Arqueo ambas cejas. Bueno, si Bernie ha venido hasta aquí para hablar conmigo sobre algo, debe ser importante. La fija mirada de Eric me taladra la sien.
-Bien, escucho.
Ella le hace a Eric un gesto con la cabeza. Él se rasca la nuca, mirándome entre las pestañas con una mueca de desagrado.
-Wester, ayer...
-¿Ayer qué?
-Ayer... llamaron de la comisaría.
El tráfico en mi torrente sanguíneo se detiene, y mi músculo cardíaco deja de latir. Juro que en ese segundo me da un infarto menor, como cuando andaba dibujando en clase y el profesor gritaba mi nombre.
-¡Chuchas, la moto! -exclamo, con la palma ya en mi frente. ¡Yo sabía que no era buena idea llevarnos una motocicleta de sepa Judas quién a mitad de la madrugada! ¡Estúpido Bruno!
-Sí, fue robo menor. Por fortuna, mamá aclaró la situación.
-¿Tengo una denuncia?
-Les dejaron ir con una advertencia.
Suelto un suspiro de alivio, y mi estómago, que hasta hace unos segundos andaba por mi garganta, ha regresado a su lugar. Abro la boca para agradecerle a Bernie, pero ella me interrumpe.
-Pero no es eso lo importante aquí -Fulmina a Eric con la mirada.
-Me siento su padre -comenta él, disgustado.
-Tú estabas allí, tú deberías decirle.
-¡Tú también estabas, ma'!
-Pero tú te ofreciste para contarle la situación.
Estos dos me tienen harta.
-¿Podrían decírmelo y ya? -reclamo exasperada. ¿Qué es más importante que me hayan llevado a la cárcel? ¿Y que es probable que pierda mi trabajo por culpa del imbécil de Bruno?
Madre e hijo se observan fijamente a los ojos, transmitiéndose alguna especie de mensaje por medio de las pupilas, ignorando completamente mi presencia. Cuando llegan a un acuerdo visual, Eric vuelve a penetrarme con la mirada.
-Anoche, cuando llegué a la comisaría, tú y Bruno... bueno... usando términos que no uso a menudo porque, nunca fui fan de la cantidad de vocabulario que una persona...
-¡Habla! -chillo.
-Estaban... besándose.
Por unos segundos, no termino de procesar lo que acaba de decir. Bruno y yo. En una banca. Un beso. Wait, whaaaaat? Siento que no puedo articular palabra alguna, ni mover un sólo músculo, ni tener un pensamiento coherente respecto a esta nueva información que aún no termina de procesarse en mi cerebro.
Y entonces rememoro los acontecimientos de ayer. Un recuerdo tan breve como un destello, un chasquido, como el flash de una cámara, reverbera en mi cabeza. La voz ronca de Bruno, la cercanía de su pecho y el mío, el aroma hipnotizante que siempre ha desprendido, la confusión total que sentía por mi vergonzoso estado de ebriedad, su suave y cálida boca contra la mía, sus manos en mi cintura, la textura de sus perfectos bucles anclados en mis dedos cual enredaderas salvajes, su lengua rozando la mía, y sus dientes hincando mi labio inferior.
Inconcientemente, me llevo una mano a los labios, sintiendo repentinamente una leve grieta allí donde la boca de Bruno depositó una mordida, y sonrío idiotamente.
-Demonios, Wester -maldice Eric-. ¿Te gusta Bruno?
Mis ojos viajan desde el punto fijo en las baldosas blancas, hasta la cara de Eric. Su rostro burlón es como un golpe de realidad en mi cara. ¿Qué demonios me sucede? ¡Bruno es el enemigo! ¡E-NE-MI-GO! ¡Es un idiota, un tonto, una concha de vaca peluda! ¿Qué clase de persona psicótica y retrasada se agarra con su peor enemigo? ¡Y lo más jodido, es que él me siguió la corriente! ¡No pudo detenerse! ¡Estúpido!
-¿Recuerdas algo de ello, cariño? -inquiere Bernie, con una dulce mirada maternal. Niego con la cabeza.
-Creemos que Bruno sí recuerda -masculla Eric.
Santa mierda purísima. ¿Qué será de mí si Bruno es conciente del olímpico, tierno, dulce, apasionado, e irrefutablemente desesperado beso que nos dimos? No volveríamos a ser los mismos.
-Sólo estamos informando -señala Eric, con ambas manos levantadas inocentemente-. Cómo vayas a utilizar esta información, ese ya es asunto tuyo.
-Cariño, ¿de verdad no recuerdas nada?
La memoria de ese beso es completa y nítidamente confusa. O tal vez confusamente nítida. Es difícil decirlo.
-Algo así. No es nada concreto.
-Bueno, esperemos que Bruno también tenga amnesia.
Bernie se pone de pie, su figura esbelta erguida, y se acerca a mí con una sonrisa.
-Voy a hacerle barra a Brester hasta el día en que muera -afirma con ambas manos en mis hombros. Yo suelto una carcajada suave.
-Lo sé.
De hecho, hubo un tiempo en el que empezar una relación con Bruno era relativamente, aunque como un pensamiento tanto lejano como hipotético, posible. Pero... eso fue hace mucho.
Suspiro profundamente, para ir a encarar al moreno más sexy de todos los morenos.
§§§
Una araña del porte de mi uña camina presurosa a lo largo de la vieja y agrietada pintura verdosa. Yo la aplasto de un manotazo. Es tan pequeña, que probablemente habría pasado desapercibida, de no ser porque he estado mirando fijamente aquél punto en la pared desde hace más de media hora. No puedo concentrarme, ni inspirarme, ni pensar en algo concreto o cohesionado. Y cuando consigo alinear mis ideas en una sola, el rostro de Bruno vuelve a parpadear detrás de mi cerebro, y empiezan las divagaciones.
Esta mañana, luego de subir las escaleras, no me dirigió la palabra. Tampoco me miró a los ojos. Y lo que más dolió, fueron las palabras que masculló luego de salir.
-Ojalá Jessica tenga tiempo libre.
Yo no sé ustedes, pero para mí fue como uma cachetada y un golpe en el orgullo. Es obvio que Bruno sí recuerda algo de aquella madrugada, y decidió ocultarlo tras una máscara de indiferencia, y yéndose a follar con la primera prostituta barata que encontró.
Una gota salada se desliza por mi mejilla, terminando en la barbilla, y dejando un punto de humedad en el cuaderno que hay sobre mis piernas. Me siento tan estúpida. Tan... lastimada. Tan débil. Bruno ha jugado con mis sentimientos, y yo le dejé hacerlo.
"Pero, ¿y Brester?"
No estoy de humor, Conciencia. Hazle un favor a la humanidad y cállate.
Mi celular vibra. Dibujo el patrón para leer el Whastapp que aparece en la barra de notificaciones.
Es Bruno.
Bruno:
Wester, ¿podemos hablar? [6:38 pm]
Sí. Sí quiero Bruno, con todas mis fuerzas. Siento una necesidad imperiosa de verlo, no sé bien el por qué.
Niego con la cabeza. Debo empezar a controlar mis emociones hacia ese idiota, o ambos saldremos lastimados.
Necesito volver a ser la de antes.
Y ya sé cómo.
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...