Aquella tarde, estoy tan ensimismada en mis pensamientos que casi me lavo el pelo con jabón líquido. He estado tratando de forzar a mi cerebro a vislumbrar, a develarme, a mostrarme alguna línea, una mancha, un ojo que me haga estar segura de que fue Bruno quien estaba en The Jungle, pero lo único que he podido cosechar es un dolor de cabeza.
Sin embargo, suena como lo más lógico. Yo estaba lloriqueando, lo más confundida y ebria que había estado en mi vida. Bruno estaba en la discoteca, también. Seguro se metió en los baños, me vio hecha un mar de lágrimas, me consoló un rato como el dulce chico que siempre ha sido, y seguro lo besé. Estábamos ambos solos, sudorosos y calientes al lado de los cubículos, ¿qué más iba a suceder?
Lo que no llego a concebir es, ¿cómo Bruno ha vivido con eso todo este tiempo, sin poder gritárselo a todo el mundo? ¿De dónde sacó la fuerza de voluntad para no divulgar y presumirle a la vida que se tiró a su compañera de piso? No entiendo.
"Yo nunca creí que Bruno fuera de utilizar baños de discoteca"
Conciencia, ¿me haces el favor...?
"Creí que sería de llevar a las chicas a algún hotel, o su casa..."
Quizás no quería que yo me diera cuenta de con quién estaba.
"Con chocolate derretido..."
Pero mientras mi conciencia se sumerge en su mundo de fantasías sexuales, mi cerebro empieza a maquinar. ¿Por qué Bruno, de todas las personas, tendría sexo conmigo? Si se supone que él piensa que estoy más fea que la peste... ¿Por qué? ¿Yo le gustaría, quizás? ¿Sería una apuesta? ¿Estaría tan ebrio como yo y tampoco se daría cuenta de todo? ¿Le daría igual, con tal de tener sexo? ¿Lo haría a propósito?
No lo sé, no lo sé. No sé nada de nada. La única manera de averiguarlo es preguntarle. El problema es, que no estoy segura de poder verle la cara después de haberlo abofeteado.
"Yo no sé por qué demonios lo golpeaste"
¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar?
"Me lo hubiera comido en la misma mesa de la cocina"
Qué asco.
"No soy yo quien lo hizo con él en un baño público"
No me lo recuerdes, hija del condón roto.
"Yo fui planeada, perra"
¡Mentiras!
"Bueh, fuera de bromas, de verdad creo que deberías darle una oportunidad"
No debería estar discutiendo con mi conciencia, pero de todos modos lo hago. Es como si una parte mía quiere intentarlo con este idiota y otra parte quiere alejarse de él. ¿Por qué? ¡Ni puta idea!
|§|§|§|
"Vamos, estúpida, ¡podemos hacer esto!"
¿Por qué no mejor lo dejamos como está?
"Si no es ahora, no será nunca"
Pero...
"¡YA ENTRA AHÍ, MARICONA!"
Ya, relajáte, piba.
Con un suspiro de valor, toco la puerta que Bruno comparte con su hermano. Pero es el mismo Eric quien aparece tras ella.
-Hey, Eric -digo, algo aliviada de no tener que enfrentar al morenazo aún.
-Hey, Westaaaaaaah -murmura, y luego se ríe de su propio chiste.
-¿No es demasiado temprano para embriagarte?
-Nunnnnca es demasiado temprano.
-¿Dónde está Bruno?
-La respuesta está en tu corazón.
-Eric... -advierto, con la poca paciencia que me queda.
-¡Ni puta idea, piba!
Nota mental: un Eric ebrio no es de mucha utilidad.
Corro hacia las escaleras. La fiesta ha empezado hace una media hora, y el salón ya está arrebatado de gente. Familiares, amigos, dueños de discotecas y restaurantes cercanos, colados, y los propios ricachones de la mansión de las esquina bailan en medio de un tumulto de gente. ¿Cómo demonios voy a encontrar a Bruno en medio de tantos monos bailarines?
¿Sabes qué? Esta casa es demasiado grande, hay demasiada gente, y me tomará una eternidad encontrar a Bruno. Por este motivo, voy a dejar todo como está y no tendré que plantarle cara a la situación. Son tan sólo cosas del destino.
-¡Wester, Bruno está en la playa!
Mierda.
Maldigo mentalmente cada célula, mitocondria y retículo endoplasmático de la anatomía de Eric. Vale, ahora no tengo excusa conmigo misma ni con mi conciencia. Voy a tener que enfrentar esta mierda.
Me pelo de frío cuando ya he bajado las escaleras de caracol, y repentinamente empiezo a temblar. ¿Por qué tiene que hacer tanto frío cerca de la costa por las noches? Me felicito a mí misma por haber tenido la sensatez de ponerme chanclas, porque caminar con tacones se me haría un mundo.
Fuera de la casa, hay muchos autos desconocidos para mí aglomerados en la pista. Tanto camionetas y Ferraris como descapotables y bicicletas están estacionadas demasiado juntas. Me pregunto cómo es que van a salir de allí.
Sacudo la cabeza, y me dirijo a paso firme a la línea de la playa. Me detengo al lado de una caseta de paja cerrada para quitarme las sandalias, cuando advierto unas luces anaranjadas reflejadas en unas altas rocas apartadas. La brisa marina me trae fragmentos de conversaciones y carcajadas.
De pronto, me encuentro luchando entre la alegría infantil que me atrae a la fogata, la indignación de que no me hayan invitado, el nerviosismo de tener que hablar con Bruno, y las ganas incontrolables de correr a esconderme. En medio de mi confusión emocional, me hallo caminando hacia las luces, y las carcajadas se vuelven más fuertes.
-¡Hey, Wester! -grita Phil, un amigo de Bruno, cuando me ve llegar. ¿Por qué tengo que ser conocida por mi apellido? ¿Por qué tengo que ser conocida en absoluto?
Todos están en un círculo, rodeando unas cuantas ramitas y palos que arden en llamas abrasadoras. Reconozco a unos cuantos, desconozco a otros pocos, y uno de ellos me trae loca. Precisamente a su lado es el único sitio vacío en el apretado círculo, conformado por unas quince personas más o menos, y no confío en que alguien vaya a mover su trasero para cederme lugar. Además, se supone que entre Bruno y yo no sucede nada, por lo que deberí actuar con normalidad. A la mierda todo.
-Qué hay, chicos -saludo, encaminándome hacia el puesto vacío sobre la arena cálida. Me siento con las piernas cruzadas. Mi rodilla choca con la de Bruno, y sus vellos me hacen cosquillas.
-Estábamos hablando de la seño Bernadette -dice Kameron, con una sonrisota enorme. Presley se remueve incómoda, como quien no quiere la cosa, y Bruno se muerde el interior de la mejilla.
-Era una gran mujer.
Con mi comentario, estallan las palabrerías y la conversación fluye, resbalándose entre anécdotas y unas cuantas risotadas, la mirada de Bruno en mi oído, su sonrisa disimulada, la atenta mirada de Presley en nosotros dos y la atrayente idea de apoyar mi cabeza en su hombro, enterrar la nariz en su cuello, hundir los dedos en sus rizos...
Sin embargo, es él quien me rodea la espalda con un brazo, y empuja mi cabeza hacia su clavícula.
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Viviendo con el Idiota (Bruno Mars)
FanfictionMiles de millones de galaxias 8 planetas 5 continentes Cientos de países Un carajo de personas en el mundo. Y tenía que tocarme... Vivir... Con el idiota de Bruno Mars En un apartamento. Los dos solos. Con sus odiosas bromas y su estúpida ironía. ¿P...