Capítulo 23

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Tris

Doy una enésima vuelta en la cama y cierro los ojos con fuerza al suspirar, desesperada por dormir aunque sea un poco, para desaparecer un ratito y esperar a tener a mi niña de vuelta en brazos. En estos momentos solo quiero morir momentáneamente; despertar y que todo este solucionado, así como lo hice hace unos años.

El día que desperté los problemas parecían haberse difuminado, claro, fuera de mi cuerpo, por que internamente mis órganos estaban destrozados: mis ojos tardaron en acostumbrarse, me alteré por qué no sentía nada, tenía las manos entumecidas y desconocía todo a mi alrededor.

Todo excepto a él.

Tobias estaba tomando mi mano, tenía la frente recargada en la camilla, así que no vio cuando mis ojos conectaron con las brillantes luces y abrí los labios de par en par intentando hablar, gritar; algo.

Apreté su mano, él suspiro y en un gesto despreocupado volteó a verme y su mandíbula casi rozó el suelo al verme despierta.

— Tris...— reflejaba preocupación, yo solo trataba de quitarme todos los cables de encima— No, no, no lo toques. Tranquila... — le costaba respirar, soltó mi mano y corrió a la puerta— ¡Está despierta! ¡Está despierta!— comenzó a gritar y escuché pasos en el corredor, se me dificultaba respirar.

Un par de chicos llegaron corriendo, Tobias me observaba desde los pies de la cama, acariciaba mi pierna, intentando tranquilizarme. Tantas cosas pasaban al mismo tiempo: una chica colocó la luz de una pequeña linterna sobre mis ojos.

Después de largos minutos en los que se mencionaron mi ritmo cardiaco, reacción pupilar, presión arterial y de más, se retiraron.

Tobias me acercó una pajilla a los labios y logré entreabrirlos, el agua despertó toda sensibilidad en mi garganta. Intenté alzar la mano para tomar el vaso, pero simplemente no pude.

— No te muevas, amor. Está todo bien.— respondió, de manera distraída, pero mis labios dibujaron una sonrisa al escuchar el apelativo cariñoso — ¿Ya puedes hablar? ¿Te duele algo?

Negué con la cabeza antes de hablar.

— ¿D-dónde estoy?— sonaba ronca, inhale profundamente y cerré los ojos, me sentía cansada.

— Estamos de vuelta en Chicago. Nos trajeron para acá hace tres semanas.— empecé a toser. Tobias me sostuvo por la espalda y acomodó una mano sobre mi pecho, enderezándome — Tranquila, respira.

— ¿Cuánto tiem-tiempo estu-tuve a-ausente? ¿Por qué volvimos? — mis palabras tardaban en salir, mis labios no respondían muy bien y las palabras se deshacían en mi lengua.

— Estuviste dos meses en coma.— susurró Tobias con mi mano entre las suyas. El calor de sus dedos recorrió rápidamente todo mi cuerpo, intenté incorporarme, pero los brazos de Tobias me detuvieron.— Alto ahí, Tris, no puedes moverte como siempre, ¿vale? Estás delicada, vas despertando y has tenido un par de operaciones, regresa a la cama.

— D-déjame, déjame. — me quejé, quería levantarme y correr a la salida, pero ni siquiera sentía las piernas, empecé a llorar. Tobias solo me abrazó y mis lágrimas mojaban su camiseta negra, sus manos recorrían con amor y tranquilidad toda mi espalda.

— Estoy aquí contigo, ¿está bien? No me voy a ir.— me tranquilizó, me ayudó a recostarme de nuevo y fue cuando noté que estaba demasiado delgada, mis manos estaban pálidas y mi cuerpo tenía varios moratones. Estaba muy cansada, Tobias me acarició el cabello hasta que me quedé dormida.

Al despertar, luego de un par de horas de tranquilo sueño, Tobias seguía a mi lado, entre sus manos tenía un pequeño aparato que rápidamente identifiqué como un celular. Era raro verlo tan cambiado después de todo lo sucedido, tecleaba rápidamente en él con el ceño fruncido, su gesto cambió totalmente cuando alzó la vista y me atrapó observándolo.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora