La explosión de un globo nos sobresalta a todos. Eric se tambalea y está para caerse de la escalera, cuando Tiara, oportunamente, lo toma de la pierna y le ayuda a equilibrarse.
-Lo siento, mil perdones -se disculpa Bruno con ambas manos levantadas. Todos emiten quejas contra él, y Tahiti le lanza una lata de cerveza vacía a la cabeza-. Bueno, el globo era un puto bandido debilucho como la mierda, ¿qué querían?
-¡Esa boca, Bruno!
Todos apoyan la llamada de atención de Eric, y empiezan a lanzarle serpentinas, mientras él intenta cubrirse con sus manos.
Alguien me tira un zape en la cabeza.
-Ay, ¿qué...?
Presley me lanza una mirada furtiva, señalando a un lugar de la sala con su pulgar. Tardo unos segundos en comprender qué carajos quiere. He estado evadiendo toda la mañana sus constantes miradas profundas para que haga las paces con Bruno, pero ahora no tengo excusa. Perfectamente podría acercarme a la mesa en la que está inflando globos rojos, al lado de Eric, retirar la mirada de sus perfectos cabellos, siempre alborotados, pedirle hablar un rato a solas, aclarar las cosas con él... aunque estoy segura de que echarle un discurso no hará sino confundirnos más.
Justo cuando estoy pensando la manera en llamar su atención, cuchichea algo con Eric y me dirige la mirada. Yo la aparto casi inmediatamente, y me reprendo a mí misma con severidad. A punta de palazos a mi corazón para conseguir que entre en razón, al fin accede a dejarme hacerle un movimiento con la mano. Él frunce el ceño, extrañado, y se señala a sí mismo con una mirada inquisitoria. Me obligo a asentir.
En dos segundos está frente a mí, con una casual media sonrisa y manos en los bolsillos, tremendamente provocador.
-Bruno, tenemos que...
-Hablar -termina la frase antes de que yo tenga tiempo de hacerlo-. Sí, lo sé. Has estado evitándome, es todo.
Sin decir nada más, gira sobre sus talones y se dirige al jardín trasero. Yo le sigo apresurada, no muy segura de qué demonios voy a decirle o cómo diablos voy a tentar las cosas. Supongo que debería dejarle hablar primero a él, y ya las cosas seguirán su maldito curso. Por el amor al pan, ¿por qué tengo que complicarlo todo?
Para mi sorpresa, no sale por las puertas corredizas, sino que se desvía hacia la puerta de la cocina. La detiene para dejarme pasar, cómo no, y luego ingresa a grandes zancadas. Tiene en el rostro una seriedad y determinación que no le había visto nunca. No sé si sea por la magnitud del asunto, el peso de la atmósfera, la piedra en mi estómago o su ceja levantada, pero me siento extrañamente nerviosa tan cerca de él, por lo que doy un paso atrás.
-Bien, habla.
Pero no dice nada. No sé interpretar su mirada, por lo que no puedo decir si está ordenando sus ideas o esperando que yo llene el silencio. Lo único que sé es que quiero tirarme encima suyo y volver a besarlo como una total puta, y esta información no me es de mucha utilidad como van las cosas. Llego incluso a creer que Bruno está pensando en lo mismo. Estúpida.
-Si dejaras de observarme con esa mirada tuya, me ayudarías a formular una oración sensata, Hernández.
Veo un amago de sonrisa bajo su expresión extraña y pasiva, su manzana de Adán tiembla, se relame los labios...
-Quiero saber qué somos.
¿Qué?
-Somos humanos.
-¿Qué tipo de relación tenemos? -se corrige.
-Una... bastante extraña, diría yo.
En realidad, nunca me he puesto a pensar en qué somos Bruno y yo. ¿Amigos? Quizá. ¿Novios? Ni cerca. ¿Esposos? Bueno, una vez nos casamos en secundaria por una apuesta, pero eso fue hace un siglo. ¿Amigos con derecho? Ni siquiera hemos tenido sexo nunca. ¿Enemigos? Eso suena demasiado inmaduro, y después de cómo nos hemos comportado el uno con el otro, no estamos ni cerca del odio. ¿Compañeros de piso? Tal vez esa sería una buena definición, pero no estoy segura de que sea considerado un tipo de relación.
-Digo, cuando hablas de mí, ¿cómo me llamas?
-Por tu nombre, duh.
Se me queda mirando, mientras se muerde insistentemente el interior de la mejilla.
-¿Recuerdas la noche en que perdiste tu virginidad?
Su segunda pregunta vuelve a nublarme el cerebro. ¿Qué macarrones?
-¡Eso no viene al caso!
-Osea que sí la recuerdas.
¿Cómo no la voy a recordar? Fue la única vez en la que estuve borracha hasta las patas, hasta el punto de no recordar ni la cara del dichoso estúpido que se metió al baño de mujeres por alguna razón. Al siguiente día, el vago recuerdo de las sensaciones seguía ahí, pero su cara había sido borrada permanentemente de mi cerebro. Me pregunté por mucho tiempo si habíamos usado protección. Cuando pasaron tres meses y no tenía síntomas de nada, me quedé tranquila... ¡Pero ese no es punto aquí!
-Cómo olvidarla.
-¿No recuerdas ningún rostro en especial? -me pregunta, casi con timidez.
Yo dibujo mi mejor cara de extrañeza, cuando... Un momento. Si me está hablando sobre esa noche, y la está sacando a relucir en estos momentos donde nuestra relación está tambaleándose a lo loco, significa que...
-NO.
-Sí.
¿ÉL? Digo, yo... POR UN DEMONIO, ¿fue él?
-¿Fuiste tú? -casi grito. Me llevo ambas manos a la cabeza, y me dejo caer en una de las sillas de madera. Mi boca no consigue cerrarse aunque lo intente. ¿Fue él?
-Sorpresa.
Le miro enfurecida. No estoy segura de cuál será mi expresión, pero Bruno luce aterrado. Teme mi reacción a esta nueva mierda que acaba de ingresar en mi cerebro.
Bruno me desvirgó.
Qué les parece.
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanficMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...