Amor De Nieve y Estrellas. Tadelsa. [Terminada]

42. Una torre armada.

Hay una frase dentro del libro de Wonder: Extraordinario escrito por R. J. Palacio, que siempre cautivo la forma de pensar de alguien que no creyó poder ser a fin con los pensamientos de fe; como lo era Elsa Snow. 

Sus padres en extremo católicos le habían inculcado la creencia de un Dios, pero al final y aunque el mundo le pidió mantenerse siempre llena de fe, cuando ellos murieron también murió aquella fe, aquel amor y ese aprendizaje que su padre le dejo. 

Al final de aquel viejo libro de pasta blanda y hojas algo amarillentas, aquel personaje de director anuncio a los padres durante una ceremonia la existencia de un premio mas a un alumno ejemplar que merecía todo lo mejor por el simple hecho de que al solo mirarlo veías algo mas; aquel viejo director afirmo con voz serena la verdad que existía tras una frase de su infancia, "La razón por la que Dios no tiene cara, es porque le da la oportunidad a buenas personas de convertirse en él, un hombre sediento ve a Dios en aquel que le dio agua, el hambriento ve a Dios en aquel que acabo con su hambre dándole una hogaza de pan. Y así, sucesivamente hasta llegar a aquel que esta asustado y ve a Dios en aquellos que lo defienden de ese miedo." 

Elsa creía que era así. Había un mundo cruel allá afuera ella lo sabia, pero también sabia que había héroes con y sin capa listos a defender a todos. Se disfrazo de ellos muchas veces soñando algún día convertirse en una. 

¿Quién le diría que al final, seria su propio cuñado quien seria una especie de Dios para muchos?

Hiro Hamada, Honey Lemon, Wasabi, Fred y Gogo Tomago. Aquellos nerds que jamás se imaginaron héroes ahora y como si el mundo entero les dijera que habían nacido para algo mas que para envejecer en batas de laboratorio, combatían monstruos y a otros científicos locos que creían que su inteligencia debía ser usada para dominar y no para liberar. 

5 amigos que se fueron perdiendo en el camino. 

—¡¿Hiro?! ¿Hiro? ¿Hiro donde carajos estas? — Dentro de una sala de estar repleta de los destrozos de un corazón agitado había un chico de 16 hecho ovillo en una esquina de la misma. Hiro tuvo secuelas tras su depresión, la desconfianza siempre fue una, solo que no imagino que esta seria dirigida hacia si mismo en algún punto. 

—¿Hiro? — Sonó una voz mas dulce cerca de él. —¿Qué pasa? — Honey Lemon siempre característica por su increíble capacidad para ser mucho mas dulce en momentos de crisis. 

—Es mi culpa... — ¿Qué es mas peligroso? ¿Un científico loco que se cree dueño del mundo o un niño listo con buenas intenciones que cree que el mundo no hace daño? 

 —¿Que? — Todos llevaban ya sus "super trajes", el amarillo característico en Gogo fue el primero que le aviso que ellos sí estaban listos para el combate. 

—Elsa esta muriendo... — Sin embargo no se inmuto. No tenia caso ya. La respuesta a aquella pregunta que vago por su mente la ultima semana le estaba taladrando la cabeza constantemente. 

—Lo sabemos amigo... — Wasabi también era dulce con la voz, no sabia como era que mantenían ese tono sereno cuando ellos también indirectamente eran culpables. 

—Es nuestra culpa... Mi culpa. — Los observo a todos y le relajo saber que no era el único con la mente martillada. —Yo empecé este equipo, tenia la barda idea de que Tadashi jamás descansaría en paz si no encontrábamos al culpable de su muerte; si no conseguía yo mi paz, luego los obligue a seguirme en esta estúpida locura, use su experimento, manche su mas grande logro usándolo para... ¿Para qué? Ya no lo recuerdo...  — Se cubrió los oídos con las palmas de las manos y pensó, *¿Para que empecé esto? Jamás he podido controlar lo que creo, ¿Por qué me creí capaz de controlar algo así? *