Capítulo 18. La bienvenida.

8 1 0
                                    

-Hola guapa. Eres nueva por lo que veo.- un viejo me dijo mirándome de arriba a abajo.

-Tu estas algo tocado así que no me mires de esa manera o los pocos pelos que te quedan de una hostia se te caerán.- los deje a todos de piedra aunque eso no les echó para atrás.

-Nos a tocado una guerrera. Esas son las mejores.

-Ya lo se que soy mejor que todos pero eso no te da el derecho a venir a mí como un perro a un hueso.

-Derecho tengo sabiendo que soy el rey de la prisión.

-Tu no reinas ni en tu propia cabeza.

Intentó cogerme del pelo pero con un movimiento tenía su brazo a su espalda amenazando con rompérselo.

Parece surrealista pero decidí tomar clases de defensa personal por peligros como estos. De la gente no hay que fiarse.

Otros dos me soltaron de el y el suso dicho me dio un puñetazo que me hizo caerme de rodillas al suelo.

-¿Ahora eres tan valiente?

-Valiente soy y seré lo que dure de vida.

Me levanté del suelo quitándome la mano de la cara y mostrando furia en mis ojos.

-Y ahora me tengo que ir al patio. Permiso.- dije apartándolos con las manos para caminar.

Pero un tio me retuvo.

-Ándate con cuidado porque a personas como tu se las comen.

Quite su mano de mi brazo y caminé hacia dónde había ido la demás gente. Estaban todos en grupos en él patio mirando una misma dirección.

Vi algunas miradas girarse en mi persona pero pasé de ellos y decidí interponerme en un lado de la avalancha.

Una chica comenzó a hablar: la jefa.

-Hola. Estamos de nuevo aquí. Queremos presentaros a los nuevos que han venido aquí. No seáis como sois y hacerlos estar cómodos en esta cárcel. Como vea que alguien hace algo me encargare de utilizar el objeto que nunca utilicé con nadie.

No se de lo que habla. Solo sé que me había metido en un follón sin querer.

-Y ahora podéis ir a vuestras celdas. Para los novatos. Ahora pasarán algunos guardias a daros el horario.

Volvimos al mismo sitio de antes pero esta vez con las puertas abiertas para pasear un rato o salir al patio durante la hora que esta abierto.

Estaba leyendo un libro que pillé encima de la mesilla cuando llego un chico segurata con unos papeles. Los horarios.

-Estos son los horarios. Esta es la comida que hay. Y estos son los días que tienes para hablar.

-¿Como que los días?

-Tienes esos días hasta que te maten.

Miré primero los horarios. Luego las comidas. Y por último los 13 días que tenía hasta la muerte.

Me parecía increíble que haya gente que piense que la muerte lo soluciona todo. Yo pienso que una hostia en la cara ayuda más.

No me creo eso de que en 13 días serán capaces de matarme.

Con un boli escribí trece círculos para que cuando pasaran los días fuera pintándolos y saber cuando acabara esto.

No tenía escapatoria. O mentía diciendo mentiras sobre "el plan" que no se de que va o me callaba hasta la muerte.

Me decidí por lo segundo porque lo primero tenía riesgo de que me mataran antes. Quería saber que pasaba con esta vaina.

Mis amigos estarían buscándome como locos pero para encontrar esto hace falta tiempo.

Se hizo de noche pero no podía dormir ya que dormí todo el día. Las celdas estaban cerradas y estaba todo oscuro pero con algo de luz nítida.

Escuche unos "chs, chs" de alguna celda cerca de la mía.

Me asomé sin llamar la atención y era un chico joven llamando a una chica que también era jovencita.

-No le cuentes a nadie. Si nos ya sabes.- le hizo un gesto de cortarle el cuello.

-No. pero que esto no se vuelva a repetir, por favor.

-Se repetirá si yo quiero.

Se fueron a las camas no sin antes, el chico, mirar si había alguien mirando. Pero me escondí.

Mañana hablaría con esa chica para ver que pasó. Porque aquí hay gato encerrado.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora