Capítulo 10

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COMENTARIO ESTRELLA (11/12/2020): pearlIce18 Yo quiero, no, NECESITO CONOCER ESOS MÉTODOS! please 🥺

Pd: amo tu historia, espero que actualices pronto Amoooo la actitud de Lúa

Capítulo 10| Dinero, mucho dinero.

Siempre tuve espíritu emprendedor, desde las pulseras de hilo hecho trenzas que vendía a los cinco años, luego el puesto de limonadas en el cual solo me compraban mis padres y abuelos, hasta cobrarle a mis compañeras por hacerles los ejercicios de matemáticas. En sus momentos creí que tenía los grandes negocios y que me volvería millonaria, pensaba con cada uno de ellos, que había descubierto una mina de oro, hasta que la idea de Daymond llegó a mi.

En un pueblo pequeño como lo es Santa Espinilla, había que tener mucho cuidado de lo que se contaba y lo que no, las noticias eran el deporte favorito de la mayoría de la población, incluyendo a mis padres. No los culpaba, si creces entre vacas, no hay forma de que no aprendas a mugir y comer pasto, pero a veces aquello resultaba muy molesto.

Aunque tenía claro que a la hora de dejar calladas sus bocas, lo hacían, como cuando me destruí a mi misma, ellos, mis amigos y los padres de mis amigos, a los cuales veía como tíos, fueron el apoyo que necesitaba para salir adelante, y no había forma de agradecerles aquello.

—¿Qué vas a querer por tu cumpleaños?

Sonreí, con una dulzura que yo misma me sorprendía de tener e intercale la mirada entre mi padre y madre. La pregunta había venido por parte de mi madre, pero sabía que ambos habían estado de acuerdo en hacerla, eran como un puzle de rompe cabezas, no había nada que uno decidiera sin antes consultarlo al otro.

Mi madre me observó por debajo de sus pestañas postizas, pero que se veían muy naturales. Sus uñas de color golpeteando la mesa se veían más llamativas gracias a el color blanco de su piel, algo que me había heredado y sus grandes senos descansaban sobre la mesa. Siempre había tenido complejo por aquello, cuando era más pequeña recordaba que utilizaba sudaderas grandes y ropa lo más holgada posible, pero mi padre logró hacerla ver que era perfecta.

—Dinero, mucho dinero y en lo posible en muchos billetes para que parezca más —respondí antes de meterme una cucharada de puré de zanahorias a la boca.

Mi madre rió divertía, tenía claro que aquello era lo que pediría, sin embargo mi padre solo negó con expresión resignada, no iba a lograr jamás quitarme de la cabeza el irme lejos de aquel lugar para cumplir mi sueño.

—¿Cómo vas con las clases particulares? ¿Crees que logres conseguir lo necesario para finales de curso?

Si, no podía contarle a mi madre de mi verdadero negocio, primero que nada se solucionaría de mi, segundo, entrarían en pánico al creer que me estaba prostituyendo, y tercero... no quería contarlo, no era algo que me enorgulleciera tampoco. No hablamos del trabajo soñado.

—Tendré lo suficiente para solo necesitar un mínimo préstamo —aseguré.

La escuela de pintura no era tan cara, no necesitaba ser millonaria para pagarla, pero si un nivel de vida como el de Daymond, por ejemplo. Sus padres eran, ambos, empleados de un banco, así que si quería pagar una universidad, no tenía problema con eso. Annaí también tenía un nivel de vida bastante afortunado, pero se parecía un poco más a mi y a diferencia de Day, que corría a sus padres cada vez que necesitaba dinero, ella era feliz con trabajar de salvavidas en la piscina pública del pueblo.

Yo, con el sueldo de mecánico de mi padre y el de encargada de hotel de mi madre, sabía que debía apañármelas si o si yo, porque ellos no tenían la oportunidad de ayudarme demasiado.

—¡Carajo! —nos sobresaltó mi padre —. Olvidé que debía ir a la casa de un cliente.

—¡Maldición, Mauro! Cuida la boca —lo regañó mi madre, pero él solo me dio una mirada y ambos reímos.

Ella solía regañar por decir insultos, utilizando insultos. Era el ejemplo perfecto de "has lo que yo digo, no lo que yo hago"

Luego de darnos un beso a ambas, susurrarle unas palabras a mi madre en el oído que la sonrojaron y le hicieron darle una palmada a mi padre en su trasero, tomó su chaqueta y salió disparado de la casa.

Al terminar de comer y ayudar a limpiar, subí las escaleras de uno en uno hasta el segundo piso, pero antes de poder avanzar por el pasillo, la voz de mi madre me hizo detener:

—¡Me voy en una hora, Lúa!

―¡Lo sé, ¿y?! —grité de vuelta. Ladeé la cabeza cuando al pasar los segundos ella no respondió —¡Mamá! ¡¿Mamá?! —bufé y giré mi cuerpo para observar hacia el piso de abajo, pensando que quizás estaba allí, pero no —¡AMALIA FOSTER!

—¡Si te estoy hablando, vienes!

Maldita costumbre de las madres de gritarte y luego esperar que vayas hasta donde están para decirte las cosas.

Trotando bajé las escaleras y la observé de mala manera desde la puerta de la cocina mientras ella revolvía su bolso buscando algo.

—¿Qué pasa?

—Uno de los clientes del hotel tiene un hijo de tu edad, necesita clases particulares, así que le di tú número. Te estará hablando.

—¿Qué? Mamá, no puedes dar mi número a desconocidos —me crucé de brazos molesta —. No voy a meter a cualquiera a nuestra casa.

Me observó a través de las gafas de anciana de cien años de forma reprobatoria.

—No creo que conozcas a todos los chicos que traes a casa tampoco, y él no es un desconocido. Conozco a su padre y es un buen hombre.

—Tengo los días llenos ―añadí en un momento desesperado por rechazar aquel "trabajo"

—Te haces tiempo.

Era una guerra que no iba a ganar, cuando a mi madre se le metía algo en la cabeza, no había santo que se lo pudiera sacar.

Pataleé como niña y la apunté con un dedo de forma amenazante.

—Si repruebo algo, será meramente tu culpa.

Sonrió y asintió sin interés antes de volver a su tarea de buscar Dios sabe que, en su cartera. No lo discutí, encontraría la forma de que ese chico no quisiera tener ni una clase conmigo. 

 

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¡Hola, garrapatitas!

No me gustó este capítulo... bueno si, pero iba a hacerlo del doble más largo, solo que me dejé estar y no llegué a escribir lo que quería. Igual seguro mañana les actualizo, no el domingo. 

Les mando amor y gracias por disfrutar de lo que hago. 

Con amor.

¡Kalu!

La consejera sexual de Ashton| EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora