qué no me matas ahora?, Parece mucho más simple. -Dijo Elizabeth, preocupada pero intrigada por su acercamiento.

-Oh, no te preocupes querida, te enfrentarás a la muerte, pero una vez que lleguemos a la ciudad, serás ahorcado por tus crímenes. -El padre Sanson informó con una sonrisa malvada debajo de su barba, Elizabeth se estremeció, su mano instintivamente fue a su estómago, El Padre Sanson notó la acción.

-Ah, debes tener hambre me detendré hasta esta noche. -Dijo Joseph con eso, trotó el cabello hacia adelante, dejando a Elizabeth agradecida de que solo ella supiera su secreto.

***

-¡Ivy! ¿Se ha sabido algo de Elizabeth? Papa lloró cuando Ivy entró en su habitación con una bandeja grande, en él había una variedad de comida para el desayuno, si bien olían delicioso. -Papa estaba lejos de tener hambre.

-Lo siento, Papa y el Cardenal no ha traído noticias y no hay por ningún lado. -Ivy le dijo con tristeza mientras reparaba el fuego y se ponía de pie.

-Por favor, Ivy necesito tu ayuda. -Papa suplicó, acercándose a ella, Ivy lo miró con nerviosismo.

-Necesito saber qué está pasando ahí fuera, no puedo proteger el valle mientras esté atrapado dentro de los confines de esta habitación. ¿Puedes averiguar qué están planeando? -Papa preguntó, tomando su mano suave entre las suyas.

Por un momento, Ivy se quedó en silencio, contemplando sus opciones. Entonces, ella asintió.

-Veré que puedo hacer.

***

Cuando el sol estaba alto detrás de las nubes, la caravana se acercaba a un pequeño pueblo, los techos de paja y las casas de madera de las que salía humo de sus chimeneas se resistían al frío, Elizabeth se acercó a los barrotes y observó cómo se detenían un momento para poder entrar.

Entonces, como si fuera una señal, la gran puerta se abrió y entraron en el pequeño grupo de edificios.

Pronto apareció gente, de pie en sus puertas y escalones, observándola, algunos se burlaron, otros sacudieron la cabeza y rezaron el Ave María antes de desaparecer en sus casas.

Un pequeño grupo de hombres le silbó mientras la rociaba con cerveza de una gran jarra, mientras que una manada de mujeres jóvenes la miraban con curiosidad detrás de sus capuchas de capa azul.

Cuando llegaron a la plaza del pueblo, una niña de no más de 7 años estaba junto al pozo, hizo una pausa en su recolección de agua y miró a Elizabeth, sus eran brillantes ojos azules y su pelo de color castaño, le recordaron a Elizabeth a Agatha, la niña suspiró y le ofreció a Elizabeth un pequeño tinte en el labio, Elizabeth le devolvió la sonrisa.

Un látigo de caballo resonó entre los barrotes, y uno de los hombres un corpulento pelirrojo, había golpeado. Elizabeth suspiró y se apoyó contra los barrotes, continuaron y por un momento, el pueblo quedó en silencio.

-¡Bruja! -Sonó una voz, era una mujer mayor y estaba demacrada aparentemente.

-¡Bruja! ¡Te quemarás en el infierno! ¡Bruja! -La mujer mayor grito nuevamente, con una larga trenza y arrugas ella había sido la dueña del grito, estaba de pie en la entrada, con la mano sujetando el rosario alrededor de su cuello.

En ese momento, Elizabeth casi responde, sintió que su mano ardía y la llama comenzaba a chispear, pero la calmó, y en cambio, ella se encorvó y pronto habían dejado el pueblo en la niebla de la montaña.

Una ligera capa de nieve había comenzado a caer mientras avanzaban, el padre Sanson apareció una vez más, abotonándose el botón superior de su abrigo y mirando a Elizabeth.

-Eso fue el principio, no tienes idea de las cosas que te esperan en la ciudad.

Ardiendo en el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora