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La presión ha existido desde siempre en las cúpulas omega, ¿qué sucederá cuando se cansen de ser tan sumisos?
El error más grande siempre ha sido subestimarlos, tomarlos como débiles. Con ayuda de un gruñido, au...
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Pasaron al menos dos semanas, seguía en el hospital sin mucha movilidad en su cuerpo, agregando dolorosas oleadas eléctricas que viajaban por sus músculos hasta hacerlo casi llorar del dolor. Agradecía su resistencia, sólo eso tenía, de otra forma estaba seguro de que sería insoportable. Horacio iba a visitarlo sin falta, su aspecto parecía empeorar con el transcurso de los días, cualquiera pensaría que el que se encontraba enfermo en realidad era él, con los ojos llorosos y su mirada gacha todo el tiempo.
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『¿El Volclown te hizo algo?, voy y lo prendo fuego eh.』─
El omega de ojos verdosos negó con la cabeza rápidamente. Que Gustabo haya notado su malestar le hizo ponerse aún más nervioso de lo que ya estaba. Se esforzaba en sonreír, aunque sea bueno actuando contra los alfas, con Gustabo no. La gente podía opinar lo que se le venga en gana respecto a su relación extraña, pero se preocupaba por él constantemente, con su humor ácido y violencia, así de tanto lo quería.
ᴴᵒʳᵃᶜᶤᵒ- ─『Nada, nada. . ., estoy algo cansado.』─
ᴴᵒʳᵃᶜᶤᵒ- ─『Con los nuevos alumnos y todo eso, la que yo acepté está a mi cargo. . .』─
Contuvo las ganas de llorar al mencionar lo último. Mentir le estaba doliendo mucho, llegando a hacer que su misma garganta se cierre y termine tosiendo.
ᴴᵒʳᵃᶜᶤᵒ- ─『Y creo que estoy un poco enfermo. . .』─
Agregó, soltando una pequeña risilla.
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『Cuando salga de este sitio de mierda voy a ayudarte, así no te cansas mucho.』─
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『Ah, ¿dónde está el viejo?, vaya prometido de mierda, me envía flores, ¿yo para qué quiero eso?, ni que estuviera muerto.』─
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『Dile que quiero verlo o cuando salga voy a prenderlo fuego.』─
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『Ah, no creo que funcione. Es como. . . resistente porque su sangre es aún más caliente.』─
ᴳᵘˢᵗᵃᵇᵒ- ─『Entonces mejor le echo picante a su comida, odia eso.』─
Horacio vio a su hermano sonreír al hablar de él, el hospital le deprimía pero siempre que su mente recordaba los pequeños detalles de ese alfa se animaba sin darse cuenta. Tragó en seco, harto de toda la situación en comisaría. Sonrió también, con el corazón latiendo incómodo, lo que más importaba era que se recupere y no se preocupe por nada. Lo que había comenzado, iba a terminar en cuanto ponga un pie fuera del hospital, lo sabía, por eso tenía que dar lo mejor de sí para que la persona patética que tenía como prometido le diga la verdad, antes de que otra persona lo haga, antes de que se dé cuenta solo. Si Gustabo se enteraba de todo solo, iba a causar algo que no iba a ser capaz de detener con nada, ni siquiera con estúpidas palabras dulces. Ese es Gustabo, un caos sin control, un radiante caos sin control.
