Capítulo 27

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Peter

El cambio de aires ha causado pánico en Annie: se ha desubicado totalmente y ahora mantiene la vista fija en la bombilla colocada en el sótano de mi casa en Milwaukee. Estos últimos días con la niña hemos visto sus diferentes reacciones ante sus miedos: pasa de las lágrimas al enojo y me divierte saber que sus padres probablemente la den por muerta cuando faltan un par de días para que pase la semana.

Sabemos que detuvieron a Michelle y después de un par de días de mantener el silencio abrió la boca, somos conscientes de que nos están buscando. Esto último nos ayudó para tomar la decisión concisa de movernos de lugar, no era seguro mantenernos dentro de Chicago, así que en tres autos nos dirigimos hacia nuestro resguardo: aquel lugar que logró apapacharme durante un tiempo.

En estos cinco se han hecho dos bandos, de un lado Nita y Evelyn quienes comparten la mayoría del tiempo con Analisse tratando que esté calmada y por otro lado estamos Marcus y yo, quienes constantemente intentamos explotar sus emociones por cualquier medio a cambio de resultados para nuestra investigación.

El más viejo y yo concordamos en que tenemos que deshacernos de la niña lo antes posible, ya que mantenerla sana y con nosotros nos está costando demasiado para lo que tardaremos en darle fin a su corta y estúpida vida, pero Evelyn y Nita se niegan a hacerlo, razón por la cual nos dejan ese trabajo.

Mi ex chica, sin embargo, ha estado muy distinta; no habla mucho y sus cambios de humor me toman desprevenido. El plan cambió totalmente por ella: en si nuestro plan era separar a Tris y a Tobias, que ella lograra someter a la leyenda osada a su amor enfermizo, pero cuando se enteró que tenían ahora una niña simplemente quiso tenerla, a toda costa.

Sé que se siente mal, la he escuchado llorar, se encierra en el cuarto con Annie y sus sollozos llenan el aire. Cuando yo entro normalmente la tiene entre sus brazos y la arrulla con una sonrisa psicópata, lo cual me perturba y me pone a pensar en que sentirá cuando le arrebatemos el brillo a los ojos azules. Verla así no me afecta tanto como supuse que lo haría, pero el estómago se me encoge cada que Nita insiste en obligar a la menor a darle un toque de amor hija-madre.

—¿Por qué no la matamos y ya?— inquiere Marcus sentado relajadamente en el viejo sillón — Sería sencillo y nadie lo notaría, ya estamos lejos de su radar.

—No podemos hacerlo ahora — salta Nita, con un pequeño frasco de vidrio en la mano y una cuchara en la otra — La policía ya ha de saber quiénes somos. No sería conveniente.

— Creo que hay que esperar un poco, al menos la semana para que mi escrito tenga bases extensas — opino, encogiéndome de hombros.

Rompiendo el silencio, Evelyn habla:

— ¿Cuándo vamos a...? — pregunta lentamente, sin terminar la frase y se humedece los labios para evitar hacerlo.

— No, ahora no. — sacudo la cabeza, y Nita me fulmina con la mirada ante mi no-tan-simple gesto — Todavía necesito unas cuantas respuestas, ¿metieron la caja de sueros al cuarto?

— ¿Otra simulación? — me cuestiona Nita, bajando con decepción los brazos: se estaba preparando para alimentarla — Es la tercera en 2 días, ni siquiera ha comido desde que llegamos. — me recuerda Nita en un murmuro.

— No ha querido comer, es diferente. — justifica Eaton.

Finjo no escucharlos y me dirijo ante la mirada de los presentes a las escaleras del sótano. La habitación tiene una bombilla disfuncional gracias a la cual se iluminan los pocos muebles del oscuro rincón de la casa: una cama individual, un baúl y un par de sillas.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora