"Rey Zirian"

29 3 11
                                    

Mel bajó la mirada de inmediato. Así que este era el rey Zirian.

— Hermano, ella es Mel, la…

— Viajera — Zirian la interrumpió, él observó a Mel completamente — Mírame — Mel obedeció — me dicen que vienes del clan Arrecifes oscuros.

Ella asintió.

—  ¿Y qué haces aquí?

— Su majestad, solo estaba viajando y pasaba por aquí.

Zirian entrecerró los ojos, por algún motivo no le creía, tenía la sensación de que ocultaba algo y lo descubriría.

— Te vas a quedar aquí en el palacio real, un tiempo.

— Si su majestad me lo permite, ¿por qué?

— ¡Porque yo lo digo! — cortó tajante — Mi hermana te llevará a tus aposentos.

Nerea la llevó y Mel estaba a punto de llorar, ¿en qué se había metido?

En la sala del trono, Nerea le preguntó curiosa a su hermano.

— ¿Por qué la haces quedar?

— Algo en ella no me gusta, sentí algo cuando la vi, debo mantenerme alerta, te puedo jurar que está mintiendo, Nerea.

— ¿En qué exactamente?

— No es del clan Arrecifes oscuros, sus escamas, su complexión, su manera de hablar, no coinciden con ese clan. Y voy a averiguar por qué mintió.

— ¿Crees que sea una rebelde?

Él asintió.

— Te podría asegurar que es de la ciudad marina, siempre sospeché de ellos. Y esa sirena, fue una humana.

Ella lo miró elevando una ceja.

— ¿Basado en qué?

— Su lenguaje corporal, su manera de hablar, no es propio de nosotros. Esos malditos rebeldes siguen rompiendo mis reglas — dijo con hastío.

En sus aposentos, Mel esta recostada, pensando cómo largarse de ese lugar, el rey seguro la descubrirá. Salió al pasillo y vio la oportunidad, pero unos guardias se lo impidieron.

— Lo lamento, señorita, no puede irse.

— Es una orden del rey.

— Mel — la nombrada se giró — Esta noche vas a acompañarnos a cenar — comunicó Nerea.

Ya en la cena en la sala del trono, Mel jamás estuvo más incomoda en su vida. Se suponía que ella debía vencer al tritón presente y ocupar su lugar. ¡Era una locura! Zirian le hizo muchas preguntas y no dejaba de verla. Sus sospechas fueron confirmadas, al ver su comportamiento.

— Mel, ¿naciste aquí, en el océano? — preguntó el rey.

Mel se tensó.

— Si.

— ¿Y qué opinas de los rebeldes?

— No entiendo su pregunta, ¿rebeldes? Pues está mal.

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora