capitulo 4

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Maldita pobreza.

El trabajo fue menos estresante, Sebastián no necesito de mi en todo el Dia.

— Laura, pasa a mi oficina por favor — dijo Sebastián.

Hable muy Pronto.

— Dígame — dije al entrar.

— ¿Qué es esto? — preguntó mostrándome una grabación a video de mi escena de anoche y la mierda de princesa.

El sonríe.

— Te ves realmente ... patética — ríe el

— Gracias — soltó con sarcasmo

— Ya, en serio, fue gracioso verte la cara sorprendida al ver que las mangueras prenden

Espera, ¿me vio todo este tiempo? y no pudo ni decir "ten una toalla y limpiate la mierda, que apestas" pero no, solo se burla.

— Ya, en serio, yendo al grano, hahaha.

— ¿Que?

— Grano suena ah ... ya sabes, ok olvidalo, ¿quieres salir conmigo? si no entiendes, tú, yo, juntos, en una cita — me guiña un ojo.

— Te dire no de la forma más cruel — suspire — NO.

— Por favor.

— No

— ¿A qué hora paso por ti laura?

— A ninguna, es no

— ¿A las ocho? prefiero a las nueve, porque a las och ...

— ¿Tienes arena en los oídos? es no, punto, aceptalo.

— Okey, si prefieres a las ocho, las ocho serán.

— No aceptas un no ¿verdad?

— No existe en mi vocabulario.

Ríe.

Salí del trabajo y me fui a la pocilga a la que muchos le llamarían hogar.

Me duche, busque algo fresco para usar y me puse a escuchar música.

en eso tocan el timbre.

— ¡Vaaa! — grito.

Abrí la puerta y veo a un hombre muy bien vestido.

— ¿No estas lista o irás vestida de ramera?, porque eso sería genial ... — río Sebastián.

— No, pasa — dije.

— Lindos ... muebles

— No tienes que fingir que no se nota mi miseria

— Como crees, si los muebles hacen juego con ... la pared

— Por favor, si hasta esta rota, No digas nada, voy a vestirme.

Entre a mi cuarto y me vestí con un vestido negro ajustado, corto, unos tacones negros no muy altos y el pelo suelto.

— Wao — dijo Sebastián al verme salir.

Que lindo, me halaga – pensé.

— ¿El pez de esa pecera está muerto o que?

Y hay me entran mis palabras de vuelta al culo.

— ¿Nos vamos?

— Si

Llegamos aún restaurante muy bonito, debe de ser carísimo.

Entramos y una chica en recepción nos saluda con una sonrisa.

— Pasen por Aquí — nos dijo.

— Espera, ¿no hay que esperar una mesa?

— En mi caso no — dice arrogante.

Nos sentamos en una mesa para dos en una parte muy separada de los demás.

— ¿Que van a ordenar?— nos pregunta la camarera

— Agua — digo.

— ¿Agua? — pregunta Sebastián — no le haga caso, traiganle una ensalada y una soda dietética.

Pero si no estoy a dieta – pensé

— ¿Y para usted? — pregunta la chica.

— Una soda de naranja.

— Siga.

— No, mejor spray.

— Okey

— No, Coca–Cola

La chica se veía molesta de tantos rayones que hizo.

— Y un filete ahumado.

— Aja

— No, mejor a la plancha, si, la plancha será.

— Enseguida le traemos su orden — murmuró entre dientes la chica con cara del exorcista mirando a Sebastián.

— ¿No te da miedo? — pregunté

— ¿A que? — pregunta el.

— A que te escupa la comida.

— Eso no va a pasar.

Y si paso, por la cara de la chica al llevarnos la comida, se que hizo algo y no fue bueno, Al final ni él ni yo dimos bocado solo pagamos y nos fuimos.

Fuimos al mejor lugar para comer, donde no te escupen la comida, pizza hot, comimos pizza y luego él me llevó a la pocilga.

— Gracias por traerme a la pocilga — le dije.

— De nada, creo — dijo confundido.

— Adiós — dije y baje del auto, Él hizo un movimiento de manos, espero a que subiera para marcharse

Entre a casa, me tiré en la cama y esta se defondo para bajo.

— Mierda — susurre.

Y me quedé ahí tirada.

Que no me coman las hormigas- pensé.


Holaaa

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"Patricia"

La Secretaria De SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora