Capítulo 48. Cielo o infierno.

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Todo era blanco. Todo era limpio. Olía tan bien. Era una habitación blanca, sin ningún mueble.

Rodé por toda la habitación dando vueltas y vueltas y viendo mi vestido flotar en el aire.

Que bonito vestido. Era blanco también.

-Que no. Fue tu culpa. Deberías habérselo dicho.

Unas voces retumbaban la habitación. No las reconocía.

-Ahora que la tuve. Como la pierda, te mato.

-Deberías habérselo dicho.

-Que si. Que lo se.

Eran un chico y una chica discutiendo sobre algo. La chica tenía voz femenina pero poderosa y el chico, la típica voz de el gracioso del grupo.

Yo ahora me encontraba sentada en el suelo sin saber que hacer. Esas voces se oían como si las tuviera en mi cabeza metidas.

-Ella te quería y tu pensaste que ibas a solucionarlo así. Ahora todo, ¡TODO! se ha salido de control.

-Que te calles. ¡Cállate!

-He traído comida de la máquina.- una voz de una chica dulce parecía unirse.

-Metetelo por el...¡dios ya!

-Vuélveme a hablar así y te juro que te alejo de Sofia.

Una chispa hizo que mi cabeza doliera como un tambor que esta dentro sonando. ¿Que era eso?

Volví a observar la habitación para encontrar la salida y encontré una clase de cosa que parecía reflejar.

Mi cara, mi cuerpo. ¿Quién era?

-¿Quién eres?- dije hacía esa cosa.

La habitación resonó vibrando y me asusté. Me senté a un lado cogiéndome las rodillas.

Pero me caí hacia atrás porque una puerta se abrió.

-Joder.

Me levanté sacudiendo las manos por la arena. Estaba en un lugar bonito con el sol. Estaba tocándome la cara. Esto está caliente.

Me quemaba. Corrí y el sol me perseguía. Hasta que una cosa de tono gris no tenía sol. Ahí estaba a salvo.

Agua tocó mis pies y lancé una sonido estruendoso que no volveré a soltar.

Estaba caminando cuando el paisaje empezó a disolverse y se volvió un lugar también bonito con una especie de cosa con hojas y un tronco que las sujetaba. Todo era verde menos algo que me llamó la atención.

Parecía encontrarse muy, muy lejos pero quería saberlo.

Caminaba más y más. Unas figuras que eran personas con la misma voz de la habitación estaban algo confusas. No se veía bien. Era como un holograma.

-Sofia no te merecía.

-¿Que vas a saber tú? La he observado todo el tiempo.

¿Sofia? ¿Quién era? Tú. ¿Que? Una voz sonaba en mi cabeza. Pero era un voz rara, una voz indescriptible. Yo era Sofia. Yo soy Sofia. Hablaban de mí. ¿Quién? No los conozco.

La luz se veía más cerca. A medida que me acercaba habían varias figuras.

Esa era yo. Mi cuerpo con alguien. Angela. Espera, otra vez esa voz. Angela. ¿Angela?

Estábamos...¿que hacen? Porque tienen sus bocas juntas.

Luego otras figuras. Las anteriores desaparecían.

Yo con otra chica. Jugando algo. Un juego de colores con fichas y algo cuadrado con puntitos.

Yo con un chico alto. Riéndome. Actuaban tan lento esas figuras. Mi persona con un chico que se parecía a mi. ¿Hermanos? Alex. Ya veo como se llama. Los dos tocándonos fuerte. Eso era...una pelea, sí.

Otra gente más. Mucha gente más. Pasé de fijarme más. Quería esa luz. Esa luz ya no estaba. Me acercaba a una mesa encorvada hacia abajo. No lograba ver lo de dentro.

Habían...Sí, dos botones. De dos tonos. No se que era eso pero apreté uno con tono mas claro. Verde como el paisaje.

Todo se volvió negro. Mi cuerpo cayó. No supe nada más.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora