Capítulo 27. Dolor.

10 1 0
                                    

-Angela.

-Sofia.

Me giré para irme pero me retuvo el brazo. Se lo aparté claramente.

-Sofia. No pensé que iba a verte en la vida.- decía con ceño fruncido pero su mirada seguía sin recorrerme mi cuerpo.

-Ni yo.

Solo pude decir eso. Cuando me eché a correr hacía el despacho de Dominik en busca de explicaciones.

Ya sin antes de llegar estaba llorando. De los nervios entré sin llamar ni nada. Dominik se me quedó mirando algo asombrado con algunos papeles en las manos.

Se levantó de golpe y se acercó con mirada relajada pero preocupante.

-¿Ocurre algo?

Intenté hablar pero solo me salió un sollozo.

Me abrazó y yo me acurruqué en su pecho buscando algo, tal vez cariño.

Estuvimos así un rato hasta que la ansiedad pasó.

-Ahora me puedes contar que ha pasado.-aseguró.

-Pues que...Angela.- dolía decir su nombre.- Tuvimos una relación hace cuatro años y me dejó tirada por venir a estudiar aquí.

-¿Angela? Pero si ella es un amor, lleva trabajando aquí como dos o tres años.

No le dije nada porque no sabía como contestarle.

Si ella era mi compañera de trabajo esto iba a ser un infierno.

-No podemos cambiarte de despacho porque están todos cogidos. Siento esto.- añadió con cara de culpable.

-Claro. Bueno voy a instalarme. Gracias por escucharme.

Asintió y me apretó un hombro en despedida.

Resoplé y inspiré aire relajándome. Mi barriga se revolvía pero tenía que hacerlo cuánto antes para ponerme al día.

Entré y de reojo la vi sentada en su silla que estaba a la izquierda de la que sería la mía.

Puse mi maletín encima de la mesa y me senté para observar algunos papeles que me habían dejado.

Los horarios de los pacientes que venían empezarían mañana.

Esto era algo incómodo ya que notaba su mirada en mí. Me giré hacia ella: -¿Qué?

Decidió no contestar y siguió a lo suyo.

No debí fijarme pero me fijé en su cambio a la madurez. Su cuerpo era más esbelto y curvilíneo. El pelo ahora era unos centímetro más largos y me pareció verle un piercing en el labio.

No quise fijarme más y volví a lo mío.

Ya iban a cerrar así que metí todo en el maletín y puse camino a salir de la oficina.

La puerta estaba cerrada. Había un cerrojo en la puerta pero era para cerrar después de salir.

Giré par de veces más pero seguía sin abrir. Miré hacia Angela sin darme cuenta y me quedé viéndola.

No se dio cuenta hasta que iba a irse y levantó la vista hacía la puerta pero la tapaba mi cuerpo.

-¿Porque no sales?

-Está cerrada.

Abrió los ojos y se acercó a mí o hacia la puerta, no lo se, que tensión.

Cuando estaba delante mía aprecié sus dientes sin brackets alineados perfectamente.

Su brazo recorrió mi izquierda y se topó con el pomo que seguía sin abrir.

-Es verdad.

Sacó la llave de su bolsillo y la abrió.

-Fácil.- dijo cerca mía.

Nos fuimos cada uno a nuestro rollo.

Profundas Verdades (2/2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora