"Confusión"

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- Puedes creerlo, no ha vuelto desde entonces y lo agradezco, no sabría cómo actuar con él - Macarena estaba visitando a Angelina y esta última le contó sobre su papá.

- Lo siento, yo no sé qué decirte, mi papá murió cuando era bebé y jamás lo conocí, creo que la que mejor te entiende es Mel.

- Si, de hecho, ya hablé con ella. Por cierto, quiero contarte las cosas que me han estado pasando - la pelinegra agrandó el oído - un par de días antes de que apareciera mi padre, me empezaron a pasar cosas raras.

- ¿Raras cómo?

Angelina parecía nerviosa.

- Tengo cierto gusto por ver y oír el sufrimiento ajeno, así como el miedo. Me hace sentir llena de alguna manera, no sé cómo explicarlo. Sé que es horrible lo que te estoy diciendo, pero sentía que a ti podía decirte. No creas que no me he dado cuenta de que ocultas cosas y eres algo "rara".

Maki miró el suelo y tomó la mano de Angelina.

- Sigue contándome.

Angelina sintió confianza.

- Aveces tengo como manchas en la piel que desaparecen tal y como aparecieron. Últimamente me siento inconforme, incómoda, cómo fuera de lugar, como si necesitara algo a lo que no tengo acceso. Como si una parte de mi vida fuera falsa, como si no fuera realmente yo.

Maki la miró, analizándola.

- ¿Hay algo más que no me estás diciendo?

- Te juro que no - la bruja se concentró en sus emociones, usando el poder de la empatía y estaba siendo sincera.

- Tranquila, te voy a ayudar. Si algo más pasa, ten la confianza de decírmelo.

Una vez que Macarena se fue, Angelina vio su mano y esta se tornó oscura con garras saliendo de sus dedos, la miró asustada, su respiración se aceleró y cerró los ojos.

- ¿Qué me está pasando?


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Antonella se encontraba hablando con Eiden, el chico que conoció por redes.

- Eres muy graciosa - dijo Eiden, riéndose.

- Tú me caes muy bien, Eiden. Me alegro de que nos encontráramos en redes.

- Yo también.

En eso se oyó la puerta de la casa abrirse, debía ser John.

- Oye, Eiden, me tengo que ir. Hablamos pronto.

- Hasta pronto.

La llamada se cortó y ella bajó a la planta baja, y efectivamente ahí estaba su papá.

- Pa.

John le dio un beso en la frente.

- Hola, hija.

Él se veía estresado.

- ¿Estás bien?

- Si, amor, todo bien.

Ella sabía que él no le diría nada, así que se giró para irse, pero una fotografía la detuvo, era John con un niño pequeño en brazos, ambos sonriendo. Ya había visto esa fotografía cientos de veces, estaba ahí desde que tenía memoria. John notó que su hija estaba viendo la imagen y se acercó.

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora