Me quedo mirándole fijamente. Acaba de decir que... ¿me compuso una canción? ¿Está de broma?
Completamente en contra de mis intenciones, suelto una carcajada chiquita. Me muerdo el interior de la mejilla para ocultar mis sonrisilla idiota, pero fracaso, y mis risotadas sonoras se escuchan hasta la otra cuadra. No puedo controlar este ataque de risa del que no sé ni el origen. Resoplo en carcajadas catárticas, sonoras, psicóticas, la endorfina circula por mi cuerpo mienteas sigo explayando mi risa en medio de la cuadra. Me doblo en dos apretando mi estômago, que acaba de empezarme a doler.
Cuando me falta el aire, me detengo para dar una gran bocanada, y seguir carcajeando sin razón o motivo alguno.
-¿Qué es tan divertido?
Yo suspiro profundamente.
-Tú, y yo, ¿amigos?
Le lanzo una mirada incrédula, a lo que el responde frunciendo el entrecejo.
-Ehh...
-¿Puedo contar contigo? -carcajeo. Es lo más estúpido que he oído. ¿No es que nos odiábamos?-. ¡Tienes que estar bromeando!
Él me mira con una expresión que no consigo descifrar, y luego suelta una suave risilla.
-Sí, era una broma -confirma, y un músculo en su mejilla se mueve, originando una sonrisa torcida. Yo estiro el brazo para tomarle la mano.
-Bueno, vamos a buscar un teléfono -insisto.
-Bien, vamos.
Capto un ligero movimiento en sus ojos.
-No me pongas los ojos en blanco, Anastasio -le regaño divertida.
-¿Quién eres? ¿Christian Grey?
Me río.
-Sí. Ahora ponte en cuatro.
-Sí, ama.
Ambos nos echamos a reír. Nuestras manos se balancean en medio de nosotros como una cuerda de saltar, mientras damos lentos pasos a lo largo de la solitaria carretera.
-¿A qué edad perdiste la virtud, Bruno? -suelto de repente. Sus manos, hasta ahora relajadas, se tensan ligeramente. No se lo veía venir.
-A los quince.
-¿Con quién?
-Una amiga de Tiara. Tenía 18.
Abro mucho los ojos.
-Pedofilia -canturreo. Él suelta una carcajada.
-Hey, estaba buena.
-Ah.
-Además, parecía de quince.
-Ajá.
-¡De verdad! Apuesto a que tu historia es peor.
-¿Cómo lo sabes? -inquiero.
-Nunca hablas de ello -explica sencillamente. Es cierto. No me gusta mencionarlo muy seguido.
-La perdí... con un chico.
Él se ríe. Le miro ceñuda. ¿No se da cuenta de la gravedad de la situación?
-¡No la vas a perder con una chica! -replica sarcástico, y yo me echo a reír también-. ¿Con quién?
-Nunca supe su nombre.
-¿De verdad? -Alza ambas cejas.
-Él estaba ebrio, yo estaba ebria, ambos cachondos, en The Jungle -Sonrío al recordar aquella noche. Sus brazos, su mandíbula, su espalda, todo él era fuerte, pero sus movimientos fueron tan dulces. Si tan sólo hubiera sabido su nombre-. Lo hicimos en el baño.
Se echa a reír.
-¿Un baño limpio?
-¿Después de nosotros? No tanto.
Y vuelve a carcajear.
-¿Fue cómodo?
-Más o menos.
-¿Hace cuánto fue?
-Dos años.
Y sus dedos se cierran firmes en torno al dorso de mi mano. Su manzana de Adán rebota.
-¿Pasa algo?
-Nou. Creí que tu primera vez fue con flores, corazones, velas y chocolates.
-Nada que ver -río burlona. Yo no sé de esas cosas. Además, eso no fue planificado. Yo no sabía lo que estaba haciendo.
-¡Mira!
Su graznido de emoción hace vibrar mi tímpano. Él apunta un local que debe ser una discoteca, por las luces color neón, la ligera música que se oye desde adentro, y la marquesina gigante, en la que se puede leer Midnight.
-¿Podemos ir? -lloriquea, sacudiendo mi brazo.
Me reviso el reloj de muñeca. Son las tres y media de la mañana. No creo que sea buena idea entrar a un local en medio de la nada a tales horas. Además, ahora no tengo muchas ganas de meterme a una fiesta con él.
-¡Por favoooooor!
-Nou.
-¡Vamos, Wester, no seas así!
Cuando sus lloriqueos y ruegos empiezan a exasperarme, accedo de mala gana.
-¡Sí! -chilla alegre. Tira de mí hasta la otra vereda. Yo volteo la cabeza a los costados paranoicamente, para asegurarme de que nadie nos observa. Cuando llegamos a la otra acera, me planto en la entrada con los brazos cruzados.
-Con una condición -Alzo un dedo índice. Él resopla-. No voy a emborracharme.
No sería una situación muy cómoda perder totalmente la cordura (o peor, la conciencia) en medio de tanta gente extraña.
-Bien.
Entonces me hace entrar al local. Seguro es uno de esos clandestinos, porque no había nadie que cobrara una especie de entrada en la puerta.
El olor a sudor, marihuana y alcohol penetra en mi nariz, las luces estrambóticas color azul, rosa y amarillo confunden a mis pupilas, y las altas temperaturas chocan contra mis mejillas. Hay muchas personas. Demasiadas, para ser tan temprano por la mañana. Los cuerpos calientes y brillantes de sudor chocan entre sí, me empujan a través de la pista de baile. Mis ojos captan pedazos de piel espuestos, retazos de cuero, y destellos en brazaletes, argollas y anillos.
Ya en la barra, Bruno nos pide dos cervezas.
-¡Concurso! -grita él. Yo asiento emocionada y con una sonrisa de oreja a oreja-. ¡Uno, dos, tres!
Y empiezo a beber de toda la botella, sin detenerme para respirar. El sabor amargo de la cerveza se cuela en mi garganta y chispea en mis papilas gustativas, y recorre un camino cálido por mi esófago. El ardor en mi pecho se extiende como un hormigueo.
-¡Gané! -declaro, limpiando una gota perdida con el dorso de mi mano. Él acaba dos segundos después.
-¡A bailar! -declara, con las manos hacia el cielo. Yo asiento con una carcajada. Dios, apenas una botella y ya estoy viendo a las estrellas, el sol, y la Luna bailar polka alrededor de la fogata.
Avanzo hacia la pista de baile, abriéndome paso entre los palpitantes cuerpos. Me quito la chaqueta, lanzándola por ahí. Bruno me toma de la cintura, me acerca a él, su boca viaja hacia mi oído, y susurra:
-Tu canción.
Suena I Feel Good de James Brown en los altavoces en alto del lugar. Tengo la sensación de que mis ojos brillan como dos estrellas, me encanta esa canción. Entrelazo mis dedos con los de Bruno, muevo mis pies al ritmo de la melodía, transmitiendo el mensaje de la canción: Me siento bien. Bruno me sigue la corriente totalmente, se mueve conmigo, me da vueltas entre sus brazos, me levanta en volandas, me regala aquella sonrisa suya que puede desarmarme. Y, cómo no, su aliento roza suavamente la piel de mi cuello, provocando escalofríos en mi espina dorsal.
Ahora, a pesar de que me sofoco con tanto calor, he empezado a sudar, estoy segura de que voy a emborracharme, y su cercanía me convierte en propensa a un desmayo, estoy feliz a su lado.
![](https://img.wattpad.com/cover/38609204-288-k965357.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...