Capítulo 16. Tortura.

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Después de esperar a que alguien me explicase que cojones hacía allí decidí dormirme.

El que tenga miedo a morir que no nazca.

Desperté rato después parpadeando porque la luz era muy luminosa.

El guardia seguía donde estaba solo que sentado en un silla vieja.

-¿Que hago aquí aún?

-¿Como que qué haces aquí aún?

-Pensé que ibais a matarme, no sé.

Rodó los ojos y pasó otra vez de mí.

-¿Que hora es?

-Las nueve de la noche. Estate un rato en silencio.

-Sabes que eso es imposible.

Me dio la razón y me quedé sentada
en una cama que parecía de cárcel.

Una puerta se escucho abrirse y rápidamente me levanté a comprobar quién era.

Tres guardias junto a una mujer con traje de cuero entraron conmigo a la celda para esposarme las manos en mi espalda.

-¿Dónde vamos?- dije algo asustada.

-Ya lo verás.

Me llevaron a una habitación de metal con aparatos de torturas en las paredes y una cama de madera con hierros a los bordes para amordazar las manos y los pies.

-¿N-no iréis a utilizar eso?

La mujer echó a reírse en mi cara así que intente darle un cabezazo.

-Estupida- dijo cabreada tras mi acción repentina.

Miró a los guardias y con una mirada los guardias vinieron a mi para ponerme en la mesa estirada y bien atada.

Me resistí pero aunque supiera que era incapaz de hacer salir de aquí aún tenía esa poca esperanza.

Lo más importante fue que no tenía ni idea de quiénes eran y que querían.

-¿Dónde está?

-¿Quién?

-Tu jefa. ¿Quién va a ser?

-¿Que jefa hablas? No trabajo para nadie.

-Mira niña discapacitada cuéntame todo el plan y te dejaremos salir de aquí sin torturarte. Pero claro si quieres utilizamos otros métodos.

Iba a coger un martillo y un destornillador.

-¡Espera! No se de quién habláis, te lo juro. Te has engañado de persona.

-Ya lo creo que no. Eres Sofia, ¿no? Pues ¡a ti! es a quién buscamos.

Quise preguntar el nombre de mi jefa según ellos pero...¡que cojones! Claro que iba a saberlo.

-¿Como se llama mi "según tú" jefa?- pregunté moviendo los dedos.

-Enonimus se hace llamar.

-Dirás anonimus.

-¡No, niña! Enonimus. No nos hagas perder el tiempo.

-Pero ese nombre no existe.

-La que no va a existir eres tú como no hables.

-A ver. Si yo no sé quién es mi jefa. No sé cuál es el plan. No sé dónde está esa tal persona. Ni se que hago aquí.

>¿Siguen creyendo que yo soy la que buscáis?

-¿Y que nos hace pensar que estas mintiendo?

-¿Se me nota en la cara que miento, perra?

Se giró hacia los guardias.

-Traedme las pinzas. Esto se va a poner interesante.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora