Capítulo 24

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Tobias

El sol se asoma, y con ello, mi inquietud. Bajo la vista con ojos cansados y me deleito con la imagen de mi esposa durmiendo; suspiro. Pensé que no lograría dormir, así que verla pacífica aunque sea unos instantes me alivia el dolor en el pecho.

Me incorporo con el cuerpo punzando en señal de molestia, tantas emociones me han exprimido cada gota de energía. Me dirijo al baño con pasos silenciosos, al llegar, me miro como si esperara ver partes de Marcus devolviéndome la mirada: sacudo la cabeza y me remojo la cara. Salgo del pequeño cuarto con una honda respiración, y al tomar mi teléfono suspiro de alivio: Ryan ha estado al tanto del caso toda la noche y ha aceptado mi solicitud de participación.

Respondo con un rápido mensaje, pero mis dedos se detienen en la teclas cuando escucho movimiento dentro del cuarto donde dormí con Tris, los suaves sonidos se convierten en quejidos y se tornan en ligeros alaridos.

Entro, abriendo la puerta de un golpe, su cuerpo se retuerce de un lado al otro, con el gesto contraído, suelta el aire de golpe y las lágrimas se enredan en sus pestañas.

— Tris— la llamo colocando una mano en su cintura parra que se quede quieta. Su respiración se altera y comienza a jadear.— Tris, despierta— la sacudo un poco y sus manos se convierten en puños, golpea un costado de la cama antes de gritar y despertar de golpe.

Lo primero que captan mis ojos es su mirada de pánico con el miedo impreso en esos preciosos ojos, que tantas veces me miraban con dulzura y con amor. Sus manos todavía vendadas, que tantas veces me han abrazado, están aferradas a las sábanas, como si temiera caer. Su piel brilla debido a una ligera capa de sudor y recuerdo todas y cada una de las veces que había despertado así antes de que Annie naciera.

Sus ojos, llenos de lágrimas, encuentran los míos y solloza con la cara entre las manos.

— Hey, tranquila, respira. — le pido, divisando las lágrimas humedeciendo sus manos y muñecas heridas. Le acaricio la espalda en círculos, noto como trae la ligera blusa de tirantes, que le ha prestado Christina, alzada hasta la cintura: trae una gran franja morada, roja e hinchada, frunzo el ceño y le alzo la blusa otro poco.— ¿Qué diablos te pasó?

Respira hondo y se sorbe los mocos.

— Así me ataron — acaricio la herida y el rostro se le contrae —. La soga me rodeaba dos veces la cintura y cada lado ataba una muñeca.

Siento el enojo hervir en mi estómago y le bajo con cuidado la camisola. Espero que hable al respecto de lo que la atormentaba en sueños y creo que entiende mi silencio, por que comienza a hablar:

— No sé como decírtelo.

— ¿Fue una pesadilla?

Sacude la cabeza. Me acomodo a su lado de manera delicada mientras sus sollozos me parten el alma y el corazón, me siento en la cama y le acaricio la espalda mientras ella se aferra a mi.

— Fue un flashback. — abre los labios y veo el agua salada recorrer sus mejillas — Peter tiene a Annie.

Me quedo sin palabras mientras ella se refugia en mi pecho, la rodeo con un brazo.

— Cariño, Peter está en Milwaukee, ¿recuerdas? — le acaricio los hombros intentando reconfortarla, pero sus manos me alejan de ella.

— ¡No! — llora — Lleva aquí meses, años.

— Tris, basta, estás teniendo un ataque...

— ¡No es un ataque de pánico!— exclama, roja, poniéndose de pie. Intento detenerla, esperando el momento en el que le falte la respiración o se desmaye, como lo ha hecho durante tantos años.      

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora