"La pijamada"

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Mel, Tania y Antonella tenían una tradición, un día al mes salían de compras, y tenían una pijamada, pasando todo el día juntas. Día al cual denominaron “Día de locas” Y era es ese día….

Las tres fueron de compras, innovaron su guardarropa, fueron a la peluquería, fueron a un café a pasar el rato y finalmente a casa de Mel, que era donde se llevaría a cabo la pijamada ese mes.

Holly colocó dos colchones alrededor de la cama de su hija, y cuando les llevó la comida no volvió, para no molestar a las chicas.

— Y eso fue lo que me pasó — concluyó Mel, metiéndose un pedazo de pollo a la boca.

— Yo creo que Gersain tiene razón, Mel, seguro no fue nada de lo que haya que preocuparse, tú a veces…— Antonella miró a Tania, quien mordió el pollo desviando la mirada al suelo — Eres un poco exagerada.

— ¿Exagerada yo? — se hizo la ofendida — A ver, dame un ejemplo.

— Bueno…

— Cuando el chico que te gustaba te rechazó, hiciste un drama tremendo, gritaste, desordenaste tu cuarto y no quisiste ir a la escuela en toda la semana — contó Tania.

— Bueno, eso… — Mel intentó justificarse, pero fue interrumpida por Antonella.

— Y esa vez que te golpeaste el tobillo entrenado, dijiste que ya no podrías surfear jamás, que tu carrera y tu vida se habían acabado.

— Y cuando… — iba a continuar Tania, pero Mel no la dejó.

— Se entendió — gritó. Admitía que tenían razón, pero justo en ese momento que realmente no estaba exagerando lo tomaban como tal. ¿Y sí realmente estaba exagerando de nuevo? ¿Y si Gersain y ellas tenían razón?

Si fuera así, Macarena no le habría mencionado a las sirenas, y cuando le preguntó si debía preocuparse por ello, ella dijo que tal vez. Bueno, también era verdad que Maki era una bruja, y Tania y Antonella no sabían absolutamente nada del mundo mágico. Y sinceramente prefería creerle a la bruja.

— ¿Las manchas en tu muñeca se han esparcido? — le preguntó a Tania.

— Un poco, se expanden cada año.

Tania tenía manchas negras en su muñeca izquierda desde que nació, igual que la marca de luna sangrante. Que en su niñez eran diminutas y apenas notables, pero al ir entrando en la adolescencia empezaron a crecer y no sabían por qué. Sus padres la habían llevado a médicos toda su vida, pero jamás encontraron causa o peligro alguno, ella era una chica completamente sana. Se podría decir que Tania Ayala era un caso inexplicable de la ciencia.

— Pero ¿estás bien? — cuestionó la pelinegra.

— Si, sana como un roble. Me revisé hace solo unos meses — Tania estaba inquieta y sus amigas lo notaron — Aunque, si me han estado pasando cosas raras — admitió, las chicas pararon la oreja — Últimamente tengo mucha más resistencia, puedo correr y aguantar muchas más distancias, incluso en el baile ahora me muevo mejor, me siento más flexible.

Mel y Antonella se miraron.

— ¿Y cuál es el problema? Cuando entrenas suele pasar eso.

— Que fue de un día para el otro. Chicas, por favor, nadie mejora de forma efímera — en eso tenía razón — además, siento mi olfato más agudo, al igual que mi oído.

— El extraño caso de Tania Ayala — bromeó Mel.

Tania le dio un codazo.

—Y hace tiempo que tengo sueños raros, con la señora Samantha.

— ¿La abuela de Maki? — preguntó Antonella, Tania asintió — ¿Qué sueñas con ella?

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora