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La presión ha existido desde siempre en las cúpulas omega, ¿qué sucederá cuando se cansen de ser tan sumisos?
El error más grande siempre ha sido subestimarlos, tomarlos como débiles. Con ayuda de un gruñido, au...
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Toda la molestia se desvaneció con el suave aroma a chocolate y vodka siendo aspirado por su nariz. Su cuerpo entero se relajó, siguiendo el rastro del culpable de tan exquisito olor. Terminó frente a la puerta prohibida para él y cualquier otro alfa, no podía entrar, pero quería hacerlo, quería desobedecer toda orden puesta por su superior sobre entrar a ese cuarto, y lo hizo.
Abrió con cuidado, asomando su cabeza. Sus ojos se mostraron sorprendidos bajo las gafas amarillas, era otra vez ese omega tan lindo que había visto hace unos días, antes de que le rompan la nariz. Horacio miró asustado al comisario, se alejó lo más lejos posible en la cama, abrazando sus piernas en un rincón. Volkov encontró su camisa, la llevaba puesta el omega, le quedaba grande pero no mal. No sabía como recuperarla, ya que era peligroso para ambos que se acerque y sólo la tome, el olor amargo se lo advertía, el omega le tenía miedo notoriamente.
Entró a la habitación y se quedó quieto, viendo al otro temblar en su lugar. Dejó salir un poco de su aroma, esperando que eso relaje al omega, logró hacerlo, pero no lo suficiente, seguía alerta, mirándolo con ojos llorosos.
ᵛᵒˡᵏᵒᵛ- ─『Quiero mi camisa, ¿me la das?』─Preguntó, en un tono tranquilo que ni siquiera sabía que tenía. Se sentía ridículo, le estaba pidiendo amablemente a un omega que le devuelva algo de su propiedad. Debería exigirlo, no pedirlo.
Horacio negó con la cabeza, abrazándose a sí mismo. Sabía que la camisa no era de él, pero le gustaba, la quería. El alfa no sabía que más hacer sin alarmarlo, no podía ser rudo tampoco, si hacía algo que dañe al omega de cualquier forma, lo iban a degradar o peor. Suspiró pesado y pasó a sentarse a una silla de la habitación, iba a esperar a que se canse o algo, no tenía ni idea de como tratar a un omega. Además era normal que esté asustado de él, si se puso como un animal apenas abrió la caja y lo vio. Que desastre.
ʰᵒʳᵃᶜᶤᵒ- ─『H-Hmm. . ¿Volkoff?』─Llamó Horacio, poco seguro. Le guste o no, tenía que seguir con la misión.
ᵛᵒˡᵏᵒᵛ- ─『Es Volkov. ¿Qué necesita?』─
ʰᵒʳᵃᶜᶤᵒ- ─『Toma. .』─
Comenzó a sacarse la prenda de ropa tan pedida, dejando al descubierto todo su cuerpo. Sentía tanto calor hace unos minutos atrás, que se había desvestido por completo para estar más cómodo sólo con la camisa. Le daba vergüenza que lo vean así, pero tenía que hacerlo si quería conseguir la llave. No era tan bueno como Gustabo en esas cosas.
ᵛᵒˡᵏᵒᵛ- ─『Horacio.』─
Levantó la cabeza ante el llamado, encontrándose con el alfa frente a él mirándolo deseoso, como un lobo con su presa. Podía notar mejor su torso pálido y marcado, con algunas cicatrices de bala. Sus mejillas enrojecieron, expulsando sin querer su suave aroma a chocolate y vodka. No quería, no quería hacer nada de eso, pero su cuerpo estaba reaccionando solo, por alguna razón.
