"El inicio"

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La luna rodeada de una aureola negra iluminaba hasta cegar, su brillo era bastante particular esa noche, pues su significado era mucho más grande de lo que cualquier mente podía procesar. La luz incidía sobre las antiguas paredes del templo. Un hombre con capa que le cubría desde la cabeza a los pies se dirigía a un altar a la luz de la hermosa luna. En la pared yacía tallada una figura masculina en una posición de superioridad, con un pie detrás del otro y los brazos extendidos, los cuales liberaban magia al igual que todo el cuerpo. Y los ojos, los iris tenían tres círculos antes de la pupila, indicando tres colores, pero sin saber cuáles. Todo alrededor de la figura estaba destruido, lleno de ruinas y algunas figuras pequeñas arrodilladas ante él. El sujeto de capa se arrodilló y elevó sus manos en señal de benevolencia.

—Finalmente has nacido, mi señor, el tiempo ha llegado. El mundo cambiará para siempre desde hoy, todo tal y como lo conocemos se extinguirá. El mundo arderá ante ti y hará tu voluntad.

Izan, el único, el excepcional, el que ha venido a juzgar, el que es fuerte, el poderoso, un ser brillante al que nadie se le iguala.

¡Es tu deber limpiar y arreglar este mundo, es tu destino, es lo que eres!

¡¡El inicio del fin ha empezado!!


Dieciséis años después.


¡Feliz cumpleaños, Mel!

La chica sopló la vela de una torta con un dieciséis en la torre. Todos aplaudieron y rieron mientras la felicitaban. El lugar, el cual era el patio trasero de su casa, estaba lleno de globos y adornos hermosos de colores rojizos, con globos con forma del número dieciséis por doquier.

— La fiesta está resultando perfecta, ¿verdad, Mel? — dijo una chica de cabello negro como el carbón y ojos grises.

Mel asintió feliz.

— Maravillosa, Anto.

— Justo como la habíamos planeado — agregó otra chica de cabello marrón oscuro y ojos marrones claro.

—Tania, fuiste un genio en el diseño de la decoración — comentó la festejada, quien tenía el cabello dorado claro y ojos marrón oscuro, llevaba puesto un vestido rojo, que le llegaba hasta por arriba de las rodillas, y tenía un peinado recogido con decoración.

— Jennifer hizo un excelente trabajo diseñando tu vestido de dieciséis años, tiene futuro para la moda — aclaró Antonella.

— Y fue un excelente regalo de cumpleaños, ¿verdad?

— Jennifer también te peinó, ¿no? — preguntó Tania.

— Así es, ella se ofreció, creo que de cierta forma probó sus habilidades en mí, las cuales son excelentes.

Antonella y Tania se dieron una mirada cómplice, Mel entrecerró los ojos.

— ¿Qué están planeando ustedes?

Antonella sacó una cajita de su saco de vestir y se la entregó a la cumpleañera.

— Aun no te di mi regalo, Mel, me sorprende que no me hayas cuestionado.

Mel recibió la cajita, pero no le respondió nada, solo se apresuró a abrirla, en ella había un anillo plateado con una M enorme, junto a una piedra rosa, era hermoso.

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora