CAPÍTULO VEINTICINCO

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Alessandro, 2 años después..........

Aunque al inicio todo parecía una tragedia vivir con Sanha, me he acostumbrado a verla junto a mí. Después de esa alerta no hemos vuelto a recibir amenazas externas y fuimos trasladados de regreso a nuestras habitaciones dentro del complejo de entrenamiento; Alex parece estar reaccionando a sus medicaciones y hay una posibilidad más grande de tenerla junto a nosotros nuevamente. Einar por su parte se volvió una parte infaltable de Sanha, eran casi como hermanos.

Lejos de todo lo que ha pasado en estos dos últimos años, hay algo que siento que cambiará el rumbo de mi historia.

El entrenamiento de Sanha como "Legionaria de las Tropas de Reserva" terminaba en dos días y al ser su primer título honorario quise darle una sorpresa especial. 

Una vez terminadas las clases la llevé hasta el arsenal de transporte.

-¿Qué hacemos aquí? -preguntó.

-Es un regalo que tengo preparado para tí.

-¿Vas a llevarme a algún sitio desolada y me vas a matar? -bromeó.

-Es algo parecido, ven. -No se veía muy convencida, pero luego de unos segundos, aceptó mi invitación.

-¿De quién es esta nave? Se ve bien cuidada, un poco vieja, pero nada que no se pueda arreglar. -comentó en un momento del viaje.

-Fue mía durante mi entrenamiento de navegación y reconocimiento atmosférico. Le puse Rossie. -Sanha sonrió ligeramente al escuchar el nombre de la nave.

-¿Qué?

-Nada, solo que en cierto modo es gracioso, pero me gusta. Rossie. -El resto del camino a nuestro destino durmió bastante.

-Sanha, despierta. -La sacudí despacio.

-¿Ya llegamos? -bostezó. -¿Dónde estamos? 

-¿Ya no reconoces tu casa? -Sanha miró a su alrededor y se veía confundida hasta que vió una pequeña luz a la distancia.

-¿¡Es mi casa?! -Asentí. Corrió sin freno hacia la casa que permanecía iluminada por una luz blanca. 

Sanha, dos años después..........

He estado lejos de mi madre todo este tiempo, y la sorpresa de Alessandro me dio un poquito de felicidad. 

Me paré frente al umbral y con nerviosismo toqué el timbre.

-Corres muy rápido. -Soltó con dificultad Alessandro.

-Me da miedo no poder verla de la misma manera que antes. 

-Ella entenderá lo que pasó, además, el cariño no se va. -Parecía hablar con sinceridad. -Tengo miedo.

-Me iré para que puedan hablar a solas. -sostuve su mano para que no me dejara sola. 

-Quiero que te quedes.

-Está bien. -Alessandro volvió a tocar el timbre. La voz de mi madre sonó detrás de la puerta.

-¡Por Dios, son las tres de la mañana! ¡Qué carajos les.......

-Hola mamá. -Mantuvo una mirada de sorpresa hasta que saltó sobre mí en un abrazo desesperado.

-¡Estás viva! ¡Pensé que te había perdido para siempre! -Su llanto desesperado me conmovió hasta la última parte de mi ser.

-Estoy a buen recaudo con mi padre. Te quiero presentar a mi entrenador; él es Alessandro Helly. -Estrecharon sus manos. -Siento por no haberte dicho nada, todo fue tan rápido y yo.

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