Mis manos tiemblan cuando introduzco la llave en la cerradura. Wester, tranquilízate, coño. Respiro profundamente. Al salir del instituto, me decidí probarle a Bruno que yo soy todo menos sexy. Se dará cuenta de su error, irá tras otra chica, y todo volverá a la normalidad. Es un plan cien por ciento infalible.
O eso espero.
Primero meto la cabeza por la puerta entreabierta, para asegurarme de que Bruno no está esperándome, y entro. Me apoyo en la fría madera, suspirando.
-¿Bruno?
No hay respuesta. Seguro se ha ido con un amigo a tomar algo. Subo a mi habitación como una bala, echando cerrojo. Sí, soy consciente de que no gano nada echando el seguro, ya que Bruno tiene la llave, pero al menos podré oír cuando la abra.
¿Saben qué estoy a punto de sacar? Pantalones hippies, una sudadera que me llega hasta la mitad del muslo, y me ato el pelo en una coleta chueca. Bien. Si esto no hace entrar en razón a Bruno, no sé que lo hará.
Bajo a la cocina, saco bolsas de papas y latas de cervezas, y me meto al estudio, con el plan de quedarme ahí hasta altas horas de la noche.
Luego de unos veinte minutos de intentar esculpir algo en masa (y fracasar), la puerta principal se abre. Bien, aquí empieza la verdadera acción. Lleno mis pulmones de todo el aire que puedo, lo expulso, y me meto una buena cantidad de papas a la boca.
-¿Wester?
Volteo a verle. Su expresión combina extrañeza, confusión y diversión, al verme ahí sentada, rodeada de frituras, con un cigarrillo en la boca.
-Hola, Bruno -saludo, con la boca aún llena de comida.
-Me gusta tu sudadera.
Está claro que no tiene idea de qué más decir.
-Gracias.
-¿Es de... hombre?
Mierda, ahora sí estamos en territorio peligroso.
-Sí.
-¿De quién es, Wester?
Alzo la vista. Ahora está de pie frente a mí, con el ceño fruncido, mirándome acusadoramente. Observo a aquellos dos ojos chocolate que me escudriñan en busca de una respuesta.
Otro puñado de frituras.
-¿Qué te importa?
-Me importa, y mucho. ¿De quién es esa sudadera? -vuelve a cuestionar, probablemente en un intento desesperado de desviar la tensión entre nosotros que él mismo impuso.
-De alguien.
-Ajá -Cruza los brazos y hace un mohín, como un niño pequeño. Doy otra calada a la cigarrillo.
-De... un amigo -miento.
-¿Qué amigo? -Su mandíbula se endurece y la mirada se le congela. Luce casi como si quisiera matarme.
-Ehh... un... ¿y a ti qué te importa? -repito mi contestación anterior, sin saber qué más decir.
Me pongo de pie enérgicamente, saliendo airosa de allí. No tengo idea de adónde quiere llegar con esto. Tal vez es algún tipo de distracción para que no le pida las llaves, aunque lo dudo.
Siento sus pasos detrás mío.
-Martin, ¿vas a contestarme?
Quedo petrificada. Martin. Nunca me ha llamado por mi apellido paterno. Lo está haciendo a propósito.
-¿Qué cosa?
-¿De quién es esa sudadera?
-¿Por qué te importa tanto?
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...