Me desperté el sábado a las nueve de la mañana. Bajé a desayunar, luego volví a subir, ordené mi habitación, hice algo de yoga y me duché.
Cuando bajé a la sala, mamá y papá veían por la ventana y charlaban entre ellos, así que me acerqué con sigilo y me metí entre ellos para ver también.
–¿Qué pasa? – pregunté sonriendo.
–Ya se vendió la casa de enfrente, y al parecer, los vecinos ya están mudando sus cosas. – dijo mamá asustada.
–Jamás convivimos con nuestros vecinos, ¿por qué les importa quién se mude?
–No es por la convivencia, ¿qué tal si son ruidosos o... si sus hijos son unos vándalos?
–Entonces nuestro vecindario se volvería un poco interesante. – dije sonriendo y papá sonrió también.
–Vamos a salir con los Wheeler a jugar golf y luego por unos tragos. ¿Quieres venir? – preguntó él.
–¿Puedo tomar unos tragos también? – pregunté emocionada.
–Claro que no. – me reprendió mamá.
–Es broma, ya tengo planes con Eddie.
–¿Crees que él juegue golf? Porque puede acompañarnos si quiere.Me imaginé a Eddie con un atuendo de golfista: una camisa y pantalones blancos, un chaleco de lana con rombos al frente, una gorra blanca, unos tenis cómodos para jugar y sosteniendo elegantemente el palo de golf mientras apuntaba al hoyo. No pude evitar echarme a reír.
–Le preguntaré para la siguiente vez. – respondí.Mis papás se fueron y yo me quedé sola viendo la tele, luego fui a preparar mi almuerzo y cuando acabé, volví a la sala. Más tarde escuché el auto de Eddie estacionarse en frente.
–¿Me llevas al súper? – pregunté mientras lo abrazaba – Tengo antojo de frituras y ya no hay.
–Bien, pero me compras un helado. – advirtió.Llegamos al lugar y lo recorrimos en busca de comida chatarra.
–Hola, preciosas. – le susurró a un six pack de cerveza y lo rozó con los dedos para luego verme suplicante.
–No, ¿cómo crees? – le dije.
–¡Vamos! Una no te va a hacer daño.
–Compra para ti si quieres, yo me llevo uno de estos. – dije y saqué una botella de mi jugo favorito.
–¿Sabes la cantidad de azúcar que tiene eso? – preguntó, a lo que reí.Terminamos comprando un montón de cosas que ni siquiera íbamos a acabar de comernos y volvimos a mi casa.
–Dios, esos deben ser los nuevos vecinos. – susurré cuando nos bajamos del auto.Entramos a la casa y nos paramos frente a la ventana para ver, justo como mis padres lo habían hecho.
Era una pareja que tendría la edad de mis papás, o tal vez un poco mayores; un muchacho que parecía de mi edad, y dos niñas que por su apariencia y sus vestidos idénticos debían ser gemelas, como de unos nueve o diez años.–No puede ser, justo cuando veo El resplandor se muda un par de gemelas frente a mi casa.
–Ojo con que te inviten a jugar. – dijo Eddie sonriendo.
–Pero mira a ese chico, nada mal. Que guapo. – comenté, entonces Eddie dejó de sonreír – ¡Bromeo! Vamos, que tengo hambre. – dije sonriendo y tiré de su brazo.Íbamos a ir a mi habitación, pero terminamos subiendo a la casa del árbol a petición de Eddie.
–Deberíamos jugar el juego de la verdad por los viejos tiempos. – dijo sonriendo.
–Ahora sabes mucho sobre mí, ¿qué piensas preguntarme?
–Buen punto. – asintió – ¿Segura que no quieres un trago? Inténtalo, la vez anterior bebiste vino.
–El vino sabe muy bien, la cerveza no, es simple.
–Ulalá, excusez-moi, cuánta elegancia. – dijo sonriendo y también sonreí – Está bien, bebe tu juguito alto en azúcar y colorantes.
–Está bien, está bien, dame la estúpida cerveza. – dije riendo y tendí la mano.
–No, no tienes que beber si no quieres.Bufe, estiré el brazo y tomé una, la tendí para que la destapara y cuando lo hizo, bebí un trago.
–Que asco. – dije frunciendo el ceño, pero seguí bebiendo.
–Despacio, cariño. – dijo Eddie.
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Don't be cruel [Eddie Munson]
RomancePor favor, olvidemos el pasado, el futuro brilla delante nuestro.