9. Envidia

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*Prompt: Habitación del Bebé

Tony Stark no era de los que podría auto-definirse como una persona organizada. Al contrario, quien lo conoce sabe de sobra lo caótico e improvisado que podría llegar a ser, y más cuando trabaja en un proyecto que le vuelve loco, o sencillamente los plazos de entregar algún proyecto para Industrias Stark, su propia compañía, le estallaban en la cara.

No se podía contar mucho para la organización en general. ¿Y para qué, si le pagaba a la gente justamente para recordarle cosas? O en el caso de FRIDAY, que ocupaba su agenda más personal y secreta. Tony Stark era un hombre muy ocupado y solicitado como para andar preocupándose por esas nimiedades. Un doncel capaz no sólo de proveer a su futura niña toda la calidez y bienes materiales que iba a necesitar para toda su vida, sino también que le enseñaría todo cuanto sabe. Porque Tony había aprendido desde muy pequeño que el dinero no sólo era el único medio para tener poder. También estaba el conocimiento, si se empleaba de manera correcta, si lo usaba a su favor y en contra de las personas indicadas. Tony sabía que su propio conocimiento no tenía precio y por ende, era uno de los tesoros que quería compartir con su primogénita. No sólo quería criarla y amarla como su hija, sino que también quería estar para ella, apoyarla y enseñarle todo cuánto sabe.

Realmente lo que Tony quería, era ser el padre que nunca en su vida tuvo.

Y era debido a ello que cuando su vida dio un giro de 180 grados apenas supo que había quedado encinta, empezó a hacer cosas que se salían de su norma. Porque quería cambiar, quería seguir siendo una mejor persona cada vez, cada día que pasara.

Mucho antes de eso, el amor de Peter hacia él había influido demasiado, tanto, que a veces Tony no podía reconocer su propio rostro de felicidad. Un semblante más relajado y en calma, cada vez que se veía en el espejo.

Y aunque biológicamente estaba cerca de cumplir los cincuenta, faltando menos de diez años para ello, con una salud regular y un embarazo de poco más de seis meses, Tony Stark se sentía... mucho más vivo que nunca.

No podía esperar a tener a su niña en sus brazos. Su pequeña, su primogénita, la futura señorita. Stark. Tony quería abrazarla entre sus brazos y no dejarla escapar jamás. A veces, por las noches, le daba mucha nostalgia recordar los buenos momentos que tuvo con su madre. Recordaba más a su madre que a su padre, y con justa razón. Howard muy rara vez estaba en casa, y cuando lo hacía, llegaba tan tarde que Tony no podía alcanzar a verlo, así sea para desearle en voz alta una feliz noche.

Y eran esos detalles, que para otras personas podían llegar a ser insignificantes, pero que para él, que siempre tuvo lo que cualquier humano pudo llegar a desear, esos detalles lo eran todo. Porque al final del día lo que él siempre quiso y esperó de su padre, había sido un beso y un abrazo, un "te felicito hijo, eres el mejor", algún "no tienes que demostrarnos nada, te queremos por cómo eres" y... nada de eso nunca, a Tony Stark le llegó.

Desde que había quedado encinta, Tony le pidió a FRIDAY la compra de un calendario tradicional gigante, para colocarlo en la pared y así ir haciendo el conteo de los días. Marcar eventos importantes, las próximas citas médicas a las que iría, y así sucesivamente.

Debido a ello, Tony sabía que hoy era un día especial. Porque tanto Peter como él, terminarían de escoger cómo sería el cuarto de su hija. De hecho, para la fecha en la que se encontraban, ambos se habían contenido. Por supuesto, al no saber el género de su bebé, cualquier cosa podría pasar. ¡Inclusive podría llegar a tener... gemelos! Y vaya, sin duda fue una de sus principales razones por las que ambos prefirieron esperar.

Apenas supieron que era una niña, ambos próximos a ser padres se dedicaron tardes y noches enterar en planificar y comprar todo para la bebé, hasta el más mínimo detalle. Acordaron en que su hija tendría lo mejor y procedieron a añadir cosas al carrito de Amazon como locos. Cuando les llegaba el delivery, Peter se encargaba de seguir las instrucciones de su doncel para dejar la habitación justo como deseaban. Lo cual era difícil, ya que era en esos momentos donde se ponía un poco a prueba el gusto personal de ambos. Peter prefería algo sencillo y no muy llamativo, y Tony quería que el cuarto de su hija destacara por todo lo alto.

—¿Otra vez con el estilo victoriano? Tony... nuestra niña no es de la realeza.

—Es mi princesa. —Porfió, mientras se empeñaba en colocar las fundas de las pequeñas almohadas con encajes y colores pasteles.

Peter sólo pudo bufar con incredulidad ante su actitud, y siguió encargando por su parte algunos peluches de Iron Man y Spider-Man, algunos eran para uso personal.

Acordaron en que terminarían de ordenar todo para la semana siguiente, se dedicarían la mañana para ello. Sin embargo, aun con la llegada de la nueva e inesperada invitada a la casa, no podían posponerlo.

Razón por la cual, después de que Tony, ya un poco más calmado al descubrirse sus estrías terminara su baño, después de desayunar con Peter y Kim (Morgan, se recordó con curiosidad. ¿Por qué Morgan?), de comer rodeado de un silencio pesado dentro de su propia casa, sólo pudo mirar a la adolescente, y le dijo:

—Voy a... Peter y yo, nosotros, vamos a tener un bebé.

La joven se detuvo a medio mordisco de sus waffles con miel y le miró como si estuviera loco. —Ya lo sé. Duh.

Tony se aclaró la garganta, como si nada. —Bien, espero lo entiendas. Peter es el padre, Morgan, y me gustaría que empieces a llevarte mejor con él.

—Tony, no es necesario, yo... —interrumpió el joven, no queriendo crear más conflictos del necesario.

Sin embargo, su hija fue más rápida. —Ya. Lo. Sé. No es necesario que me lo digas. —Le taladró con la mirada. Tony no se inmutó, acostumbrado a recibir miradas amenazantes en vida. —Y deja de llamarme así, por favor. Soy Kim.

Tony se encogió de hombros, tomando la palabra:

—Si te llamaron así, fue por algo. Hasta que no seas sincera conmigo, no podré seguir tu petición. Si vas a salir a explorar este mundo, no llegues después de medianoche. Atiende nuestras llamadas y ayuda en casa. Esas son mis condiciones, mis normas, para que te quedes con nosotros, bajo el mismo techo. Y eres libre de regresar a tu mundo en cualquier momento. Sólo... avísanos, para despedirte.

Kim, impresionada por sus palabras, dejó de comer y apoyó sus manos en el borde de la mesa. Bajó su mirada hacia el plato, evaluando su situación. A decir verdad, su papá estaba siendo muy... razonable. Y claro, era de esperar que por muy idéntico que se viera su papá, pueda que sus experiencias y manera de ver la vida sean muy distintas a las de su universo, muy distintas a las de su... papá, el que alguna vez había conocido y abrazado en persona.

Aunque todavía desconociera el verdadero temperamento de este Tony Stark, Kim pudo apreciar su intento, sus esfuerzos y agradeció internamente que a su manera, este Tony le estuviera aceptando, que de cierta forma le diera un espacio en su casa. A convivir en su hogar.

—Vengo acompañada de al menos un par de amigas. Todas somos heroínas.

—Wow, ¿todas tienen poderes? —Preguntó con asombro Peter.

Kimberly de mala gana frunció los labios y asintió, no gustándole que el chico de su papá se metiera en sus conversaciones. Pero ya qué remedio, en parte podía entender su curiosidad. Tal vez si hablaba lo menos posible con él, éste perdiera el interés. Era lo que ella esperaba.

Tony se llevó un par de dedos a sus labios. —Siempre y cuando se comporten, pueden visitar este lugar. Ahora, ayúdame a levantarme. Siento que tu hermana va a pesar mucho.

La emoción por vivir un nuevo momento con su padre hizo que le temblaran las rodillas. De inmediato, Kim se levantó de su silla y se acercó hasta el doncel. —¿Están seguros que es una niña?

—Completamente. —Acordaron ambos al segundo siguiente.

Tony se vio apoyado no sólo por su... hija mayor (sí, aun le costaba asimilarlo incluso aunque la tuviera literalmente al lado), y también se vio apoyado por Peter. Con cierto cuidado, se desplazaron de la cocina hasta el otro extremo de la torre, donde quedaba la habitación del bebé.

Cuando abrieron la puerta, los ojos de Kim se agrandaron al descubrir lo dedicados que eran ambos padres con una niña que todavía no había nacido al mundo. La cuna era enorme, las paredes tapizadas de un agradable color, hermosos peluches y juguetes que le parecieron tiernos al instante. Aquella linda habitación desbordaba encanto y ternura.

Y como era de esperar, no pudo evitar sentir algo de envidia.

Sin duda, esa niña sería muy querida. 

Moments (Starker family fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora