Capítulo 30

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Tobias

Sientan a Annie en una pequeña silla frente a una mesa con unos cuantos juguetes; su mirada vagando de un lado a otro en la amplia habitación, pero sus manos restregándose contra sus piernas, en un gesto de ansiedad. Tris, Anthony, y yo observamos a través del cristal/espejo como Caro se sienta frente a mi niña.

— No creo que sea buena idea. N-no podré escuchar esto, no lo soportaré. — duda Tris con los nervios a flor de piel, una de sus uñas entre sus dientes. Tomo de manera suave su muñeca y hago que entrelace los dedos con los míos, se recarga en mi hombro.

— Tranquila, solo vamos a ver qué tanto le ha afectado. — la consuela Anthony.

— Pasamos dos semanas en el hospital. No ha dicho más de veinte palabras, ¿eso te sirve? — brinca mi mujer; los demás mantenemos el silencio, hasta que la voz de Caro se abre paso por ambas salas, a través de los micrófonos colocados estratégicamente.

— Hola, corazón; ¿cómo estás?

Caro se muestra dulce: Annie, indiferente.

— ¿Puedo irme? — en un siseo, responde, aquella frase hundiendo mi corazón: es de las pocas frases que han abandonado sus resecos y descuidados labios. 

— ¿Pasa algo si solo estamos tú y yo?

Annie no responde, su semblante permanece inexpresivo. Tris respira y exhala de manera honda, la rodeo con un brazo y el costado queda justo a la altura de mi exaltado corazón. Me paso la lengua por los labios al ver que Annie pierde la calma, sus ojos no logran quedarse en un solo  lugar, evita observar a Caro, quien inclinada sobre la mesa espera alguna reacción.

— Hey, pequeña, no estás en problemas, solo tienes que decir lo que pasó. — dice Caro con ternura — ¿Te regañaban?

Mi niña frunce el ceño y sacude la cabeza en un movimiento casi imperceptible.

—No. Ouch. — dice en voz baja, sus cejas frunciéndose ligeramente en molestia, no logro identificar si es por la incomodidad o por las vendas que le rodean el torso, en un intento de sanar los agresivos del cinturón de Marcus.

— E-eso no es normal en ella. — réplica Tris, interrumpiendo mi río de pensamientos, y añade con voz rota: — Ella no actúa así normalmente.

— Necesitamos intentar algo para que hable. — Anthony se encoge de hombros.

— En cuanto Annie pierda la cabeza ahí adentro, la llevaré a casa. — decreto, al ver que las manos de mi princesa no se quedan quietas, tamborileando sus dedos contra sus delgadas piernas. Mi niña mueve la rodilla derecha nerviosamente e identifico ese mismo movimiento en mi esposa.

— No. — repite Annie tartamudeando, su respiración parece acelerarse — No quiero. — agrega secamente, farfullando.

Tris se tensa de pies a cabeza mientras lleno mis pulmones tratando de no interrumpir agresivamente el interrogatorio, aunque mi corazón se retuerce al ver a Annie tan cambiada.

— ¿No quieres que?— inquiere Caro, sorprendida. — Cuéntame, como fue, que pasó...

— No. — exclama mi pequeña en un sollozo y se cubre los oídos con ambas manos, se me inundan los ojos y siento mi garganta raspar.

— ¡Si! — grita Caro de vuelta e intenta enmendar su error, pero Annie ahora cierra los ojos con fuerza, sus manos diminutas tiemblan de lo fuerte que se sostiene los costados de la cabeza, sus mejillas haciendo resbalar el agua salada

— Estamos preocupados por ti, Annie. Solo di algo. — insiste la detective en un acto desesperado por obtener algún dato, como lo tenían previsto. Caro espera unos segundos, pero mi hija comienza a mecerse, hablando a media lengua para sí misma.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora