Capítulo extra

5.2K 243 91
                                    

Tris

—Analisse Natalie Eaton.— cito mientras guardo el acta de nacimiento de mi pequeña en una carpeta.— ¿Qué piensas de tu nombre, mi cielo?— me inclino, incorporándome en un codo, hacia mi costado, donde Annie duerme. Sus largas pestañas rozan sus suaves mejillas, su pequeño estomago sube y baja suavemente ante su respiración calmada, entre sueños arruga la nariz y deja sus rosados labios entre abiertos, justo al igual que Tobias.

—Eres igual a tu padre.— susurro con cariño, acaricio sus sonrojadas mejillas con delicadeza, intentando no despertarla.

—Estaba a punto de decir lo opuesto.— murmura Tobias recargado en el marco de la puerta.

Pego un ligero brinco y Tobias sonríe al mismo tiempo que yo.

—Me espantaste.— se acerca silenciosamente y se sienta a la orilla de la cama con mucho cuidado para no mover a la pequeña dormida.

—Es tan hermosa.— susurra, con la mirada sobre Annie, antes de desviar sus intensos ojos azul profundo hacia mí y tomar mis rubios cabellos entre sus dedos y colocar un mechón detrás de mi oreja.— Justo como tú.

—Es una copia tuya, Tobias.— cubro su mano con la mía y dejo un suave beso en su palma.— Tus gestos, tus ojos...

—Pero es una perfecta combinación entre tú y yo.— me interrumpe con una sonrisa y solo puedo asentir.

Se pone en pie y se quita la camisa, causando que sus músculos se contraigan, dejando una vista perfecta de su piel tostada y torso bien marcado, mis ojos quedan fijos sobre las llamas trazadas en sus costillas.

—¿Te agrada la vista?— su voz derrama sensualidad y su sonrisa ladeada me cautiva totalmente.

—Me encanta.— río de manera suave para evitar que Annie despierte. La nena inspira hondo y estira su pequeña y frágil mano en mi dirección, aún dormida. Una sonrisa se extiende por mis labios al ver que, cuando coloco mi dedo entre su mano sus deditos se aferran a el.

—Creo que no podré dormir.— susurra Tobias antes de meterse en la cama al otro lado de la bebé, quien reposa cómodamente boca arriba y con el rostro de lado, sin ninguna almohada, como nos indicó mi cuñada, Scarlett.

—¿Por qué?

—Suelo verte dormir al menos veinte minutos.— admite y me sonríe con timidez mientras yo agradezco que la oscuridad cubra mis mejillas teñidas de rojo.— Ahora, con esta pequeña, me tomaré más tiempo para admirarlas a las dos.

Las comisuras de mis labios se alzan, enternecidas y en acomodo suavemente en la cama, acurrucándome contra las cobijas. Mantengo la vista fija en Annie.

—¿Deberíamos poner almohadas alrededor de ella?— mis nervios como madre primeriza me atacan. ¿Qué tal si al moverme yo la muevo a ella y queda mal acomodada? ¿O si las cobijas no la dejan respirar? ¿O sí...?

—No pienses tanto, Tris, está bien, no es necesario.

—¿Pero si me muevo y la aplasto?— no quiero ni imaginar la escena.

—Tris, cuando dormías bien yo tenía que fijarme si aún respirabas porque no te movías, hasta la fecha no te mueves cuando duermes, a menos de un qué sea una pesadilla.— enarco las cejas, yo no sabía eso.— Así que solo descansa, probablemente dar a luz a un bebé es cansado.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora