Capítulo 43. Última misión.

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Ya sentía los efectos de la luna sobre mí.

-Tomate esto, es una pastilla para acelerar el sistema nervioso.

Me la tomé como pude por las cuerdas. Sabía a fresa, que bueno. ¡¡Céntrate Sofia!!

Cuando creía que la luna iba a poder conmigo mi cuerpo empezó a temblar de los nervios que sentía. Yo me asusté pero supongo que si aún no me he dormido es buena señal.

-Sofia, Sofia...Atiende.

Entendía las palabras pero sonaban como si estuvieran debajo del agua.

Cerré los ojos con fuerza e intenté centrarme en las personas borrosas que habían delante mía diciendo mi nombre.

Estaba muy distraída. Cuando de repente todo volvió a la luz y me quedé mirando la situación de delante mía. Giré en sentido a una puerta que parecía cerrarse y vi unos píes desaparecer.

Esos píes. Los conozco. Me suenan pero no se de que ahora. Tampoco estoy completamente enterada del panorama.

-¿Quién es?- dije intentando señalar la puerta.

-Nadie. Ahora céntrate. ¿Ves bien?

-Algo borroso, estoy distraída. Me siento muy rara...

-La tenemos con nosotros. ¡Empezad!

Escuché que decían pero mi mente divagaba ciertos temas incontrolables mientras mi cuerpo estaba sudado y temblando.

Una intravenosa transcurría por mi brazo. Dos científicos miraban mis ojos con linternas. Y sentía en mi cuello tacto de manos. Noté algunas cosas más pero apenas sabía el qué.

Así estuve tres horas, por un momento casi me dormí. Casi, pero no.

-Está en proceso.- hablaban delante mía. Estaba segura que hablaban de lo mío.

-Ey... me duele la cabeza.- dije con voz áspera.-Necesito agua.

Me trajeron agua pero no me sabía a nada.

Mi cuerpo dejó de temblar y sudar para estar tranquilo. Estaba tan relajada que parecía que estuviera drogada.

Notaba una sonrisilla en mi cara.

-Estoy...como...drogada.

-Lo estás. Así que disfrutalo.- risas en el fondo tras escuchar esas palabras.

Un, dos, tres...el...pollito ingles...

¿Que cojones? Un deja vu.

Mi mente divagaba en mis recuerdos de la infancia y yo no podía controlarlo.

Sofia, no es así, no tienes que...girarte...¡no mires!

La voz de la niña gritando me despertó. ¿Estaba dormida? Juraba que estaba despierta.

Pero es que...siempre ganas tu...no vale...

Esto. Era. Un. Recuerdo. ¡Que sueño tengo!

Cerré mis ojos para descansar ya que no sabía lo que me pasaba.

Sofia, eres...la mejor...para siempre...amigas, para siempre...te quiero.

Esa voz, esa voz, de Elisa. Esa era Elisa. Ese recuerdo, cuando empezamos a ser mejores amigas.

Mis ojos lloraban, mi alma se rompía. Deje de sentir, de sonreír, deje de...deje de ser yo.

Me obligué a abrir mis ojos con fuerza.

-¡Ahh!- me levanté gritando.

Enfoqué mi vista y vi a tres personas flipando con el grito mirándome.

Mis manos ya no estaban atadas. Me quité las agujas conectadas a mi cuerpo.

-Agh.- me quejé cuando una aguja salió de mi brazo, la sangre hacía un caminito hacía la mano.

-Sofia, no toques eso.

-¿Que me habéis hecho?- mis manos cogían al chico de la bata. Era joven, era el hermano de Angela.- ¿Hugo?

¿Que hace él aquí?

-Sofia. Suéltame.- le hice caso.

-¿Que haces aquí?

-Trabajo aquí también. Ya veo porque Angela me dice que siempre estas ocupada.

Me explicó que el fue paciente aquí y tras años decidió meterse. ¿Cuanto tiempo lleva esto funcionando?

Mi pregunta tuvo respuesta por parte de Hugo. Llevaban mas de 20 años al servicio de la sociedad. Pero nadie sabía esto. Nunca pidieron permiso. Tampoco tiene mucho sentido la razón de la creación de esto. A saber a quién se le ocurrió la idea.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora