"Hechicería"

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Las clases habían iniciado nuevamente, su penúltimo año. Se veían con los chicos de pasada, pero no hablaban mucho. Algo se había roto en su relación y esperaba poder arreglarlo.

Esa noche después de salir del estudio, iba caminando por una zona solitaria, cuando un tipo le apuntó con un arma, le quiso robar y abusar de ella. Pero se había metido con la persona equivocada.
Él apretó el gatillo y ella alzó su mano deteniendo la bala en el aire, el tipo estaba boquiabierto. Entonces ella hizo un puño su mano izquierda y apretó. El tipo se arrodilló apretándose el pecho y el cuello, Macarena le estaba aplastando su corazón, hasta que cayó muerto al suelo.

En eso, de la nada salió un chico que prendió sus dientes al cuerpo del matón. ¡Un vampiro! Increíble, ahora comían delante de ella.
Cuando terminó, se levantó y ella se puso en pose defensiva por si atacaba, pero en ese momento lo reconoció. Era el chico de ojos bordo de su visión, su expresión pasó a la sorpresa. Incluso el chico la miraba confundida.

— Tú — se acercó a él — eres tú, el chico de mi premonición.

Él levantó una ceja.

— ¿Qué dices? ¿Por qué te acercas tanto a mí? ¿No me tienes miedo?

Ella negó con seguridad.

— No vas a lastimarme.

— ¿Cómo estás tan segura?

— Porque en mi premonición supe que no eres un mal ni para mí ni para mis amigos, más bien todo lo contrario. Jamás pensé decirlo de un vampiro, pero aprendí por las malas a hacer caso a mis visiones.

El vampiro hizo una mueca.

— Si…bueno, me voy — desapareció a toda velocidad, ella quiso detenerlo, pero era tarde.

Ella estaba feliz porque finalmente lo había encontrado, aunque no tenía ni la menor idea de quién era.


⋋⁠✿⁠ ⁠⁰⁠ ⁠o⁠ ⁠⁰⁠ ⁠✿⁠⋌


Era luna llena, la primera desde la luna negra y esa fatal noche. Ella presentía ya sea en su corazón o por su magia, que Mel seguía viva en algún lugar, pero por alguna razón no la podía encontrar. Aunque no se rendirá.

Samantha se encontraba en una reunión con el consejo de brujas, hablando de temas triviales, hasta que una pregunta la puso alerta.

— ¿Por qué tu nieta dejó de asistir a la academia, Samantha?

Samantha era una mujer astuta, la respuesta sería sencilla.

— No necesita asistir.

— ¿Cómo qué no?

— Yo le enseño ahora. Quien mejor que su propia abuela que es la líder del consejo de hechicería para enseñarle. ¿No creen?

Todos se vieron con recelo, pero asintieron. Samantha se secó una gota de sudor imaginaria, por el momento la había librado. Pero no sería para siempre, lo sabía bien, así que lo más prudente era crear un plan con variables para lo que pudiera suceder.

Era una mujer de sangre fría, si era necesario los mataría a todos en la sala sin temblar, no podía perder a su nieta, no después de perder a su hija y su esposo. Ya había pasado por suficientes desgracias. Y aunque todos sabían que el clan Petrova fue el asesino de Mariano, Samantha se mantuvo en silencio por fuera, pero llena de ira por dentro, odiando a los Petrova con toda el alma.

(⁠ノ゚⁠0゚⁠)⁠ノ⁠~


Tres semanas pasaron, solo practicaba con una motivación más que poderosa. Vengar a sus padres y eso le daba la fuerza de agotarse entrenando y estudiando.

Además, ha estado investigando a fondo sobre el cazador supremo desde que había conocido su identidad. Ayas Jones, conocido como el hombre que iba a matar dentro de poco y quien iba a suplicar clemencia. Solo de imaginarse la escena se le hacía agua la boca.

Descubrió dónde vivía, a sus hombres y a su hijo. Ese chico se puso en su mira, había decidido matarlo antes que al supremo, solo para que sufriera como ella sufrió. Sería paciente para que todo saliera bien, no haría las cosas apresuradamente.

Ese día salió a la tienda de ropa, quería renovarse, cuando de reojo captó a alguien conocido, a ese chico de ojos bordo, el vampiro de su premonición. De inmediato se olvidó por completo de la ropa y fue tras él. Necesitaba hablar con él, no sabía de qué, pero por algo tuvo esa premonición.

El chico dobló en una esquina y ella se apresuró, cuando dobló la misma esquina no lo encontró, adelante había un parque gigantesco, caminó hasta las escaleras, cuando pasó lo menos esperado.

— ¿Por qué me estás siguiendo?

Se escuchó detrás de ella, Macarena giró y se asustó tanto que casi se cae rodando por las escaleras de no ser porque el chico misterioso la agarró del brazo y la acercó a él. El corazón de Maki latió a mil por semejante susto, hasta que vio su rostro tan cerca, pudo apreciar esos hermosos ojos bordo, tenían cierto brillo particular. ¿Qué significaban esos ojos?

Hasta que cayó en cuenta de que la estaba sosteniendo del brazo, cerca de él.

— Oye, ten más cuidado. ¿No sabes que no puedes ir asustando a la gente así y menos si están al borde de una escalera?

Él la soltó.

— Disculpa, olvidé que las brujas son débiles físicamente — se burló — aun así, no me respondiste — se cruzó de brazos viéndola.

Macarena miró a los lados tratando de pensar una respuesta que no la hiciera lucir como una acosadora.

— Te conté que te vi en una premonición.

— Sí, ¿y?

— Que necesito saber el por qué. Necesito entenderlo, eres un vampiro y lo que te vi hacer en la premonición no lo pueden hacer los vampiros.

— ¿Qué viste?

— Estabas volando, y tu cuerpo emanaba una especie de humo negro.

El chico miró el suelo.

— ¿Y qué quieres que yo haga?

— No lo sé, que me ayudes a entender. Tuve esa premonición por algo.

— Escucha, las visiones que hayas tenido o tengas no son mi problema, no me relaciono con las brujas y sus asuntos — se dispuso a irse, pero ella lo tomó de la mano.

— Espera, por favor. Ya ignoré una visión antes y fue el peor error de mi vida, no planeo volver a hacerlo.

Él la miró.

— No sé cómo podría ayudarte, solo soy un vampiro, no puedo volar y mi cuerpo no irradia humo negro. Es todo. Tu premonición es errónea.

Maki negó.

— No creo que haya sido errónea, las premoniciones en las brujas siempre se cumplen.

— Ustedes las brujas, lo siento, pero no me agradan mucho que digamos.

— Lamento eso, pero yo no soy como las demás brujas y hechiceros — él sonrió — es en serio.

— Seguro — agrandó su sonrisa, era guapo, pensó la chica.

— Quizás conociéndote, sabiendo de tu vida, pueda entenderlo mejor, buscar conexiones o sentido alguno.

El chico rodó los ojos y soltó un suspiro.

— Olvídalo.

Esa vez se fue a súper velocidad y ella no pudo detenerlo.

— ¡Espera! — gritó.

Intentó bajar rápidamente las escaleras, pero se tropezó y cayó unos cuantos escalones, gimió de dolor, le dolía horrible el tobillo, además de su codo derecho. Se tocó el tobillo, cuando de repente estaba el chico parado allí, había vuelto. Se acuclilló frente a ella.

— ¿Estás bien?

Maki hizo una mueca.

— No, me duele mucho el tobillo.

— ¿Por qué eres tan imprudente? ¿Cómo se te ocurrió bajar así unas escaleras?

Maki lo miró molesta.

— Es tu culpa.

Él pestañeó varias veces.

— ¿Mi culpa?

— Si no hubieras salido así, yo no me habría caído.

— Es solo tu culpa, linda, te dije que no de manera amable, pero decidiste insistir.

— Lo siento, ¿sí? Perdí a una amiga porque ignoré una visión que tuve de ella. Y no sabes lo mucho que me arrepiento y lo mucho que me duele. Juré nunca más volver a ignorar una visión, así que disculpa por ser tan insistente — dijo visiblemente triste.

El chico miró el suelo, apretó sus labios.

— Te llevaré a un hospital.

Maki negó.

— No, llévame a casa.

El chico la tomó en brazos, ella rodeó su cuello con sus brazos.
— Esto será veloz, ¿vas a soportar? — ella asintió.

Una vez que le dio la dirección, se lanzó a toda velocidad y en menos de 1 minuto ya estaban en la puerta de la casa.

— ¿Te llevo a dentro? — preguntó. Ella asintió, entonces la llevó al sillón de la sala — Listo. Me voy.

— Espera, ¿puedes por lo menos decirme tu nombre?

Él lo pensó un segundo.

— Caín.

— Yo me llamo Macarena. Espero que la vida nos vuelva a juntar, y tengo el presentimiento de que así será — él asintió y se fue sin decir nada más.

Ese día salió a poner en práctica el posible nuevo método para encontrar a Mel, tenía que ser un lugar que fuera especial para la persona que se deseaba encontrar y para la persona que hiciera la búsqueda y ese era el prado en el bosque, en donde tanto tiempo solían pasar además del estanque, pero el prado era el lugar indicado porque ahí fue donde conoció a Mel, y también ahí fue donde Mel descubrió que era una bruja. Había algo en ese lugar y ahí debía tratar.

Cuando llegó se dispuso a iniciar el ritual, pero fue interrumpida por un grupo de vampiros que aparecieron de la nada. Eso la asustó, debió admitir, jamás había estado rodeada por tantos vampiros a la vez, debía ser cautelosa.

— Miren nada más, una brujita.

— Hay que matarla.

— No pueden hacerlo — soltó Macarena.

— ¿Y por qué no?

— Porque si beben mi sangre morirán, lo saben.

Uno de ellos se acercó a ella.

— ¿Y quién dijo que íbamos a beber tu sangre? ¿Por quiénes nos tomas, bruja tonta?

— Hay miles de maneras tan creativas de matarte.

Ella activó su magia, esta salía emanada por su cuerpo y manos.

— Inténtenlo.

Ambos bandos estaban a punto de atacar cuando de los arbustos salió un lobo negro gigante seguido de otros más. Todos supieron quiénes eran al instante. Macarena miró con una sonrisa ladina a los vampiros, sabía que estaban jodidos. Los lobos y los vampiros eran enemigos mortales, a diferencia de lobos y brujas que no tenían ningún tipo de problema entre ellos.

Los vampiros se largaron a toda prisa como gallinas, ya que eran más lobos y estaban en desventaja. Al parecer el lobo negro era el alfa porque gruñó y todos atacaron. Ella sonreía con burla, cuando de reojo vio a un lobo blanco que se había detenido frente de ella. Inmediatamente lo miró fijamente, no iba a lastimarla, lo sabía, ¿pero por qué la miraba así?

Ella observó dentro de los ojos del lobo, miró su alma y ya lo conocía, al menos eso sentía. Ya había visto esa mirada antes. ¿Pero dónde?
Antes de que pudiera procesarlo, el lobo salió corriendo detrás de los demás, dejándola paralizada ahí. ¿Qué había pasado? Ese lobo blanco la había intrigado e inquietado. ¿Será que la persona que yace detrás de todo ese pelo la conocía? ¿Pero quién era? No lo sabía, y ahora quería saberlo.

Después de ese atraso, se preparó para el ritual, colocó unas velas a su alrededor en un círculo, las encendió y se colocó en el medio. Se sentó en posición de indio con sus manos en sus muslos, cerró los ojos y dejó fluir la magia, empezó a flotar y se concentró.

Intentó ver a Mel esa noche, estaba con los chicos en la playa sonriendo, luego apareció en el mar, surfeando, la luna negra iluminaba como nunca las olas. De pronto, Mel se giró y vio a su alrededor como buscando algo, pero Maki no podía identificar qué. Luego se puso borroso, era confuso, Maki apretó con fuerza sus ojos tratando de forzar su magia, su cabeza empezó a doler, su nariz sangró. No estaba resultando, pero cuando creyó que iba a caer, una chispa arrasó su pecho con tanta fuerza que la tiró atrás.

Se llevó una mano a su pecho y otra a su boca, eso fue una chispa de vida, y lo que confirmó es que Mel seguía viva, muy viva. Esa chispa fue muy poderosa. ¿Eso qué significaba? Cuando una chispa era así de fuerte quería decir que la persona de dicha chispa tenía mucho poder.

Eso solo la confundió más. Significaba que Mel tenía poder. Pero, ¿qué poder? ¿A qué se refería? No lo sabía, pero ya tenía lo que necesitaba, no podía encontrarla porque ya no era Mel en esencia, algo había cambiado en ella y por eso no se encontraba, porque la buscaba como la antigua Mel. El problema era que no sabía cómo tenía que buscarla ahora. Pero seguiría intentando.

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora