Capítulo 21. Salvación.

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-¿Puedes contarme algo más de eso?

-No. Existe un pacto de que no puedes contar nada una vez retirada.

Estuvimos en silencio casi diez minutos cuando entraron hombres armados, que no eran guardias, y la jefa con una pistola en la cabeza amenazada.

La apuntaba un chico cuyos ojos me sonaban demasiado.

-¡Vamos! Andar o la disparo.- amenazó el mismo de los ojos, pero no conseguía descifrar su voz.

Caminamos casi corriendo escuchando disparos y gemidos de dolor provenientes de no muy lejos.

-¿Quiénes sois?- dije medio chillando porque había mucho ruido.

-Eso no interesa. Camina.

Sentía una pistola detrás de mi espalda tocarme para que fuera más rápido. Habían dos chicos con escudos protegiéndonos por detrás.

Casi me sentía una reina. No era momento para humor.

Nos subieron a empujones en una furgoneta blanca y cerraron las puertas haciéndonos asustar a la doctora y a mí.

No entendía que querían de nosotras. ¿Porque nos llevaron y a otros no?

Un concepto que me aplique de la vida es que el tiempo lo descifra todo.

Cuando digo todo digo todo. Tal vez si no lo descifra es por no hacernos sufrir.

Me miré, miré a la médica, miré el entorno, los conductores, sus armas. Quería descifrar de que iba esto. Tal vez no era adecuado fijarme sin antes darme cuenta de la puerta.

¡Claro! ¡Esa era la respuesta!

La puerta estaba enganchada con un metal seguramente porque esté rota.

Mire a la chica de mi lado y con una mirada entendió cual era mi plan.

Giré mi cuerpo hacia la puerta y cuando había un semáforo aproveché de quitarle el metal.

Cogí a la morena de la manga de su bata y con un sonido ruidoso de las puertas nos fuimos corriendo.

Los guardias bajaron sin las armas para que la gente no se asustara.

Al ser más grandes, más altos y ser hombres nos cogieron. Primero a Dalia, la chica que más tarde le pregunté como se llama. Luego a mí pero porque resbalé con un fregado de una de las limpiadoras de edificios.

La patada en los huevos que le di no se la vio venir. Su amigo me cogió porque el afectado se quedó en el suelo.

Me llevaron de nuevo a la furgoneta. Pero esta vez se quedó el tío, que me sonaba, con nosotras.

-¿Porque nos habéis cogido a nosotros y no a los otros?

-Sois el plan.

-¿Que plan?- ahora estaba incluida en un plan, perfecto.

-Ya te lo explicará la jefa más adelante.

-Me lo vas a explicar tú o la patada se convertirá en muerte.

-No cambias Sofia.

Sabía. Sabía que él me conocía. Pero aún no me salía su nombre y eso que lo tengo en la punta de la lengua.

-Tu me conoces. No me quieres decir tu nombre pero me saldrá.

-Yo se como se llama.- dijo Dalia.

Le incité a que me lo dijera pero el otro la obligó a callarse si nos la mataba con la pistola.

***

Estábamos en una clase de cuarto. El típico de las películas cuando interrogan a un criminal.

Dalia y yo nos quedamos solas un tiempo.

-¿Porque conoces a esta gente?

-Es con la que trabajé. No puedo decirte nada mas.- agregó lo del final al verme que iba a hacerle muchas más preguntas.

La gente no entendía que me gustaba saberlo todo.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora