"Un viaje al pasado"

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Caín salía de su habitación colocándose una campera marrón, se encontró a John en el pasillo que lo miraba con cierto brillo - ¿Papá?

- Buen viaje - sonrió y se fue, dejando confundido al menor.

No le dio importancia y salió, directo al bosque, buscando alguien de quién alimentarse. Sintió voces no muy lejos, con súper velocidad se acercó y había muchas brujas y hechiceros peleándose. Estaba tornándose muy violento y antes de que se diera cuenta, una explosión verde de magia se expandió y lo alcanzó.

Sintió algo muy raro, cuando abrió los ojos se encontraba en un lugar completamente diferente, no era el bosque, en realidad no reconocía el lugar. Era otra ciudad que nunca había visto, miró a los alrededores, salió de los árboles y se adentró a las calles.

- De seguro esas malditas brujas hicieron esto con esa explosión. ¿Dónde carajo estoy?

Los letreros lo dejaron boquiabierto, la fecha no era la suya, eran 20 años menos - ¿Estoy en el pasado? - soltó con incredulidad. Según el calendario, era febrero, por lo que él ya había nacido y debía tener 4 meses de vida.

- ¿Por qué estoy en el pasado? Ay, no es bueno, ¿ahora qué voy a hacer? Estoy atrapado aquí.

Mirando a los alrededores vio a una mujer que lo cautivó por completo. Reconocía perfectamente ese rostro, lo había visto en fotografías tantas veces. Era su madre, Aradia.

La siguió con la mirada, su cabello marrón claro se movía con el viento, y esos hermosos ojos negros brillaban con el sol, era hermosa.

Sintió algo fuerte en su pecho, mientras veía como ella entraba a un café, sin darse cuenta caminó hacia la ventana del local y observó a dentro, ella sonreía y saludaba animadamente. Se colocó un delantal y se puso a atender mesas.

Él sonrió, su padre le había comentado que, para matar el tiempo, ella trabajaba de camarera, le encantaba ser social, era amable y hermosa por dentro. Todo lo contrario, a un demonio, incluso John había dudado que fuera un demonio.

Cuando lo notó, yacía sentado en una de las mesas del café, sin quitarle la vista, se sentía como un niño en navidad. El mayor deseo de su corazón siempre fue conocerla, y por algún motivo se estaba haciendo realidad.

- ¿Va a ordenar algo? – él salió de su ensimismamiento, ella estaba frente a suyo. su corazón latió con fuerza. Ahora que la veía tan de cerca, pudo notar que tenía sus labios y su nariz, además de su cabello café. En todo lo demás era igual a su padre - ¿Jovencito?

Él reaccionó - Ah si, perdón. Un café, por favor - ella asintió con una sonrisa tan amable y se retiró. No planeaba tomar el café, pero tenía que disimular. Cerró los ojos y suspiró.

Ella regresó con el café - Aquí tienes, que lo disfrutes, joven...

- Caín - respondió sin darse cuenta. Eso removió algo en el interior de Aradia - Te llamas igual que mi hijo - dijo con una sonrisa.

Caín apretó sus manos - ¿Ah sí? Genial - forzó una sonrisa. Siempre se imaginó cómo sonaría su voz, era más dulce de lo que pensó.

Aradia se sentía extraña, encontraba cierto parecido en el joven - ¿Te conozco de algún lado? Tus ojos son...

Caín se levantó – No lo creo - colocó el dinero en la mesa y se dirigió a la puerta, cuando la abrió para salir, se encontró a su padre a punto de entrar. Este lo miró serio y Caín tragó grueso y pasó por su lado con prisa.

Aradia se acercó a su esposo - ¿Viste a ese joven? – él asintió - ¿No te pareció familiar de algún modo?

- Mmm, no lo vi bien. ¿Por qué?

Luna Negra: Lo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora