Ahora recuerdo por qué duermo desnuda: el calor en mi habitación es sofocante. Ni porque abro la ventana de par en par puedo escapar de las altas temperaturas en Hawaii.
Me reprendo mentalmente por no haber sido capaz de pedirle la llave a Bruno. Agh, a estas alturas ya debe haber sacado mil copias. Lo sé, estoy exagerando. Tú también lo harías si estuvieras en mi situación.
Me obligo a ponerme de pie. Me obligo a caminar al baño. Me obligo a darme una ducha fría para despertarme. Y me obligo a tender mi cama (si tender la cama es aplanar la sábana y poner el cobertor encima para que se vea tendida, entonces sí, tendí mi cama).
Me visto con lo primero que encuentro, me calzo mis botas Caterpillar, y bajo las escaleras a enfrentarme a la cara de Bruno.
-¡BUENOS DÍAS! -me grita apenas me ve.
-Cállate, mierda. Tengo resaca.
-Hey, creí haber sacado todo el alcohol de tu cuarto anoche.
-No todo -respondo. Guardo una botella de vino entre mi ropa interior.
-Ugh. Lamento...
-Da igual -le interrumpo.
-Wester, yo...
-Te repito: DA IGUAL -enfatizo-. Me vale una mierda por qué ibas a disculparte.
-Estás algo arisca -murmura, pensativo.
-Me pregunto por qué será -suspiro, echando los Froot Loops en el tazón.
-Yo también.
-Bueno, mi padre va a salir de la cárcel en un par de meses, mi peor enemigo quiere llevarme a la cama, y aún no sé qué granadillas voy a esculpir para mi proyecto del instituto.
-Granadillas -repite, examinando una manzana en su mano.
-¡Me parece que tengo derecho a estar arisca! -espeto. Bueno, tal vez me esté pasando de la raya.
-Bueno, bueno -accede con una media sonrisa en su cara-. Es sólo que... me pone mucho verte cabreada.
Me atraganto con un arito de cereal color morado.
-¿Qué?
-Nada. El autocorrector.
-No estamos por Whatsapp.
-¡El autocorrector dije!
Pongo los ojos en blanco con una risa.
-¿Por qué ya no duermes desnuda? -me pregunta, en una voz tan baja que podría haber pasado desapercibida, si no tuviera mis cinco sentidos puestos en él.
-¡CÁLLATE, MIERDA!
Estalla en carcajadas.
-¡No puedo creer que esto te parezca gracioso!
-Nena, cálmate -Hace un movimiento con las manos.
-¡No me llames así!
-¿Por qué no?
Una de las comisuras de sus labios se alza, burlona, para dar paso a su siguiente movimiento.
-Porque... -Cuando las palabras me fallan, mi ira aumenta-... porque...Apriera los labios en um gesto de diversión mal disimulada.
-¡TE ODIO! -chillo, encaminándome hacia la puerta.
Y, la verdad no sé si fue por el alcohol ingerido, o el cansancio, o la falta de sueño, pero creí escuchar, vagamente, en un tono melancólico, que salía de sus labios:
-Yo no.
Cierro de un portazo.
§§§
Ni siquiera pueda entrar al mismo Instituto sin perder los estribos. Volteo a todos lados frenéticamente buscando a Bruno, para poder correr oportunamente si me lo encuentro, según él, por "casualidad". Yo sé bien que él me busca para aparecerse de repente, sólo para fastidiarme.
Entro al salón de Pintura. Ayer me deje un lienzo aquí. En el escritorio que se supone es del profesor, hay un chico, con las piernas cruzadas encima de la mesa, los acetatos de sus converse desanudadas, con la cara enterrada en un periódico, que me impide verle el rostro.
-Disculpe.
Y adivinen quién estaba ahí.
Si no lo adivinaron, es porque realmente son distraídos. ¿Pues quién más? El dueño de mis pensamientos, el chico que me acosa por la noche, el causante de que sufra paranoia en mi propia casa.
-Bruno.
-Hola, Wester -Empieza a dibujar esa estúpida sonrisa victoriosa que usa cuando me tiene exactamente donde me quería.
-¿Qué haces aquí? -espeto.
-Nada. Sólo... pasando el rato.
-Ajá -Alzo una ceja.
-¿Qué? ¿No puede un estudiante relajarse en el taller de Arte?
Dejo mi bolso en una silla, y me meto de lleno en la tarea de buscar mi lienzo entre tanta basura.
-¿Cuáles son las probabilidades de que dos personas que se encuentran en una superficie de ochocientos metros cúbicos, se vean las caras en un intervalo de ocho horas?
-Muy pocas.
-¿Entonces por qué te empeñas en aparecerte en todo sitio? -continúo. Estoy tan... ¿enfadada? ¿confundida? Yo que sé. No he tenido tiempo de sentarme a analizar mis emociones. Sólo cuento con una suposición: Bruno está jugando conmigo. Y que jueguen conmigo... ¡agh! ¡Lo odio!
-No, TÚ te empeñas en aparecerte donde me aparezco.
-Eres un estúpido.
-Y ahí vamos con los insultos.
-¡Un idiota!
-Ouch, esa dolió -se burla.
-Carajo, yo...
Entonces caigo en la cuenta. Esto es lo que él quiere. Quiere verme enojada, porque disfruta con ello. Realmente lo hace. Y él conoce mi temperamento, por lo que sabe que puede encenderme y apagarme con unas pocas palabras.
Le gusta hacerme enfadar, vete a saber por qué. Bueno, no voy a darle esa satisfacción.
-No tengo tiempo para esto -resoplo, cogiendo el lienzo de entre el montón.
-¿Qué es eso? -pregunta, señalando la pintura con su dedo índice.
-Es una... ¿Luna? -respondo, dudosa.
-¿Con un teléfono?
-Ah, sí -murmuro, aún confundida por el repentino cambio de tema, y el brillo inusual en los ojos de Bruno-. Se llama "Hablando con la Luna". ¿Te gusta?
Asiente, aún con los ojos puestos en el boceto medio pintado.
"Mierda, Wester, ¿no entiendes?"
¿Qué? ¿De qué me perdí? ¿Sabes algo que yo no, Conciencia?
"Te está manipulando. ¡Ya deja de dejarle hacerlo!"
Ay, ya. Cálmate. Me daría cuenta si Bruno estuviera manipulándome.
"Carajo, me cago en... Sólo míralo"
Alzo la vista hacia Bruno. Una media sonrisa que nunca me ha mostrado surca su rostro, sus cejas se hunden, y el tono de sus pupilas me recuerda al chocolate derretido. Dios...
"¿Lo ves? ¡Está manipulándote con esa cara de fulano enamorado!"
Oye, tienes razón. ¿Desde cuándo a Bruno le interesa el arte? Esta es otra de sus tretas para enredarme más de lo que obviamente estoy.
-Ya me voy -declaro en tono casual, retirándome de ahí como una exhalación.
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...