2. Trio erotico

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-Tienes prohibido tocarte Eli. -Dijo Papa -Solo nosotros podemos poner nuestras manos en ti, buscó unas pequeñas pinzas y las colocó apretadas en los pezones de Elizabeth.

Copia procedió a bajarla al piso, pero pidiéndole que se pusiera de rodillas frente a él, se quitó el cinturón y bajó un poco su pantalón, liberando la apretada erección que ya tenía.

-Chúpamela. -Ordenó Cardenal copia, mientras se sentaba a la orilla del sillón.

Elizabeth obedeció, se inclinó hacia enfrente y la llevó directo a su boca, lamía con delicadeza cuando sintió que Papa estaba tocando su trasero, Elizabeth comenzó a tocarse pero su acción fue detenida por Cardenal

-No te puedes tocar. -Dijo él, sosteniéndola con fuerza por ambas muñecas.

-Miren, lo que tengo aquí. -Papa sonrio y siguió, sacó un pequeño frasco de lubricante, mojó uno de sus dedos y comenzó a acariciar aquella entrada, Elizabeth sintió como el dedo de Papa se hundía en su interior, gimiendo suave en el proceso.

Una vez que hubo suficiente dilatación, hizo lo mismo con la otra cavidad para después de un momento poner un poco de lubricante en el pequeño vibrador con forma de bala que había sacado antes junto con otro y un vibrador más grande, y lo introdujo despacio en Elizabeth, colocando una cantidad total de dos vibradores en su trasero y el otro en su vagina.

De las dos pequeñas balas salía un cable que estaba unido a una pequeña cajita, también eran tres cajitas utilizó cinta para pegarlas a la entrepierna y así permitirle caminar sin molestia alguna, le colocaron el vestido sin corsét no nada en su interior.

Cardenal retiró a Elizabeth y volvió a vestirse, luego salio un momento volviendo con una gabardina, cubriéndola casi de inmediato con ella.

-¿Acaso saldremos?-Pregunto Elizabeth con curiosidad.

-Daremos un paseo, considera esto como tú castigo. -Respondió Papa con un aura de maldad, pasándole uno de los controles remoto a Copia.

Se pusieron a los lados y cada uno tomó a Elizabeth por el brazo, iban los tres juntos, antes de salir de la casa, El cardenal presionó un botón del control, haciendo que el peligro perdiera por un segundo la fuerza y casi cayendo por el placer que sintió al accionarse los vibradores.

-¡Detengalo! -Pidió entre gemidos de excitación -¡Por favor!

Papa apagó uno de ellos, permitiéndoles seguir caminando, cerca de la casa había un parque que no era muy frecuentado entre semana, durante el trayecto hablaban con Elizabeth de una manera un tanto irónica sobre si fueran a una salida como pareja poliamorosa.

Al llegar al parque, en efecto no había nadie, para la suerte de Elizabeth, justo comenzaría lo divertido, presionaron al mismo tiempo todos botones de los controles, encendiendo los aparatos que llevaba Elizabeth en el cuerpo, sus piernas comenzaban a temblar y su vagina palpitaba y un poco de líquido caía, quería masturbarse en ese instante y liberarse de esa pesada sensación.

Intentó llevar una de sus manos al vestido, pero El Cardenal se lo impidió, sujetándola con firmeza.

-No puedes tocarte, Eli. -Sonrió malévolo.

-Entonces apáguenlos. -El rostro de Elizabeth se puso rojo, apenas podía sostenerse de píe, por suerte el abrigo y su vestido la tapaban muy bien y no se veía el líquido que caía de entre sus piernas.

-Piensenlo alguien puede venir y descubrirnos. -Dijo Elizabeth jadeando.

-A partir de este momento no los volveremos a apagar, además de que tu nos lo pediste este es tu castigo, se agradecida a nadie le hemos echo esto, iremos subiendo la intensidad.

Ardiendo en el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora