La consejera sexual de Ashton| EN FÍSICO

Capítulo 75

COMENTARIO ESTRELLA (22/08/2022): xsoftliyy Si vas a destruirme hazlo de forma épica, no espero menos ...

Kalu: Antes de leer, quiero dejarles una notita. El capítulo es largo, muy largo, lleva unos cincuenta minutos de lectura. Así que busquen un espacio grande para poder leerlo. Y bueno, lo demás lo dejo en la nota de autor que será larguísima jajaja disfruten. Y este es el último Pov de Ashton en la novela.

Capítulo 75| La tortura de su ausencia. 

ASHTON.

Su beso era hambriento. Con sabor a añoranza, a anhelo. No pude evitar sentir que el corazón se me iba a salir del pecho de la emoción. Elevé mi mano y la ajusté en su nuca para profundizar más el contacto desesperado.

Solo esperaba que aquello no fuera culpa o lastima, que lo estuviera deseando tanto como yo. Que la lejanía de nuestros cuerpos por semanas le haya dolido tanto como a mí.

Cuando se apartó, en busca de aire y con la respiración entrecortada, solo me invadió la idea de que allí vendría su arrepentimiento; en su lugar Lúa se dedicó a dejar besos diminutos y suaves en mi rostro. Sus labios hicieron un camino dulce desde la comisura de mi boca, pasó por mi mejilla y luego bajó a mi mentón.

El asombro era tanto que no podía moverme. La mente solo mantenía la idea de que quería que siguiera, pero la ansiedad ante la situación era más fuerte. No podía disfrutar de aquello cuando solo sentía que podía perderla con un chasquido de dedos.

—Lúa —Mi voz sonó extraña ante el remolino de emociones que se me acumularon en la garganta, pero no me permití ceder cuando ella pareció no escucharme y un beso húmedo fue depositado en mi cuello.

Ejercí un poco de fuerza con mi mano en su hombro y me sentí desesperado al sentir que si volvía a besarme, me rendiría ante ella.

Sus iris se clavaron en los míos con temor. Con la mirada de una niña regañada.

—Lo siento —susurró, y el peso de su cuerpo sobre el mío cedió.

Sin embargo, no se apartó más de lo debido. Siguió a mi lado, sobre la cama, de rodillas y con las manos incómodas sobre sus muslos.

Por un instante quise reír ante la vergüenza en su voz, pero no me lo permití.

—No pareces sentirlo —intenté bromear, pero ella no sonrió. Llevaba los labios rojos e hinchados, y no me di cuenta de que mis manos trabajaron en su cabello hasta que noté lo desarreglado de este. Me aclaré la garganta, buscando las palabras correctas —. ¿A qué ha venido eso?

Podía observar a detalle su rostro, y su aroma seguía inundando mis fosas nasales a tal punto que me costaba pensar con claridad. Sus ojos me observaron con determinación cuando las palabras salieron de su boca:

—A que moría por besarte.

Y solo con eso, lo logró.

El corazón me estalló de felicidad, y la ganas de volver a sentir sus labios cobraron terreno ante la cordura que intentaba mantener.

—No es justo lo que estás haciendo —reclamé, dolido —. No puedes irte y venir cuando quieres. Mucho menos pretender que nada sucedió... No es...

—No voy a irme otra vez —sonaba determinada. Jamás la había oído así. Segura, tan firme y confiada de sus propias palabras.

No obstante, algo en todo lo que estaba sucediendo me seguía diciendo que las cosas no eran tan fáciles.