Golpeteos en la puerta. No, seguro son en mi cabeza. ¿Estoy borracha otra vez? Por favor, díganme que no tengo resaca de nuevo.
Abro los ojos lentamente. No hay dolor de cabeza, ni náuseas. Nop, estoy sobria.
¿Entonces qué...? La puerta. Checo la hora. ¿Quién mierda toca así la puerta a las cinco de la mañana?
Ah, ya sé quién.
-¡Lárgate Bruno!
-¡Ábreme la puerta! -canturrea del otro lado mientras sigue golpeando.
-¡Vete a la mierda!
Deja de tocar de repente. Entonces, abre la puerta de sopetón y empieza a tocar una trompeta. El chillido retumba en mis oídos y me confunde el cerebro.
-¡Cállate!
Se deshace en carcajadas.
-¿Qué clase de loco se despierta a las cinco de la mañana sólo para hacer una broma?
-¡Vale la pena con esa cara!
-¡Largo! -chillo, empujándolo hacia la puerta y cerrándola de nuevo. Espera, ¿cómo carajo abrió la puerta?
Me doy con la palma de la mano en la frente cuando choco con la realidad: es su casa. Tiene llave de todas y cada una de las malditas puertas.
Ojalá no me pille duchándome.
Nah, todos sabemos que Bruno es un jodido calenturriento, y si me ve desnuda esta relación de odio se destruiría. Digo, estoy muy lejos de tener las mejores medidas, pero me cuido. No estoy tan mal.
A que me he ido por las ramas otra vez.
Agh, estúpido Bruno. Cuando es contigo, no controlo ni mis pensamientos.
"¿Eso quiere decir que...?"
Ándate a cagar, Conciencia. ¿Yo con Bruno? Ni en un millón de años.
"¿En un trillón?"
¿No te dije que te fueras a cagar?
¿VES LO QUE ME HACES BRUNO? ¡Por tu culpa estoy pensando estupideces!
Mil veces mierda. Me resigno a lo que me depara el destino: haberme despertado a las cinco y media de la mañana.
Me ducho en cinco minutos, por miedo a que Bruno me baje la llave otra vez. Me pongo unos shorts, medias de Nylon, una camiseta turquesa pálido y mi sudadera de cierre favorita (esa que Bernie me regaló por mi cumpleaños, color azul verdoso y con una imagen de Snoopy), me calzo las botas y salgo del cuarto.
Ni siquiera me da la gana de peinarme. ¿Para qué? Como si alguien me fuera a voltear a mirar.
Apenas llego a la cocina, cojo una cajita de jugo, la pincho, y vierto el jugo en la cabeza de Bruno, que come Froot Loops con leche.
-¿QUÉ MIERDA TE PASA?
-Por idiota.
-Oye, ya, lamento haberte levantado tan temprano, pero era por una buena causa.
-¡¿Buena causa?! -No puede estar hablando en serio.
-Quiero... enseñarte algo.
Entrecierro los ojos. Los morenos sensuales con serios problemas mentales no son de fiar. Ña, al carajo todo.
-Está bien.
Acto seguido, se pone de pie y me guía hasta una puerta que se halla debajo del balcón, al lado del living. No la había visto.
-Mira... sólo quiero que tengas un espacio para trabajar -Me habla en ese tono que usa la gente cuando va a dar una mala noticia-. Esto no cambia nada entre nosotros -Su tono se torna duro. ¿No cambia... qué? Mejor no preguntar.
Entonces, abre la puerta y me indica con una mano que pase.
Entro al cuarto, y una luz me enceguece los ojos. Vaya, aquí hay tanta claridad. Un piso de madera clara y paredes blancas dan la sensación de amplitud, además de un espejo que hace las veces de pared derecha. Veo una guitarra eléctrica, un bajo, una trompeta, un banjo, un ukelele, un teclado, una guitarra acústica, bongós, varios micrófonos, atriles y una batería como la que está afuera.
-Aquí compongo canciones.Me volteo. No sabía que era compositor.
-¿A quién se las compones?
Arquea ambas cejas ante mis palabras. Yo hago una mueca de desagrado: no quería decir eso. Bueno, tal vez lo pensé, pero no quería decirlo.
"Bravo, ______. La has cagado"
¡CÁLLATE, CONCIENCIA!
Al ver que no responde, bajo la vista a los atriles.
-Pero eso no importa -se apresura a decir-. Lo que quería mostrarte, está allá.
Me señala la otra parte de la habitación. Juro que siento cómo mi mandíbula inferior se sale de su lugar y se cae al suelo. Luego, se trepa por mi cara y se vuelve a encajar.
Una alfombra color rojo guinda cubre la otra mitad del piso del cuarto. Allí están todos mis cuadros, mis pinturas, mis bocetos, y mis fólderes. También hay dos puff, un banco alto y un gran ventanal que hace las veces de pared izquierda, que me permite observar la puesta de sol por detrás de las olas del mar.
No sé que decir.
-Bruno -me sale un gemido chillón y entrecortado. Me volteo a verle: está mirándome con una sonrisa-. ¡Esto es perfecto!
-Lo sé -dice con arrogancia.
Corro a abrazarle. No debería, pero lo hago.
"Sepárate. _____, sepárate"
¡VETE A FOLLAR, CONCIENCIA! Déjame un segundo en los brazos de este hombre tan perfecto, luego te atiendo.
Aspiro su aroma a recien duchado y algo de jugo de durazno, oigo los latidos de su corazón, que se echa a correr como el mío, siento la calidez de su torso bajo mi mejikla
Ya, ya, mucho.
Me separo de él.
-Gracias, gracias, gracias, muchas gracias.
-Ya sé, soy el mejor.
-Eres un cerdo arrogante.
Me sonríe.
-Vamos, voy a llegar tarde.
-Hueles a Frugo's -comento. Suelta una risotada.
-Ya me vengaré.
-Quiero verte intentarlo.
En realidad no. No quiero verle intentarlo.
Llego al instituto con una sonrisota anormal en la cara. Es de esas sonrisas que no puedes borrar por más que lo intentes. Y bueno... Presley lo nota.
-¿Por qué será que estás tan contenta? -canturrea cuando me la encuentro en el pasillo.
-Bueno...
-¿Ya te lo dijo? -me interrumpe, emocionada.
Frunzo el ceño extrañada. ¿De qué diablos habla?
-¿Si ya me dijo quién qué?
Arquea ambas cejas.
-Ehhh... ¡Uy tengo clases! -exclama de repente, y se echa a correr lejos de mí.
-¡Las clases aún no empiezan!
-¡Te veo en el almuerzo!
Quedo en cara de póker. ¿A quién se refería? Tal vez Bruno le ha contado sobre la sorpresa en el estudio, y, al ver mi cara de extrañeza, echó a correr despavorida. Sí, debe ser eso. Conozco a Presley: su fuerte no son los secretos. Bueno, sabe guardarlos y no se los dice a nadie. El problema es cuando hacen preguntas. Se queda en blanco y no sabe qué inventarr o dónde meterse.
Suspiro, y me encamino a la sala de Artes Plásticas.
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...